Una huelga obrera estalló en los territorios ocupados el 22 de Junio pasado. En los momentos en que traduzco (parcialmente) el extenso artículo de abajo, la huelga continúa. La falta de cobertura mediática es aterradora. Solamente blogs y sitios web de solidaridad obrera han promovido la solidaridad internacional con estos trabajadores. Que yo sepa, ninguno de habla castellana. Las familias de estos obreros se están manteniendo por ahora gracias a la solidaridad de algunas organizaciones sindicales, sobre todo de Europa.

Traducción del hebreo: Rolando “el negro” Gómez, Coyoacán, México, 26 de agosto de 2011

Los obreros palestinos de la cantera Sal’ít hacen historia

Por: Eli Oshrov

Diario Maariv, 26 de Junio del 2011. http://www.nrg.co.il/online/54/ART2/253/868.html

Los obreros palestinos de la cantera Sal’ít hacen historia

Por: Eli Oshrov

Diario Maariv, 26 de Junio del 2011. http://www.nrg.co.il/online/54/ART2/253/868.html

Patrones
israelíes, obreros palestinos y sindicato judeo-árabe. Los trabajadores de la
cantera Sal’ít
reclaman condiciones de
trabajo básicas y decentes. Los patrones piensan que sus reclamos son
infantiles. En estos días la primera lucha organizada de obreros en Judea y
Samaria llega a su ápice. ¿Se trata de aventura ideológica o de precedente
revolucionario? El tiempo lo dirá.

Los chóferes de
los camiones cargados de piedras que ingresaron esta semana a la cantera Sal’ít, aledaña a [el asentamiento de colonos judíos] Ma’alé Adumím fueron recibidos cálidamente. Junto a cada camión que pasaba por
el lugar se alinearon algunos obreros e imploraron al chofer en idioma árabe: “¡no
pases! ¡ayúdanos! ¡estamos en huelga! ¡trabajamos acá hace 20 años sin
condiciones mínimas!”

Los camioneros
generalmente se detienen. –“nosotros los entendemos”, dijo uno de ellos emocionado. –“pero si paramos, los patrones
tomarán a otros en lugar de nosotros”.

-“Jazi (el director de la cantera) me prometió
un salario de 3.000 shekels
”, dijo otro camionero
con una sonrisa. –“¡Hasta un alcahuete puede tomar conciencia!” gritó uno de los obreros.


Fuentes israelíes estiman que hay entre 30.000-35.000 palestinos que trabajan en los asentamientos israelíes.

Los camiones traídos
de afuera son parte de las medidas de emergencia de Sal’ít. Por regla general, la empresa excava la materia prima de las
colinas aledañas, pero en virtud de la huelga de los obreros, que comenzó el
pasado jueves [22 de junio del 2011], la cantera extrae las piedras de afuera.
Las enormes piedras que traen los camiones se molerán en los molinos gigantes y
se transformarán en ripio. El material molido se enviará en camiones a la fábrica
de cemento ubicada en Giv’at Shaúl [dentro de las fronteras israelíes del 67.
Nota del traductor], y de allí a las obras de construcción en todo el país.

La mayoría de
los obreros están sentados en tiendas. Jazi, el director, consiguió convencer
a unos cuantos camioneros que quebraran la huelga, y opera las máquinas de
manera limitada. Los obreros no se inquietan. Estiman que en unos pocos días
comenzarán las fallas normales, y [la empresa] necesitará nuevamente la
destreza de ellos.

Nijaz Kadada
-conocido como “Abu Majmud”- padre de cuatro niños, ingeniero y miembro del
secretariado del sindicato, está sentado en la tienda. –“Nosotros no queremos
dañar la cantera; no queremos esta huelga” nos explica. –“[pero] con su
comportamiento y falta de sensibilidad la patronal nos obligó a declarar la
huelga. Nosotros queremos lo que nos corresponde por ley: pago del salario a
tiempo; jubilación; [que nos entreguen] recibos de pago; derechos sociales”.
Otro obrero -Musbaj El-Bahiíd- pregunta de manera retórica: “¿cuál es el
objetivo de la patronal? Empujar a los obreros a una situación en la que no se
organicen, que no conozcan sus derechos, y que cada uno se preocupe solamente
por sí mismo. Tenemos derecho a que finalmente lleguemos al siglo XXI en lo
que respecta a nuestras condiciones de trabajo”.

Los convencidos
obreros regresan a la tienda. La tela negra que les proporciona sombra es el único
refugio contra el sol ardiente. Dentro de la tienda se agrupan unos 30
hombres, todos de alrededor de 50 años de edad, peones comunes con la piel
quemada y llenos de manchas en la piel como producto de tres décadas de trabajo
en el desierto. Uno de los hijos de los trabajadores, habitante del vecindario
de casas precarias aledaño, trae una botella de agua; otro obrero parte una
sandía; alguien reparte pan casero.

A pesar del
fracaso en evitar que entren los camiones, en la tienda hay buen ánimo. Tal
vez sea la repentina liberación de un trabajo tan difícil, o tal vez la sensación
de respeto por la lucha por lo que le corresponde a los trabajadores, pero
tienen también un elemento adicional; el grupo, entienden sus miembros, es
parte de la historia: esta es la primera lucha organizada de obreros palestinos
contra patrones israelíes en los territorios ocupados, y bajo la dirección de
una organización sindical israelí.

Como todo
conflicto laboral en Israel, también esta lucha se hace bajo la aprobación de
las leyes del Ministerio de Trabajo israelí y protegida por un Juzgado laboral
israelí. Esta descripción es compleja, pero refleja muy bien la esencia de Ma’án, la organización sindical que dirige esta huelga. [La traducción
literal de la palabra hebrea ma’án es “dirección” (postal); datos del lugar a donde uno dirige una correspondencia
determinada. El nombre completo de la organización sindical es “Ma’án – Asociación para el apoyo a los trabajadores”. Sitio web (en
hebreo, árabe e inglés): www.wac-maan.org.il. Nota del traductor]

Ciudado mutuo

Este reportaje
debería haber comenzado de manera distinta: durante las últimas semanas [el
reportero] investigó los procesos de la comisión obrera de Sal’ít hacia la
firma del primer convenio de trabajo en los territorios ocupados de Judea y
Samaria. Se suponía que iba a ser un final satisfactorio para un largo
proceso.

Después de más
de dos años de difícil negociación, que incluyó confrontación de fuerzas,
retención de sueldos e interminables conversaciones por parte de los abogados
de ambos lados, iba a realizarse una última reunión el jueves pasado, 16 de
Junio. El martes previo a esa fecha, la comisión obrera recibió una llamada de
la patronal: la reunión se cancelaba, dijeron sin explicaciones. La comisión
obrera decidió romper las negociaciones. El trabajo se interrumpió.


Los trabajadores palestinos en la cantera cerca de Salit Mishor Adumim exigen sus derechos.

Los problemas en
la cantera Sal’ít no comenzaron ayer. La cantera fue creada por un tal Uzi
Kalev en los comienzos de los años ochenta. El permiso de excavación de rocas
lo recibió de la “Administración Civil” (autoridad cívico-militar de ocupación
colonial en los territorios palestinos. Nota del traductor). Alrededor de la
cantera existen las chozas de lata de los beduinos de la tribu de los “yahalín”.
Los obreros relatan que entre Kalev y los miembros de la tribu se estableció
un acuerdo de entendimiento: los beduinos le permitirían levantar la cantera, y
a cambio gozarían de lugares de trabajo.

El denso polvo
que emana de la cantera no hubiera sido aceptado con tranquilidad en la mayoría
de las poblaciones [judías] de Israel, pero la cantera hubiera podido ser parte
de una zona industrial de las aldeas Yahalín. A través de impuestos, debería
la cantera haber financiado la apertura de una escuela y la creación de
infraestructura. En realidad, los impuestos –al igual que la materia prima
producida por la cantera- pasan a Israel. Los beduinos se quedaron [solamente]
con los sueldos.

En los
territorios del “área C” (territorios palestinos
que permanecieron bajo control exclusivo israelí, sin ninguna intervención de
la Autoridad Palestina, según los acuerdos de Oslo de 1994. Nota del traductor)
operan hoy 11 canteras bajo propiedad israelí, regidas bajo permisos de la “Administración
Civil”. Sal’ít es una empresa privada, por lo que sus datos no están abiertos
al público. Un informe encargado en el 2008 por el Ministerio del Interior a
una oficina privada de arquitectos ejemplifica la extensión de los intereses
económicos en el mercado de la explotación minera: Sal’ít produce ripio
agregado que se usa para reforzar hormigón, que es el producto más solicitado
en la industria de la construcción, y representa más del 70 por ciento del
mercado de la minería y la excavación en Israel.

¿Hasta qué punto
es crítica la industria de las canteras en los territorios ocupados para la
industria de la construcción israelí? En el año 2007 el mercado israelí
utilizó 48 millones de toneladas de agregado de canteras del “área C”. Pasan a
Israel cada año unos nueve millones de toneladas de agregado, de un total de 12
millones de toneladas producidas en el sector.

El informe
establece que Israel depende del suministro de las canteras de Cisjordania y
que no hay ningún interés en renunciar a ellas en el futuro: “esas reservas, a
los niveles de productividad actuales”, se escribió en el informe, “abastecerán
[Israel] por otros 30 años aproximadamente, asumiendo que no se produzcan
cambios políticos en las fronteras del área C” No está claro cuál es la
situación financiera de Sal’ít, pero al parecer sus ganancias subieron con el
florecimiento del sector de bienes raíces en Israel. Los obreros de Sal’ít señalan
a unos cuantos camiones Mercedes Benz nuevos que la cantera acaba de comprar.

Desde que se
abrió la cantera, el grupo de obreros de Sal’ít se diversificó: varios de ellos
todavía vienen de la aldea de casas precarias aledaña; otros vienen de Ramala y
de la zona de Jebrón. Abu Majmud, por ejemplo, es un ingeniero que trabajó en
los pozos petroleros de Kuwait, y regresó a su tierra luego de la primera
guerra del golfo. Sus hijos estudian en Universidades de Cisjordania, y ya no
seguirán los pasos de su padre en las canteras. Luego de que la situación de
Kuwait se estabilizara, él recibió una propuesta de regresar, pero entonces ya
existía el optimismo de [los acuerdos de] Oslo. A pesar de la situación, él no
se lamenta de haber regresado. –“esto es mi casa”, dice.

Los obreros de
la cantera cumplen tareas variadas: mecánico de vehículos, choferes y herreros.
Las piedras son molidas por un gigantesco molino computarizado, pero abundan
los desperfectos, y solamente obreros calificados saben resolverlos.

A través de los
años, los obreros veían a la cantera como un lugar de trabajo, no fácil, pero
respetable. Nunca recibieron un simple recibo del pago de su salario, y nunca
marcaron reloj. Todo era según un sistema de “todo bien”. El trato general
del patrón era justo y agradable. Si alguien se enfermaba, él se preocupaba en
visitarlo y preguntar por su salud. –“Había en quién confiar”, dicen los
obreros. Hacia los finales de los noventa Kalev falleció y la fábrica pasó a
manos de sus hijos, y desde entonces dejaron de involucrarse en la dirección de
la misma. Bajo el nuevo manto de un gerente muy rudo, el negocio comenzó a
dirigirse con anarquía. Los obreros comenzaron a sufrir afrentas y abusos (nuestro
intento de hablar con el gerente con el objeto de que de su respuesta fue
respondido con un “vuelen de acá”).

Cuando se
juntaron todas estas humillaciones, el salario comenzó a apretar. Los
trabajadores comenzaron a buscar soluciones legales y se dirigieron a un
abogado de Jerusalén. Los obreros palestinos, en su situación, tienen temores
de enfrentarse con las patronales, pero sabían que tenían a su favor algunos
puntos fuertes. Primero, el nivel de especialización requerido de un obrero de
cantera es relativamente alto, por lo que [los patrones] no se apuraron en
despedirlos.

Aparte de eso,
uno de los obreros señala la fábrica y dice –“acá no hay muro” [alusión al muro de separación de los territorios ocupados. Nota
del traductor]. Las costosas estructuras de acero, de un valor de millones de
shekels, se levantan en un terreno abierto. –“El acuerdo era así”, nos dice – “nosotros
lo cuidamos, y él nos cuida a nosotros”.

A lo largo de
largos años y dos intifadas, en uno de los sectores más pobres del país,
golpeado por robos y rico en traficantes de metales, la cantera siguió
trabajando sin que la molestaran. Los gerentes judíos continuaron llegando al
lugar, incluso sin vigilancia. –“Solamente por concepto de vigilancia y
protección a los dueños deberían agregar cientos de miles de shekels al año”,
dice Assaf Adiv, secretario general de Ma’án.

Con el correr de
los años, los abogados israelíes proclamaron –y no lo consiguieron- una solución
a los problemas de los trabajadores por la vía estrictamente judicial. La Histadrut [Confederación oficial de trabajadores de Israel, nota del
traductor] no era relevante. De manera verbal se conectaron con la oficina de
Ma’án en Jerusalén, y llegaron a una reunión a conocerse. Las cosas comenzaron
a moverse: juntaron firmas, realizaron elecciones para elegir la comisión
obrera y comenzaron las negociaciones con los patrones. La conquista más
importante hasta ahora es la de que les entreguen recibos de pago, por primera
vez, desde el 2008.

“Como los
filipinos”

Para explicar cómo
se produjo el contacto precisamente con Ma’án, y no con la Histadrut, es necesario regresarse unos días atrás, al estallido de la
huelga: la asamblea anual de Ma’án en Tel Aviv.

Inspirados por
las revoluciones en el mundo árabe, el ambiente era optimista. Llegaron a la
asamblea alrededor de cien representantes de distintas comisiones obreras. Una
mezcla ecléctica de trabajadores, que no se hubieran juntado bajo ninguna otra
circunstancia: obreras agrícolas árabes de Galilea y de El triángulo [zona de Israel dentro de las fronteras del 67, al este de las
planicies de Sharon, donde se concentra una gran parte de la población árabe
con ciudadanía israelí. Nota del traductor], profesores de arte de la escuela
de teatro frontal y de la escuela [judeo-palestina] de Arte “Músrara” de
Jerusalén, una trabajadora mesera de un restaurante súper exclusivo de Tel
Aviv, trabajadoras sociales en lucha, y los palestinos de la cantera Sal’ít, quienes
recibieron un permiso de una sola vez para entrar a Israel.

Abu Majmud dio un discurso en nombre de los obreros, y en lenguaje poético
describió a Ma’án como “la barca del desierto que nos llevará a las playas
de nuestras aspiraciones
”. La organización adquirió
hace unos meses auriculares para traducciones simultáneas. Los miembros de la
dirección de Ma’án –varones [judíos] de origen ashkenazi y misrají
(respectivamente: de origen europeo y sefaraditas. Nota del traductor] y
mujeres árabes, dominan los idiomas hebreo y árabe con naturalidad, tanto que
las traductoras se confunden y no están seguras en qué idioma hay que hablar a
veces.

La organización
Ma’án se levantó a mediados de los años noventa, a partir de un grupo de
veteranos activistas de izquierda.

La estrategia de
Ma’án es la de entrar a todos los vacíos que la Histadrut deja. –“la Histadrut es un factor importante en la economía a favor
de los trabajadores”, dice Adiv. “yo no niego su posición. Pero la Histadrut
se retira del combate una y otra vez. En cuanto a fuerza de lucha es
sencillamente impotente. En especial en relación al obrero débil, al
explotado, al árabe. Porque ideológicamente esta cooptada para los
objetivos nacionales
”.

La Histadrut, en
opinión de Adiv, no abandonó al obrero árabe solamente:

“todo aquel cuya
educación es apenas inferior. Tal vez es un etíope, tal vez un adulto mayor,
tal vez uno que vive en Yerujám” (población del
sur de Israel compuesta mayoritariamente por judíos sefaraditas pobres. Nota
del traductor), dice Adiv. –“la Histadrut no lo defiende. Hace 25 años
organizaba en sus filas al 85 por ciento de los trabajadores en Israel, el
porcentaje más alto de los países occidentales. Hoy por hoy, solamente 26 por
ciento de la fuerza de trabajo está organizada. Es decir, más de la mitad de
los que participan en la fuerza de trabajo simplemente están tirados a un
costado. Al lado de esto, hay 30 mil trabajadores palestinos en los
asentamientos [coloniales] que no están organizados.”

A los
trabajadores palestinos en las fábricas israelíes los define como

“[están]
menos jodidos que los trabajadores [migrantes] africanos, apenas un poco mejor
que los tailandeses; un poco por debajo de los etíopes, más o menos como los
filipinos. Los árabes [ciudadanos] de Israel apenas un poquito por encima de
todos ellos. Así es el país. Entonces nosotros iremos adonde se encuentran
los débiles, y nos transformaremos en su dirección”.

La Histadrut no tiene que preocuparse por su posición, pero Ma’án les puede
proporcionar a sus directivos algo en qué pensar: en total pasaron por Ma’án en
los últimos diez años unos 8.000 obreros. Hoy la organización cuenta con unos
mil afiliados, y pagan cuotas de afiliación de unos 35 shekels al mes, y están
sindicalizados en 9 comisiones obreras distintas. En la misma organización se
emplean hoy unos 14 trabajadores. De acuerdo a la decisión de la propia
organización, cada uno de ellos recibe un salario mínimo. La mayoría de los
obreros que Adiv representa ganan más que él.

A la pequeña
tienda levantada al frente de la cantera llegan todos los días representantes
del sindicato de todas partes del país para apoyar a los obreros. Todos se
ubican en la tienda todos los días hasta las 16:00 hs. “La huelga es también
trabajo”, explica Abu Majmud y muestra la lista de presentes que tiene en su
mano. En el sindicato definen la huelga como “huelga hasta las últimas
consecuencias”.

Los obreros ya
hicieron huelga hace como un año durante cuatro días, y esa huelga terminó con
el comienzo de las negociaciones por un contrato colectivo. El petitorio de
salarios ellos definen como mínimo, lo que la ley establece. “y no menos
importante, que nos traten con respeto, dice Musbaj el-Beiíd. El mecanismo que
va a garantizar respeto, de acuerdo a la propuesta de contrato colectivo, es
una comisión obrero-patronal, que se reúna mensualmente y discuta los distintos
problemas.

Hasta la semana
pasada la patronal no se hizo escuchar. Pero el rabino Natán Netanson,
Presidente del Directorio de Sal’ít, le dijo a un periodista de Jerusalén que “ellos
[los obreros] no son niños pequeños, pero [que] ellos no tienen ninguna
comprensión de los mecanismos de comunicación entre los obreros y la empresa.
Todos esos derechos y todas esas cosas lindas son explicaciones de Ma’án, que
erosionan de los obreros la poca moral de trabajo que tenían. Desde que Ma’án
se encuentra acá, nosotros sufrimos de las cosas que ellos hacen, con menos
seriedad y con menos ganas. No me queda claro que estén haciendo las cosas de
manera inteligente, incluso para ellos mismos”.

Adiv explica que
“el salario de los obreros de Sal’ít es bajo. Si le llego a decir a los
patrones de Sal’ít que quiero duplicar el salario, entraría acá a una guerra
mundial. Nosotros reclamamos conquistas básicas. Es preciso llegar a algo
razonable y lógico”.

En el espíritu
de las revoluciones

Para ambos lados
[en conflicto] el tiempo es un factor fundamental. La cantera necesita
suministrar materia prima a sus clientes, y a los obreros se les terminará el
dinero. La mayoría de ellos gana unos 5000 shékels al mes; 200 al día. Día
sin trabajo es día sin salario. Ma’án, como sindicato pequeño, no tiene fondo
de huelga.

Unos cuantos
cientos de fábricas israelíes emplean a miles de obreros palestinos en el área
de Ma’alé Adumím, especialmente en la zona industrial de Mishor Adumím.
Huelgas, especialmente en las canteras, ocurren a menudo. Por lo general se
trata de fenómenos espontáneos. Cada lado (patrones y obreros) muestra sus músculos,
y entonces, o se viene una ola de despidos masivos, o el patrón israelí aumenta
unos cuantos cientos de sueldo para mantener la calma.

Pero huelga
organizada como ésta en Judea y Samaria es aparentemente la primera en su tipo.

¿Cómo es posible
que trabajadores palestinos declaren huelga bajo leyes [laborales] Israelíes?
Israel no anexó los territorios [palestinos] de manera amplia, sino que incluyó
leyes israelís en Cisjordania de a poco”, explica el Dr. Mair Paz-Fox, de la
Facultad de Leyes del Instituto Académico Ono de
Jerusalén. Algunos legisladores le llaman a esto “anexión legislativa”. Por
ejemplo, la ley de elecciones al parlamento, o la ley de asociación que se
incluye a los territorios, se aplican solamente para los colonos [judíos]. El Estado
de Israel quiere anexar los territorios y a la vez permanecer inmune a la ira
de todo el mundo. Entonces, los jueces solucionaron este dilema: cuando el
Estado trata de los israelíes, dice que hay que mirarlos como si la ley de
Israel se aplicara a todos ellos. ¿Dónde se complica el asunto? Cuando los
patrones son israelíes y los obreros son palestinos. Y acá aparece “la suprema
corte”: [la organización] “Kav la oved”
(literalmente: “línea para los trabajadores”.
Sindicato de organización y solidaridad obrera con personería jurídica en
Israel que agrupa por igual a obreros judíos, palestinos y trabajadores foráneos
no-judíos. Sitio web (en hebreo, árabe e inglés): www.kavlaoved.org.il.
Nota del traductor).

Kav la oved es
el grupo que produjo una revolución en las definiciones jurídicas confusas de
las fábricas israelíes en el “área C”. Esto ocurrió a comienzos de los años
2000. En una petición a la corte laboral hecha en nombre de obreros palestinos
de la Municipalidad de Giv’at Zeev, un obrero reclamó igualar sus condiciones
laborales –jubilación, indemnizaciones, horas extras- a las de los obreros
israelíes. La Municipalidad se negó bajo pretexto de que la ley que se debe
aplicar a ese obrero es la ley jordana. El obrero ganó el juicio en la corte
local, pero la Municipalidad apeló y ganó en la corte nacional. Kav la oved
apeló nuevamente a la Corte Suprema y finalmente prevaleció.

En Sal’ít, el
rabino Netanson se empecina en que “nuestra posición es que la huelga es
absolutamente permitida. Quien quiera ir a la huelga que lo haga. El Estado
les permite parar, y ellos pueden aprovechar ese derecho. Este contrato
colectivo no debería haber llegado a la firma este mes. Esos reclamos
infantiles no corresponden a personas adultas”. “No acordamos con los cambios.
Había material que era necesario que preparáramos. Queríamos actualizar [el
contrato]. Mientras tanto, Ma’án genera estos disturbios políticos”

Pero en la práctica
está claro que la huelga despierta interés. Por la carretera que conduce a
Ramala, pasan muchos automóviles con palestinos. Muchos tocan a veces las
bocinas en solidaridad. “La gente escucha que hay acá una huelga y quieren
saber qué ocurre”, dice El-Baiíd.

¿Acaso una
huelga organizada por un sindicato israelí puede alterar la realidad de los
hechos en Cisjordania? El Dr. Gai Davidov, especialista en jurisdicción
laboral de la Universidad Hebrea de Jerusalén, dice que las posibilidades de
triunfo de la huelga son escasas. “Para triunfar necesitan fuerza de negociación,
y no sé si la tienen”. “Incluso si tienen la protección de la ley, ellos
fracasarán al final si la cantera se empecina en su posición. Si ellos fracasan,
entonces otros no se apresurarán [a reclamar]. Si ellos triunfan, tal vez
entonces otros se animen en otros casos. La pregunta es hasta qué punto tiene
la cantera aguante. Por ejemplo, los obreros no tienen fondo de huelga, por lo
que no pueden sobrevivir un mes de huelga. En una situación como esa pueden
fracasar, aun cuando peleen. Por otro lado, es posible que la cantera afloje,
al entender que es importante que los obreros estén satisfechos”.

Assaf Adiv se
entrevistó con un medio periodístico de Jerusalén como uno de los únicos israelíes
que consiguieron ver la revolución egipcia de
primera mano. En todo lo que se refiere a Israel él prefiere ser realista:

“Nosotros
creemos que toda pequeña mejora ayuda a construir autoestima, sensación de de
fuerza y sensación de que el cambio es posible. Por lo tanto Ma’án lucha para
que el obrero reciba otros mil shékels, otro punto de porcentaje de jubilación.
Esto no hace que el obrero se haga conservador sino todo lo contrario, que se
vuelva seguro y fuerte.”

Abu Majmud, que
se sienta con sus camaradas en la tienda, se anima a establecer la relación
entre su lucha organizada y las revoluciones:

-“La revuelta en
Egipto se dio debido a la corrupción y los atropellos del gobierno”, desmenuza.
–“Acá, nuestros reclamos a la patronal son similares: queremos justicia y
respeto”.

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