Nuevo poema de Silvia Delgado Fuentes. Ilustración a cargo de nuestro colaborador habitual Kalvellido

Yo no quiero, mañana, abrir los ojos y ver a la infancia en carne viva. Llenos de caries y de piojos. Tosiendo, meados, desnutridos.

Yo no quiero que les mastique un mundo que ellos nunca eligieron, donde sólo les quede la dentera de ser parias, de ser nada, de ser polvo arrastrado por la ceguera de quien manda.

Yo no quiero verlos errantes por las calles, goteando hambre y desvelos, respirando ignorancia, temblorosos de frío y hambre. Temblorosos de miedo e impotencia, temblorosos, sin modales, sin canciones, sin escuelas.

Yo no quiero, mañana, abrir los ojos y ver a la infancia en carne viva. Llenos de caries y de piojos. Tosiendo, meados, desnutridos.

Yo no quiero que les mastique un mundo que ellos nunca eligieron, donde sólo les quede la dentera de ser parias, de ser nada, de ser polvo arrastrado por la ceguera de quien manda.

Yo no quiero verlos errantes por las calles, goteando hambre y desvelos, respirando ignorancia, temblorosos de frío y hambre. Temblorosos de miedo e impotencia, temblorosos, sin modales, sin canciones, sin escuelas.

Yo no quiero verlos sentados alrededor de mesas silenciosas vacías de pan y de esperanza, bebiéndose las lágrimas que sus padres derraman como si no se acabaran nunca y nunca pudieran mirarse de frente sin ver el espanto en sus caras.

Yo no quiero una infancia que viva muriéndose sin ternura, sin unos pedazos de tiempo alegre, sin unos abrazos que los proteja de veras de esta noche tan criminal y larga que les espera.

Yo no quiero eso, niños descalzos, niños hambrientos, niños deformes de justicia, niños amputados, mutilados por esta realidad que lleva el futuro a la mierda.

Yo no quiero niños atados de las manos, amordazados, sin ideas.

No quiero esos niños del futuro con el corazón apedreado.

Los quiero libres, abriendo de par en par la risa y las letras, ahuecando el pecho, sin cansar sus lenguas.

Los quiero limpios, tan limpios como el amor que de verdad es una entrega.

Tan limpios como la vida cuando de verdad se pelea.

Tan limpios como la victoria en esta enorme guerra.

Por eso, yo hoy, miro mi mano izquierda y la levanto convertida en un puño, para que esos niños que vengan, tengan otro mundo.

Un mundo donde nos dejemos la piel combatiendo el sistema, venciendo a la bestia.

Un mundo que acaricie definitivamente su calavera.

Silvia Delgado Fuentes


Fuente: Silvia Delgado Fuentes