Artículo publicado en Rojo y Negro nº 389 mayo.
Han pasado 87 años del conflicto de Mayo del 37 y los graves sucesos ocurridos, principalmente en Barcelona, con enfrentamientos armados entre milicias anarquistas de CNT/FAI junto a las del POUM, siendo estas atacadas por agentes del autoritarismo soviético, en aquel momento del sector estalinista, aliadas con fuerzas republicanas, PSUC y de la Generalitat de Catalunya, marcaron un antes y un después histórico, incluida la presencia en cargos de gobierno de militancia anarcosindicalista y faísta. Las bases de la CNT acusaron a ciertos dirigentes de traición, de desviación ideológica del proyecto social y transformador iniciado, colectivos como “Amigos de Durruti”, las Juventudes Libertarias, las columnas anarquistas, como la de Hierro, Ascaso, Aguiluchos, Durruti, Tierra y Libertad… amenazaron con dejar el frente. El Consejo de Aragón, el de Levante, las Colectividades levantaron la voz contra el radical giro que amenazaba sus proyectos, el desánimo popular aumentaba, la hoguera del conflicto ya no paró de arder y destruir…
Se iniciaba un largo desencuentro entre el movimiento partidario de la Revolución Social Libertaria, con el lema “Guerra y Revolución van juntos” y las estructuras del poder burgués y estatista, contrarias a dicho proyecto. Hacía casi un año del golpe militar franquista de julio del 36, y volvían a levantarse barricadas y gente armada tras ellas. Junto a los tiros, la represión y las detenciones, se estaba fabricando el desmantelamiento del proyecto Colectivista, de las socializaciones de los sectores productores, en manos de los Comités obreros, para volver a un control político y estatal de élites republicanas. También para militarizar las milicias. La memoria oral de la época, decía: “Los del poder tenían más miedo a la Revolución que a los fascistas”.
Las Jornadas o Hechos de Mayo de 1937 se inician entre el 3 y el 8 de mayo de 1937, en diversas localidades de las provincias de Catalunya, Aragón y Levante. Fue en el centro de Barcelona donde mayor lucha hubo. Volvieron las barricadas a las sedes de sindicatos y partidos, como el local de Telefónica, de CNT, en Via Layetana, enfrentamientos en las Ramblas y plaza Catalunya entre milicianos y guardias de asalto, carabineros y gente del PSUC, se dirimían las grandes e insalvables diferencias, que venían desde julio del 36, entre el conjunto de fuerzas republicanas y las fuerzas revolucionarias.
Por si queréis leer, hay bastante escrito sobre los hechos y las consecuencias, estudio de víctimas de los combates, encarcelamientos, desapariciones de militantes…, desde libros, artículos y hasta cómics, las jornadas de mayo han llenado miles de páginas, con argumentos y explicaciones diversas, según quien lo escriba, mas podemos destacar dos trabajos que tratan el tema en profundidad: “Les Víctimes dels Fets de Maig”, de J. M. Solé y J. Vilarroya y el de Agustín Guillamón “Barcelona, mayo de 1937”, junto a otros potentes trabajos.
De atrás venían las luchas y las diferencias entre el marxismo del soviet y las tesis libertarias, desde la I y la II Internacional, desde que los anarquistas de Néstor Majnó habían sido barridos por los bolcheviques, desde que el ejecutivismo de los Comités había sustituido al poder de las asambleas, parecía que todo se confabulaba para barrer el proyecto igualitario libertario y así fue. La memoria oral de las personas que lo vivieron nos transmitió el mensaje, claro y llano, de cómo era aquel pueblo trabajador y su época, con sus aspiraciones a construir aquella nueva sociedad prometida, transformada de abajo hacia arriba, sin rastro de diferencia de clase y privilegios. Una nueva humanidad, con ese bien tan preciado como es la libertad como base social, la justicia y la igualdad como práctica a cumplir, con el federalismo y el internacionalismo como sistema, desde el municipalismo. El feminismo y el anarcofeminsmo traerían la igualdad real, sin condición de género, erradicando de raíz el patriarcado, y la autogestión de los medios de producción daría toda la autonomía al pueblo trabajador.
La Utopía estaba en marcha, organizada y preparada. No pudo ser. Ha pasado el tiempo, la lección está aprendida, solo el pueblo salva al pueblo, nada hemos de esperar de quien no piensa en colectivo, de quien solo quiere su beneficio personal o de su grupo específico. Por tanto, podemos asegurar que la Utopía sigue viva, en espera de las condiciones idóneas para ser realizada. Mientras llega, toda piedra hace pared, sigamos preparado, debatiendo y construyendo, tanto ayer, como hoy y mañana, mantengamos vivo el Ideal y la llama de que un nuevo mundo, mejor y para todas, es posible y crece cada día en los hogares del pueblo.
Joan Pinyana
Fuente: Rojo y Negro