Varios días después de las elecciones del 25 de enero de 2015 y de la formación del nuevo gobierno de Alexis Tsipras, en un barrio del norte de Atenas, el director de uno de los establecimientos de una conocida cadena de venta de electrodomésticos llamó a los trabajadores para hablar con ellos. En esos días, los recién nombrados ministros anunciaban las medidas que el nuevo gobierno piensa tomar en el futuro inmediato para satisfacer las reivindicaciones que en los últimos años lleva planteando el movimiento obrero sindical.

 

 

 

Este hecho es digno de tener en cuenta, especialmente si pensamos que en los centros de trabajo en los últimos años lo que impera es el miedo y la sumisión. Impera el miedo a causa de la intimidación empresarial y las amenazas de los directores, propiciadas por la política llevada a cabo por los gobiernos anteriores, claramente favorables a los memorándum. El hecho es también revelador del clima psicológico que ha creado entre los trabajadores la victoria de Syriza. Un clima de alivio y alegría («por fin se marcharon»), la esperanza de que las cosas empiecen a cambiar para mejor. Por desgracia, predominan el realismo y las expectativas a la baja («ojalá hagan aunque sea sólo la mitad de lo que han prometido»). Unas expectativas cultivadas de forma muy ingeniosa por los propios cuadros de Syriza.

El proceso de debate de las declaraciones programáticas del gobierno en el Parlamento tuvo al pueblo entero pendiente del televisor. Durante varios días, la gente veía los discursos lanzados desde la tribuna del Parlamento y los debates políticos de los grandes canales de televisión. Durante días, en el trabajo, no se hablaba más que de eso con los compañeros. Mientras los mandatarios gubernamentales viajaban por Europa y se reunían con los representantes de la Unión Europea, se avivaban las discusiones sobre política en todas partes. El gobierno se apresuraba a crear un perfil de negociador duro ante los europeos y la gente sentía que sus esperanzas se verían cumplidas.

Una consecuencia de este clima psicológico son las masivas concentraciones organizadas en el centro de Atenas y en otras muchas ciudades los días que se realizaron las reuniones decisivas con los europeos. Estas concentraciones fueron organizadas a través de las redes sociales. Miles de personas se sumaron a ellas para apoyar al gobierno, el primer gobierno que por fin negocia armado de valor con los extranjeros, tal y como cree la gente. En estas concentraciones participó mucha gente más allá de los votantes de Syriza, incluso votantes de la derecha. No se trata sólo de concentraciones de apoyo, sino también de una forma de presión. Concentraciones que expresan una exigencia: que el gobierno no dé marcha atrás en el asunto de la deuda. El gobierno intenta llegar a un acuerdo con los acreedores. Un compromiso que bañarán en oro para que el pueblo lo acepte. Las concentraciones masivas constituyen un obstáculo para ellos en dicho intento.

Todos los que creemos y luchamos por las ideas del sindicalismo combativo autoorganizado hemos de tener en cuenta el talante mostrado por los trabajadores y actuar de forma que este talante se vaya transformando en una actitud cada vez más reivindicativa. Mantengámonos alejados de la lógica del ninguneo de las masas («no va a cambiar nada porque hayáis votado a Syriza», «os estáis engañando a vosotros mismos», etc.). Las fuerzas combativas del movimiento obrero deben esforzarse por transformar la esperanza que siente la gente en movilización activa y en lucha. «Vamos ahora mismo a reclamar lo que nos pertenece a la empresa. Vamos a decirles que si no se han enterado de que las cosas han cambiado tendrán que enterarse ya, las cosas no van a seguir como hasta ahora…» «Vamos al Ministerio a reclamar una solución a nuestro problema… No podemos esperar, no podemos quedarnos de brazos cruzados, los problemas son muchos y graves.» Es imprescindible que nos encontremos con la gente, con los trabajadores, y no que los afrontemos con aires de grandeza y de superioridad, para decirles después: «Ya os habíamos avisado… Os estabais engañando a vosotros mismos». Esta es, desgraciadamente, la actitud del PAME y el KKE, así como de parte de la izquierda extraparlamentaria y del movimiento anarquista y antiautoritario.

Ha llegado el momento de luchar por que los sindicatos se conviertan de nuevo en polos de atracción. El momento de contraatacar. Para recuperar todo lo que nos han quitado en estos últimos cinco años (con los memorándum) y conquistar mucho más, conquistar todo lo que nos pertenece.

Los ministros ya han empezado a amedrentarse. Nos dicen que las reivindicaciones de los movimientos sociales y sindicales, que eran promesas de Syriza, se van a ir satisfaciendo gradualmente. P.ej., el salario mínimo de 751 euros se empezará a aplicar de forma progresiva a partir del año 2016. Los altos cargos gubernamentales quieren con sus declaraciones contentar por igual a empresarios y trabajadores. Eso ni puede suceder ni debemos admitirlo. En la práctica, eso significa satisfacer las demandas patronales a costa de las necesidades de los trabajadores. El lema de nuestras luchas «Los intereses obreros ante todo» es más válido que nunca.

El 5 de abril, los trabajadores del sector del comercio están llamados a trabajar, tal y como estableció por ley el anterior gobierno. ¿Habrá solucionado ya para entonces el tema el gobierno de Syriza? Los trabajadores no aceptarán ir al trabajo otra vez más en domingo. Reaccionarán. Responderán con la huelga y la protesta. La Coordinadora contra la abolición del domingo como día festivo se encuentra al pie del cañón.

Ya ha empezado a desarrollarse, por parte de sindicatos de base, colectivos de trabajadores y asambleas de parados, una campaña en reclamación de un subsidio del paro para todos los parados y paradas, sin condiciones y durante todo el tiempo que el trabajador esté en paro. De forma paralela, continúan las acciones y campañas por un transporte público gratuito para los desempleados. ¿Qué va a hacer el gobierno ante eso? ¿Y cuándo lo hará? Los parados no pueden esperar.

En sectores como la hostelería, el comercio, el mundo editorial y librero, y en otros muchos, los sindicatos continúan con sus luchas contra los despidos, contra los impagos y contra los abusos patronales. ¿Va a legislar el gobierno a favor de los trabajadores? ¿Cuándo? ¿Los mecanismos de control del Estado se posicionarán a favor de los trabajadores? ¿Cuándo? Los ministros tal vez no comprendan la gravedad de los problemas. Los trabajadores, en cambio, no pueden esperar más.

La Unión Sindical Libertaria (ESE), los sindicatos de base y los colectivos y agrupaciones del sindicalismo de clase lucharán unidos en las movilizaciones que surgen con las inquietudes, las esperanzas y las reclamaciones de los trabajadores, esforzándose por expresar tanto sus necesidades actuales como una perspectiva obrera de más largo plazo.

Dinos Palestidis

Miembro de ESE Atenas


Fuente: Dinos Palestidis: Miembro de ESE Atenas