El siguiente texto es un análisis, un pronunciamiento y un llamado desde Chiapas, sobre las agresiones actuales a las comunidades zapatistas, la contextualización de las mismas y la urgencia de defenderlas.
“No necesitamos papeles firmados por los malos gobiernos porque no son ellos los dueños de la tierra, los verdaderos dueños fueron nuestros abuelos y bisabuelos, por eso nuestros compañeros la trabajan y producen para el bien colectivo y la vamos a defender cueste lo que cueste” (Pronunciamiento de la JBG, Caracol V, 30 Septiembre).
“No necesitamos papeles firmados por los malos gobiernos porque no son ellos los dueños de la tierra, los verdaderos dueños fueron nuestros abuelos y bisabuelos, por eso nuestros compañeros la trabajan y producen para el bien colectivo y la vamos a defender cueste lo que cueste” (Pronunciamiento de la JBG, Caracol V, 30 Septiembre).
Chiapas, México. Somos compañeros y compañeras que conformamos el Espacio de Lucha Contra el Olvido y la Represión (ELCOR), desde que recibimos la tercera denuncia pública de la Junta de Buen Gobierno “Nueva Semilla que Va a Producir”, Caracol V “Qué habla para todos”, ante la situación que se vive en la comunidad Comandante Abel; y en el marco de los 29 años de la fundación del EZLN (17 de noviembre) y los 19 del levantamiento armado (1994). Queremos acercarnos a los corazones de todos y todas para compartirles una lectura que nos permita fortalecernos y organizarnos para y desde la defensa de la tierra y el territorio de quienes luchamos por ese otro mundo posible. Para nosotros y nosotras regularizar la “Tierra Recuperada” a favor de paramilitares es un insulto, un agravio histórico, para todos los que luchamos por un país y mundos posibles con Justicia, Libertad y Democracia verdaderos.
¡Contra el Olvido es nuestra consigna!
Creemos sumamente importante rememorar la historia de los pueblos en lucha -aquella donde el pasado es presente para construir el futuro- para no permitir que la tierra regrese bajo control de gobernadores terratenientes, rancheros arrendatarios, militares y guardias blancas, como se caracterizó Chiapas durante siglos.
“La historia de arriba” nada de esto nos ha relatado, en el presente nos siguen presentando a Chiapas como pasaje turístico y folklore, bastión de “recursos naturales y humanos”.
Pretenden que entendamos qué el despojo es una forma legal cuando bien sabemos que es mecanismo para regularizar tierra a favor de sus intereses como clase, defendidos además, por paramilitares. Sabemos bien que la represión es inherente para establecer un Estado déspota con una dictadura de partido que nunca se fue.
Lo qué no saben es qué luchamos contra el olvido y la represión, es decir, contra el sistema capitalista que impone un modo de vida que acaba con la vida misma, y contra un Estado liberal moderno qué impone violencia, desprecio, cárcel, tortura y muerte expresada en sus leyes, partidos e instituciones.
En cambio, los y las zapatistas nos han enseñado sobre y desde la historia a darle lugar a la memoria. Hemos entendido qué legalizar la tierra no es garantía para que los pueblos y familias campesino-indígenas sean acreedoras de un derecho fundamental para mantener la existencia humana. Es decir, hemos aprendido a entender que la dignidad no se compra, y abunda en territorio zapatista.
Conocer el proceso de la recuperación de tierra por parte del EZLN es evocar un pasaje histórico que va de un sistema colonial representado en la hacienda, a la tierra recuperada, y así a la construcción de territorio autónomo anticapitalista, hoy representado en los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas. De ahí que el levantamiento del 1 de enero de 1994 expresó “levantarse en armas contra el olvido, el desprecio y por la dignidad”
No han sido pocos los testimonios de compañeros y compañeras bases de apoyo zapatista para acercarnos a ese Chiapas de grandes haciendas, apropiadas por terratenientes no indígenas, europeos y estadounidenses. En 2007, en el Primer Encuentro de las Mujeres Zapatistas con las Mujeres del Mundo, realizado del 29 al 31 de diciembre en el Caracol de La Garrucha, como parte del tercer Encuentro de los Pueblos Zapatistas con los Pueblos del Mundo, las palabras de cuatro ancianas permitían acercarnos a la vida de mujeres indígenas dentro de las haciendas. Ahí su día empezaba a las dos de la mañana para cortar la leña, acarrear el agua, llegar hasta la casa grande del patrón, preparar café, moler la sal, hacer tortillas, panela, pozol. Limpiar la casa, bañar y alimentar a los hijos ajenos, lavar la ropa de los hacendados, cuidar a los animales. Al final del día, llegar a su modesta choza a hacer lo propio. Descansar cuatro horas y al día siguiente, la misma jornada. La abuela Amira compartió: “el patrón nos tenía como animales”. Su voz sube de tono cuando reivindica que el levantamiento zapatista en 1994, les permitió dejar esa forma de esclavitud, “sino ahora seríamos mozas, el patrón era bravo, esos tiempos eran de mucho sufrimiento”, dice la anciana al tiempo que baja el rostro por largos segundos y sigue: “llego un día que el patrón ordenó a su gente para que agarraran y colgaran a la mujer para que la pudiera violar. Don Enrique Castellanos y Javier Albores tuvieron familia con sus criadas, si uno no entrega a su hija lo colgaban en el palo”. Eso ocurrió, dicen, cuando trabajaban en las fincas El Rosario, Las Delicias y El Porvenir. La anciana Eva (en traducción de la compañera Lucia): “en los cañaverales molíamos sal para alimentar el ganado del patrón, a veces más de 100 kilos, el capataz nos vigilaba, nos pegaba con chicote, era tan duro que nos desmayábamos de dolor. Al esposo lo amarraban en un árbol desnudo durante uno o dos días, a nosotras nos hincaban en piedra filosa hasta que nos sangraban las rodillas”.
Lo qué hemos aprendido: “Luchar contra el olvido que impone la historia de los de arriba”
Para nosotros y nosotras, luchar contra la desmemoria ha sido producto de caminar y escuchar a los hermanos y hermanas bases de apoyo zapatistas y estar con el corazón abierto y atento a sus pronunciamientos. Hemos aprendido que desnudar la historia de agravios es visibilizar en retrospectiva a Chiapas para construir nuestros calendarios.
Una gigantesca hacienda
Aprendimos a tener presente la historia de agravios hacia los pueblos campesinos indígenas mayas, aprendimos a visibilizar los intereses de clase en humor negro cuando la oligarquía guatemalteca expresó: “más vale ser cola de león que cabeza de ratón”, antes de ser firmada el Acta de anexión de 1824, cuando Chiapas pasó a formar parte de México. No olvidamos que desde esta fecha y durante el siglo XX, Chiapas era sinónimo de “una gigantesca hacienda” apropiada por terratenientes no indígenas, constituida a partir del saqueo de bienes comunitarios y el proceso de inserción del trabajo forzado. Donde someter, excluir, humillar, asesinar eran consignas de “civilizar”, en una u otra geografía. Pero sobre todo aprendimos qué siempre están las geo-grafías de los de abajo, las de la resistencia, las de la dignidad.
Un latifundio abierto
El proceso histórico de la colonia al capitalismo como forma social de la reproducción de un sistema de dominación llevo a la conformación de un “latifundio abierto”, aquel del cual nos hablan las bases de apoyo zapatistas, donde se mantenía la servidumbre rural; salarios de hambre, o peor aún el pago con agua ardiente (alcohol/posh) y explotación de la fuerza de trabajo, acompañado por la violencia impuesta por un sistema de relaciones extraeconómicas, explotación de mujeres y niños/as y sobre éstos el derecho de pernada del patrón, es decir, que podían disponer sexualmente de las hijas y mujeres de los mozos. Todo era condición histórica para el anclaje entre el colonialismo interno y el desarrollo del capitalismo dependiente/periférico. La etapa de acumulación originaría del capital, se vivió brutalmente con el dictador liberal Porfirio Díaz (1876-1910), dónde el robo sobre tierra indígena fue una condición. La dictadura porfirista implicó la negación de la tierra para los indígenas para ser apropiadas por los grandes latifundios, así los campesino indígenas desposeídos si querían seguir existiendo tenían que ser peones acasillados y sujetos al sistema de deudas de los terratenientes, lo que mantenía sometidos por generaciones a los indígenas.
En Chiapas las fincas/latifundios eran ejemplo de cómo una persona podía tener en propiedad un millón 807 mil 369 hectáreas, de las cuales 40 mil habían pertenecido a pueblos indígenas. Así, transformar la estructura terrateniente que dominó desde el Siglo XVI y el modelo de plantaciones de cultivos tropicales de exportación del siglo XIX era un gran reto.
Una reforma agraria inconclusa, 1920-1994
Después de 1920, fincas medianas y latifundios simulados seguían en poder de los mismos apellidos de origen colonial: Esponda, Castellanos, Ferrera, Guillén. La conocida Reforma Agraria, producto de la Revolución Mexicana fue inconclusa en Chiapas, lo que permite visibilizar un proceso donde el paradigma de la revolución agrarista de 1910 en México seguía olvidándose de un sector fundamental del medio rural: los indígenas.Hablar del ejido y la comunidad indígena lleva implícito el desafío de no separar por una parte que dichas estructuras agrarias se construyeron sobre sudor, sangre y fuego, por un ejército de soñadores que convocaba Emiliano Zapata, con la consigna de Tierra y Libertad. Sin embrago, el poder de arriba sembró en dicha estructura agraria caciquismos y clientelismos de los cuales se aprovechó la clase política y las oligarquías estatales y regionales en el país. En la práctica. el agrarismo indígena maya se cimentaba en la oposición histórica entre tzeltales, tzotziles, choles, tojolabales, mames y los kaxlanes (no indígenas), finqueros, patrones, rancheros, extranjeros y militares1.
Las demandas de tierra, comercio, educación y salud del Primer Congreso de 1974, no son sólo un referente de la irresuelta reforma, sino también síntoma de rebeldía y dignidad organizada, sólo qué hubo quienes resistieron y fueron visionarios ante la respuesta del gobierno: represión y cooptación vía asistencialismo. Éstos siguieron organizándose contra el olvido y por la memoria, nueve años después fundaron el EZLN, levantándose en armas en 1994 para qué Zapata cabalgara en el sureste mexicano haciéndose el corazón del pueblo; el Votan Zapata.
El sueño fallido ante la reforma al artículo 27 Constitucional
Desde hace casi treinta años, las decisiones económico-políticas que comenzaron a caracterizar a la “globalización imperial”, fueron estratégicas para llevar a cabo un ordenamiento territorial que permitiera la acumulación de capital en aquellos territorios habitados por pueblos indígenas que seguían resistiendo (hoy el Proyecto Mesoamericano es finalidad del capital). Por tanto, se reformó el artículo 27 constitucional en 1992 y con éste sencillamente la redistribución de la propiedad rural para uso comunitario se vio frustrada, dejando claro qué el reparto agrario había terminado, reafirmando para los indígenas la marginalidad de sus derechos en materia jurídica, arrojando a la mercantilización la propiedad social (comunidades y ejidos) con el Programa de Certificación de Derechos Ejidales (PRODECDE). A la fecha el 75 por ciento de la propiedad social en el país está parcelada, es decir, puede pasar a manos de terceros y ser susceptible a ser enajenada. Objetivo principal de las reformas neoliberales en materia de reforma agraria. Esto ha sido posible en el marco de la firma del Tratado de Libre Comercio con América del Norte. Esta segunda decisión dada a conocer en 1994, llevó a que en Chiapas la respuesta de ambas medidas agilizara la rabia acumulada ante el agravio histórico y ante la irresponsable y cínica actitud del gobierno con respecto a la sociedad rural.
Desde hace dieciocho años el levantamiento zapatista se pretendió acallar por la violencia ejercida desde el Estado, el ejército federal (actualmente 77 campamentos militares en Chiapas y 54 en zona autónoma) y los grupos paramilitares (entre los que destacan la ORCAO, la OPDDIC y Paz y Justicia), sumando la violencia de las políticas gubernamentales, propiciando una cultura de dependencia institucional a través de programas asistenciales que refuerzan la exclusión e invisibilidad de los pueblos como sujetos de derechos colectivos . También se suma una nueva normatividad implementada por los organismos trasnacionales al negociar las interacciones entre la ley nacional y los actores extranjeros, ya se trate de empresas, de mercados o de organizaciones supranacionales.
Una Reforma Agraria de facto, otro mundo posible caminando
El sector históricamente más olvidado, explotado y discriminado del medio rural mexicano decidió levantarse en armas y en las primeras dos semanas “recuperar tierras” que estaban en manos de finqueros. Su no legalización fue una decisión colectiva para evitar un despojo posterior, pero además y sobre todo, una decisión ético-política para re significa la tierra como “tierra digna”, en su lucha contra el olvido y por la memoria.
La insurrección campesino-indígena zapatista además de exigir tierra, reclamó trabajo, techo, salud, educación, alimentación, comunicación, paz, libertad, justicia, democracia e independencia. Estas últimas exigencias, confirmaban que la democracia del Estado liberal moderno y el colonialismo interno seguían siendo fundamentales para seguir manteniendo la explotación y opresión hacía los excluidos de siempre. Por tanto, se proponía la construcción de un sistema político que permitiera que la acción histórica colectiva mandara y hubiese quienes obedecieran a las mayorías.
Veinte años después los sujetos emergentes campesino-indígenas mayas que surgieron con el levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, mostrando el rostro de la dignidad caminando, ensayan una autonomía de facto y plantean que una verdadera reforma agraria sólo será posible si las relaciones de explotación y opresión desaparecen. Sólo así la consigna “Tierra y Libertad” se recontaría con la de justicia.
Los y las zapatistas han defendido la tierra que hoy sigue viva por el sudor de los abuelos y abuelas que trabajaron en esas haciendas y la sangre de quienes dieron su vida para que los sueños los caminen otros y otras. Hoy nos toca caminar y defender esa tierra donde se construye otro mundo posible, la rebelión contra el olvido y por la memoria se expresaba en las geografías del sureste mexicano. Para quienes les siguen preocupando la cantidad de hectáreas en posesión de las bases de apoyo, la respuesta es simple: “Los Territorios Autónomos rebeldes Zapatistas están delimitados por la dignidad”, si estas por ahí y no alcanzas a sentirla no estás en territorio zapatista. Esto también aprendimos.
¡Contra la Represión nos sumamos y luchamos!
Haciendo hincapié en lo que nos nombra como colectivo creemos necesario no sólo sumarnos con mayor indignación al repudio de la violencia permanente a los ataques, amenazas e intimidación hacia las familias bases de apoyo zapatistas de la Comunidad Comandante Abel y Unión Hidalgo, del Municipio Autónomo Rebelde Zapatista la Dignidad; sino además, repudiar el cinismo del Plan Estratégico de Contrainsurgencia que pretende funcionar y que tiene como columna vertebral:
a) El control de “Tierra Recuperada” mediante la táctica de invasión y desplazamiento, pretendiendo engañar a los pueblos del mundo de qué se trata de un problema intercomunitarios. Como recientemente salió en el diario La Jornada (28 de septiembre), en una nota pagada que no tiene vergüenza.
b) Inmediatamente después de la invasión se pretende materializar la “legalización” de la posesión en manos de grupos paramilitares.
c) Revestir dicho plan como conflicto por tierra, donde el Estado (y sus tres instancias de gobierno, así como las instituciones) pasa de ser un estratega en el proceso de desposesión a un benefactor de la tenencia de la tierra y las políticas de asistencialismo. Qué como sabemos pretenden imponer mayor control territorial y dependencia institucional y no acabar con la explotación, opresión y marginación.
Creemos fundamental que ante estas tres estrategias del mal gobierno, dictadas por las políticas imperialistas de instituciones transnacionales como el FMI y el BM:
a) Repasar el proceso histórico de despojo, desprecio, exclusión hacia los y las campesino/indígenas evocando la Ley Revolucionaria Zapatista que se materializó primeramente en la ocupación de tierra que estaba en manos de hacendados/finqueros/latifundistas. Así como las trece demandas por las cuales comenzaron la lucha los compañeros y compañeras zapatistas por una vida digna y en paz; un país con Justicia, Libertad y Democracia.
b) Difundir diferencias entre quienes tuvieron que levantarse en armas para ser sujetos de derecho colectivo en la apropiación de tierra y territorio -y consecuentemente desplegar una forma para hacer la Autonomía- y quienes luchan a favor de los intereses del Estado, el capital y contra la justicia, democracia y libertad, como es el caso de los grupos paramilitares y militantes partidistas del PRI, PAN y PRD, así como de cualquier partido que pretenda creer que la arena electoral es el trampolín para la democracia.
c) Resaltar y pronunciarnos en contra del accionar de los grupos paramilitares, priistas y policías que dedican su tiempo no ha sembrar y construir, sino a destruir el trabajo colectivo, a robar los esfuerzos que representa la producción colectiva (maíz, fríjol) y cínicamente hacerlo custodiados por miembros de su organización portando armadas. Policía que actúan en complicidad para legitimar el robo y sumarse a los hostigamientos como sucedió el 12,14, 27 y 28 de septiembre. Los priistas como todo sujetos de asistencialismo estiran la mano para recibir unos cuantos pesos y una que otra caja de despensa. Paralelamente los beneficiarios de migajas levantan los techos de lo que será un campamento policial.
d) Confirmar que los funcionarios de gobierno, como el secretario de Gobernación, Noé Castañón. a lado del subsecretario Maximiliano Narváez, figuran como actores que propician el despojo, la violencia y la injusticia que les dictan Felipe Calderón y Juan Sabines.
Compañeros y compañeras, lectores y lectoras de Desinformemonos, hoy para muchos y muchas de nosotros y nosotras la lucha zapatista del sureste mexicano está mostrando a los movimientos hoy llamados socioterritoriales, qué confirmen cómo se pueden transformar las relaciones sociales y políticas del continente. Lo que era un territorio configurado por grandes latifundios de producción cafetalera, fincas ganaderas y monterías madereras y chicleras – basadas en relaciones de explotación y opresión, hoy son Caracoles Zapatistas, abrazados por comunidades que dibujan Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, donde se ensayan relaciones de reciprocidad, solidaridad y convivencialidad. Hoy estamos siendo testigos de qué otro mundo es posible y si quieren conocerlo hace falta difundir la situación y sumarse desde cada geografía a la defensa de las geo-grafías zapatistas.
¡Contra el Olvido la Memoria! ¡Contra la Represión la Solidaridad! Espacio de Lucha Contra el Olvido y la Represión (ELCOR)
1. El periodista, compañero y escritor político Gaspar Morquecho detalla con precisión la vida política de Absalón Castellanos Domínguez definiéndolo como “un político y militar mexicano, miembro del Partido Revolucionario Institucional; gobernó la entidad de 1982 a 1988; egresó del Heroico Colegio Militar en junio de 1942. Fue comandante del cuerpo de cadetes, del Primer Grupo Mixto de Armas de Apoyo del Cuerpo de Guardias Presidenciales cuando tenía el rango de mayor y teniente coronel. Luego comandó la guarnición de Manzanillo, Colima; fue director de la Escuela Militar de Clases Mariano Escobedo, comandante de la 18 Zona Militar, de la 2 Zona de Infantería y del Campo Militar 1; director del Heroico Colegio Militar; inspector general del Ejército y comandante de la 13 y de la 31 Zona Militar en San Cristóbal de Las Casas. En 1980, comandó las tropas que masacraron a indígenas en Wololchán. En 1989, la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos denunció que, durante el gobierno de Absalón Castellanos, se registraron 153 asesinatos políticos, 327 desapariciones de campesinos, 692 detenciones, 503 secuestrados y torturados. El presidente de la República era Miguel de la Madrid Hurtado. Tomado de “Deshonra militar, militarismo y paramilitarismo en Chiapas” (agosto del 2011).
Fuente: CGT Chiapas