La biografía de Liberto Callejas nace del deseo de reparar una ausencia. No es fácil comprender cómo un personaje de su importancia y trascendencia no había despertado el interés. He de suponer que es el resultado de su independencia, su soledad, su exilio, su silencio de décadas de olvido. Mi curiosidad nació del hecho de su probable origen menorquín. Me interesó está relación porque refuerza la importancia de la isla en el mapa del anarquismo español, con otros nombres ilustremente desconocidos: Joan Mir i Mir, Fernando Ferrer Quesada, Josep Cardona Sintes, Cristòfol Pons Tortella, Octavio Alberola, etcétera. Fue el percutor que me lanzó a la aventura de escribir sobre él.

Para realizar la semblanza me he basado principalmente en tres fuentes: a) la bibliográfíca, sin duda, Liberto no pasaba desapercibido porque la mayoría de sus contemporáneos lo citan en sus memorias y relatos; b) sus escritos en Solidaridad Obrera (Barcelona) y Tierra y Libertad (México), que he podido consultar en la hemeroteca del Pavelló de la República (Universitat de Barcelona), así como en otras publicaciones: CNT (Paris), Fructidor (Menorca), Inquietudes (México), etcétera; c) las noticias sobre él aparecidas en la prensa anarquista y los pocos documentos que se pueden encontrar en

Para realizar la semblanza me he basado principalmente en tres fuentes: a) la bibliográfíca, sin duda, Liberto no pasaba desapercibido porque la mayoría de sus contemporáneos lo citan en sus memorias y relatos; b) sus escritos en Solidaridad Obrera (Barcelona) y Tierra y Libertad (México), que he podido consultar en la hemeroteca del Pavelló de la República (Universitat de Barcelona), así como en otras publicaciones: CNT (Paris), Fructidor (Menorca), Inquietudes (México), etcétera; c) las noticias sobre él aparecidas en la prensa anarquista y los pocos documentos que se pueden encontrar en la Biblioteca Arus y otros centros. En México hubiéramos podido obtener información verbal sobre Liberto a pesar de los 45 años transcurridos desde su muerte, pero no había posibilidad de trabajar en el país del exilio.

Al principio, nunca pensé que la investigación pudiera acabar en una historia más o menos completa, suficiente para descubrir al personaje. Al final, creo que se ha conseguido un texto básico. Si sirve para revelar a Liberto Callejas y incorporarlo a la nómina de protagonistas del siglo XX ya estaré satisfecho; se que falta mucho por hacer, como, por ejemplo, el reunir la documentación fotográfica sobre él y trabajar sobre su aportación ideológica a lo largo de casi cuarenta años de expresión escrita de sus ideas.

Liberto Callejas participó en episodios singulares que explican el devenir histórico del anarquismo catalán y español. Radicado en Barcelona, Liberto intervino también en Madrid, en Paris, en Bruselas, en Valencia, en Maó. Desde sus primeros tiempos en Los Galeotes y el grupo Los Solidarios, pasando después por el París revolucionario de los años veinte, donde se reunían exiliados de todas la dictaduras europeas, hasta llegar a la dirección de Solidaridad Obrera de Barcelona, el camino de Liberto nos marca una trayectoria de compromiso en primera línea. Su acción directa no fue en la calle, sino en la redacciones de los periódicos y en las imprentas; su lucha no fue ni en las escaramuzas de los años veinte ni en los frentes de combate durante la guerra civil, sino en la creación de las ideas que moverían las voluntades de una clase obrera que se levantaba contra la nueva esclavitud de la industrialización. La cercanía personal a Durruti i Ascaso, con los que compartió también sus convicciones, le situaron en un escenario privilegiado para ver y participar en su mundo. En la biografía he intentado seguir cronológicamente sus pasos. En una primera parte, la historia termina en el exilio a bordo del Mexique. En la segunda, lo situamos en el destierro mexicano, donde habitó treinta años. A pesar que García Oliver nos cuenta que Callejas era una persona débil y enferma cuando lo conoció, en 1917, nuestro personaje viviría hasta 1969, muriendo de una enfermedad tan antigua como la tuberculosis. Tenía 85 años, muchos años. Murió sólo, sin familia, sólo con sus amigos. Naturalmente que en la biografía habrá lagunas, vacíos producidos por la falta de documentación o por mi incapacidad para encontrarla. A pesar de ello, mi impresión final es que se trata de un relato suficiente para lo que pretendíamos: recuperar su memoria, invitarlo a regresar al nuestro mundo para releerlo a través de sus ideas.

He de agradecer a los amigos de la editorial Ses Voltes su decisión de publicar este libro sobre un personaje desconocido. Estoy convencido que es un riesgo y lo agradezco. Espero que no se arrepientan.

Josep Portella Coll

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Fuente: CGT-Menorca