En mayo y junio, el momento en que vio la luz el 15-M, las universidades como tales -también, por cierto, los institutos de secundaria- permanecieron genéricamente al margen de la constitución de aquél. Asumamos de buen grado que las fechas en cuestión, que eran también las de muchos exámenes, no configuraban al respecto el escenario más estimulante.
Ello fue así aun cuando en las filas del movimiento
naciente había con toda evidencia much@s estudiantes universitari@s,
como había muchas gentes que habían dejado la universidad poco
tiempo antes.
Ello fue así aun cuando en las filas del movimiento
naciente había con toda evidencia much@s estudiantes universitari@s,
como había muchas gentes que habían dejado la universidad poco
tiempo antes.
Parece
que ahora, llegado el otoño, es el momento de recuperar el pulso en
las universidades. No se olvide que en éstas sobran los problemas.
Estoy pensando en las secuelas, ya fácilmente perceptibles, de un
activo proceso de mercantilización y privatización, en el caos
generado por la aplicación del infumable plan de Bolonia o, en fin,
en lo que se barrunta detrás de la incipiente
Estrategia Universidad 2015. Esta última contempla, ni más ni
menos, la masiva incorporación de nuevos proveedores, privados, de
recursos, la desaparición, o al menos la remisión, de la
funcionarización, el énfasis en el negocio antes que en el rigor
académico y el aprestamiento de gobiernos universitarios no elegidos
democráticamente, sino impuestos, una vez más, desde el sector
privado.
En
la universidad en la que trabajo, la Autónoma de Madrid, hemos
decidido tomar cartas en el asunto y convocar, para finales de este
mes de septiembre, una primera asamblea del 15-M local. En ella está
llamado a participar todo el mundo: alumn@s y profesores, emplead@s
de las cafeterías y personal administrativo, trabajadores de la
limpieza y, por qué no, l@s propi@s ancian@s de la residencia
vecina. Ya sé que una iniciativa de esta naturaleza suscita alguna
polémica, en la medida en que no se inserta de manera fácil en el
esquema de organización por barrios y pueblos del que ha decidido
dotarse, con innegable sabiduría, el 15-M. Creo que salta a la
vista, sin embargo, que hay numerosos elementos singularizadores de
la vida universitaria que aconsejan su tratamiento desde
organizaciones del movimiento también singularizadas. Como creo que
al 15-M no le viene mal recibir un nuevo empujón hacia adelante.
Me
gustaría que estas líneas sirviesen para animar a muchas de las
gentes que están asqueadas con lo que ocurre en las universidades e
invitarles a buscar vías de respuesta enérgica. Bueno sería,
entonces, que iniciativas como la que hemos decidido acometer en la
Universidad Autónoma de Madrid se extendiesen a todas las
universidades públicas. Sería una buena noticia para quienes
peleamos por que el 15-M se convierta en una omnipresente instancia
de asamblea y autogestión que conteste el capitalismo en todos los
órdenes, y que lo haga desde la lucha antipatriarcal, desde la
solidaridad con las generaciones venideras y desde el compromiso con
los pueblos del Sur.
Carlos
Taibo
Fuente: Carlos Taibo