Una ola de optimismo se extiende entre las organizaciones feministas egipcias, tras la participación masiva de mujeres en la revolución popular. La experiencia de libertad vivida en la plaza de Tahrir y la posibilidad de involucrarse desde un principio en las movilizaciones, a través de una plataforma segura como es internet, son algunas de las causas que se esconden detrás de esta nueva situación.

F. Javier Aguayo (Redacción) – Diagonal

F. Javier Aguayo (Redacción) – Diagonal

Miércoles 16 de febrero de 2011.  Número 143  Número 144
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Foto de Elhamalawy en: http://www.flickr.com/photos/elhamalawy/

“La gente oprimida siempre busca a alguien de quien poder abusar y oprimir. Ahora, por primera vez en 40 años, esa misma gente ha probado el sabor de la libertad. Los hombres no van a volver a tocar a una mujer”, con estas palabras explica Azza Kamel, militante feminista y escritora, lo que para ella han supuesto 20 días de revolución en la mentalidad de los egipcios. Algo que alcanzó su máxima expresión en el campamento de la plaza de Tahrir, donde “la mujer se sentía libre. Cada vez que un hombre tocaba involuntariamente a una mujer, éste se disculpaba. Lo nunca visto…”. Algo que puede parecer extraño, y que no lo es tanto en un país en el que, según un estudio del año 2008 del Centro egipcio para los derechos de la mujeres, cuatro de cada cinco mujeres han sido asaltadas sexualmente alguna vez en su vida.

Lo cierto es que internet está repleto de imágenes de cientos de mujeres acampadas en la plaza de Tahrir, enfrentándose a la policía o encabezando manifestaciones. Según diversos colectivos feministas, “lo que habitualemente suponía una participación de la mujer de un 10%, en esta ocasión se sitúa entre un 40 o 50% de los manifestantes en los días previos a la marcha de Mubarak”. Todo un cambio en un país donde en el año 2010 hubo más de 300 huelgas de carácter laboral.

Un cambio evidente

“Evidentemente, Egipto sigue siendo una sociedad pratiarcal, y ciertos valores siguen estando lo suficientemente enraizados como para permanecer tras una protesta tan innovadora como la del 25 de enero”, reconoce Amal Abdel Hady, de la Fundación Nueva Mujer, tratando de mantener los pies en el suelo ante ese presunto cambio en la mentalidad de la sociedad egipcia. No obstante, durante estos días se han visto cosas impensables hasta ahora, “mujeres que lideran grandes protestas en confraternización con los hombres, rezos conjuntos, sin que ellas tengan que ponerse detrás, o gente de ambos sexos durmiendo bajo la misma tienda, sin que siquiera se conozcan”, continua Abdel Hady.

Al mismo tiempo, tanto hombres como mujeres fueron de la mano en la preparación de las movilizaciones. El hecho de que internet fuera el medio por el que se extendió la idea de una gran movilización, “ofrecía una plataforma segura para las mujeres, donde no sentían ningún tipo de miedo a las consecuencias que, hasta entonces, solían tener las grandes concentraciones de personas”, afirma Mozn Hassan, directora del Centro de estudios feministas Nasra. Según esta veterana activista, una vez las manifestaciones estaban lanzadas “la transición a la participación física en las manifestaciones fue mucho más fácil”.

Nuevo escenario

Una vez la gente ha abandonado la calle, a la espera de ver cómo transcurren los acontecimientos en torno al nuevo poder militar, se abre una etapa clave en la participación política y social de la mujer. Para la Fundación Nueva Mujer, la mayor preocupación es que “el hecho de que las mujeres no estuvieran organizadas durante las protestas, con unas exigencias de derechos específicos en mente, puede suponer que se las vuelva a ignorar en esta etapa post-Mubarak”, como históricamente ha sucedido en Egipto.

Con objeto de dar luz pública al papel de la mujer en todo el proceso de revolución, desde dicha fundación se han propuesto recoger testimonios de mujeres que han participado en los 18 días de movilización. Con ello, pretenden “mantener a esas mujeres en la lucha por el cambio”, en tanto que para muchas de ellas esta era la primera ocasión en la que hacían activismo político. No obstante, “hasta el momento ningún grupo, ni siquiera aquellos liderados por jóvenes, han luchado activamente por que se escuche la voz de la mujer”, concluyen desde la Fundación Nueva Mujer.


Fuente: Diagonal