(...)La mía es sobre todo una palabra de solidaridad para con ustedes, trabajadoras de Brukman, y un pedido a mis compañeras del feminismo, para que podamos seguir construyendo esta trama de un feminismo que no se limite a disputar espacios de poder en las instituciones burguesas, sino que reafirme su radicalidad revolucionaria en el compromiso que reúne en la lucha la perspectiva de género y clase, haciendo de la solidaridad no una donación caritativa sino un encuentro de esperanzas y sueños libertarios.
En 2001, las costureras de la Brukman Clothing Company, en Argentina, asumieron la dirección de la fábrica que los dueños habían abandonado. Antes, habían decidido iniciar una negociación para cobrar sus salarios, pero los patrones no acudieron a la cita. Las trabajadoras decidieron entonces quedarse y pasaron la noche en la fábrica. Su idea era tomar el edificio y negociar desde esa posición, pero los patrones nunca regresaron. Las trabajadoras decidieron quedarse, pidieron las llaves y retornaron a trabajar sin ellos.
En 2001, las costureras de la Brukman Clothing Company, en Argentina, asumieron la dirección de la fábrica que los dueños habían abandonado. Antes, habían decidido iniciar una negociación para cobrar sus salarios, pero los patrones no acudieron a la cita. Las trabajadoras decidieron entonces quedarse y pasaron la noche en la fábrica. Su idea era tomar el edificio y negociar desde esa posición, pero los patrones nunca regresaron. Las trabajadoras decidieron quedarse, pidieron las llaves y retornaron a trabajar sin ellos. Luego de algún tiempo, la fábrica hizo nuevos clientes y se hizo cargo del pago de las deudas. Las trabajadoras, organizadas en asamblea, decidieron un salario razonable para ellas mismas. Luego de meses estaban preparadas para elevar sus salarios y contratar 10 empleadas más.
Entonces, los dueños trataron de desalojar a las trabajadoras en varias ocasiones. El último desalojo vino del juez Jorge Rimondi, a la medianoche del 18 de abril de 2003, cuando más de 300 infantes de tropa de la Policía Federal Argentina y alrededor de 30 civiles intentaron expulsar a las trabajadoras. Unas horas más tarde, antes del amanecer, 3.000 manifestantes -incluidos piqueteros y participantes de las asambleas vecinales- se apostaron a los alrededores de la factoría Brukman para apoyar y proteger a las trabajadoras. Legisladores y otr@s funcionarios, así como grupos de derechos humanos se reunieron con el juez Rimondi, pero la decisión no fue revertida.
El 19 de abril los trabajadores y trabajadoras de la fábrica de cerámica Zanon (también una empresa recuperada bajo control obrero), en Neuquén, junto con activistas locales, bloquearon la Ruta 22 para protestar en solidaridad con las trabajadoras de Brukman. Las trabajadoras de Brukman recibieron apoyo de numerosas fuentes y montaron un campamento frente a la fábrica. El 21 de abril, la policía provincial de Buenos Aires atacó a los manifestantes que habían ido a protestar contra el desalojo; hubo 20 heridos y unos 100 arrestados. Finalmente l@s obrer@s recobraron el control de la fábrica y está continúa funcionando como cooperativa.
Las lecciones de Brukman, por Liliana Daunes (año 2003)
Brukman fue, hace unos años, el apellido de una familia que vivía de la estafa sistemática a los trabajadores y trabajadoras de su fábrica. Los hermanos Brukman no eran más perversos que otros patrones. Eran parte de la lógica perversa del capitalismo, que en el momento de su apogeo llegó a creer que la burguesía era la clase fundante de ese sistema, y pensó que se podía prescindir de los y las trabajadoras.
Si viviera en Holanda / yo sería de esa gente
que le va ganando tierra al mar.
Si estuviera en el Sahara / ganaría lluvias / cultivando rosas
sobre pausados camellos / que conocen la vivienda de las aguas.
Pero soy de aquí / y soy millones
vibrando en el cansancio elemental
de ganarles nuestra vida
a un puñado de crápulas.
* Laura Devetach
Ahora, en todo el mundo, Brukman es símbolo de la resistencia obrera. Y muy pocos recuerdan a don Jacobo, que aún anda por ahí, convencido seguramente de las trampas que le tendió la vida, cuando decidió prosperar en la Argentina. Pero para las feministas, Brukman es algo más que ese símbolo mundial de resistencia obrera. Es el lugar donde pudimos ir cosiendo y bordando, una nueva trama del feminismo.
Brukman es el telar en el que se enredaron los sueños históricos de las feministas, con las luchas anticapitalistas de las obreras. Acá aprendimos y enseñamos, una manera de hacer política que demuestra que es posible y necesario reunir la batalla emancipadora contra el capitalismo, y la batalla emancipatoria contra el patriarcado. O para decirlo en positivo, la lucha por la liberación de todas las dominaciones, por construir una sociedad nueva, con mujeres nuevas, obreras sin patrones, y sin sojuzgamientos en la vida cotidiana. Obreras sin patrones que asumen que lo personal es político, y comienzan a intentarlo. Que se enredan con otras mujeres en lucha. Que participan de la batalla por la despenalización del aborto y contra la violencia doméstica, contra las discriminaciones por opción sexual. Obreras que al comenzar a ejercer su auto-organización productiva, al enseñarnos que no sólo es posible, sino que es deseable ser obreras sin patrones, asumen todos los deseos posibles, e intentan ejercerlos. Obreras cuya historia se inscribe ya en una trama de la memoria, en la que podemos reconocernos en el legado de otras mujeres, como Rosa Luxemburgo, que hoy sigue creando espacios para el encuentro del socialismo y el movimiento de mujeres que no quieren ocupar un mejor lugar en el sistema, sino cambiar el sistema mismo. Trama en la que descubrimos el zurcido invisibilizado de Flora Tristán, (1803-1844) la franco-peruana que anticipó a Marx, con su brega incansable por la unidad de los trabajadores y trabajadoras, y que supo discernir que aún en esa unidad, era necesario develar el aporte de las mujeres a la creación de un mundo nuevo. «Tengo casi todo el mundo en contra mío, los hombres porque pido la emancipación de la mujer; los propietarios porque reclamo la emancipación de los asalariados».
Y en nuestro país, el maravilloso legado de las primeras feministas anarquistas, que más de un siglo antes del «que se vayan todos», descubrieron la otra trama, la que zurce los trajes de jueces, patrones, obispos, al Estado burgués y al patriarcado.
La batalla de Brukman recién comienza. Si fue dura hasta ahora, lo seguirá siendo cada día. No es casual que se haya iniciado un 18 de diciembre del 2001, un día antes de aquel en que la rebelión argentina tuvo un rostro de mujeres disparando cacerolazos de indignación sobre un poder corrupto. En que la rebelión tuvo un rostro joven poniendo el pecho descubierto frente a las balas que lo atravesaron 30.000 veces. No es casual que desde entonces, el poder haya hecho todo lo posible para aplastar las experiencias de autonomía, de solidaridad, de rebeldía. Para destruir sobre todo, el ejemplo. Y Brukman es el mal ejemplo a destruir o a cooptar. ¡¡¡¡Es que se meten con la santa propiedad privada, caramba!!!
Recuerdo otro poema, otro poeta: Roque Dalton, salvadoreño, diciéndonos desde su compromiso revolucionario:
«En nombre de quienes lavan la ropa ajena
y expulsan de la blancura la mugre ajena.
En nombre de quienes cuidan hijos ajenos
y venden su fuerza de trabajo en forma de amor maternal y humillaciones.
En nombre de quienes habitan en vivienda ajena,
que ya no es vientre amable sino una tumba o cárcel.
En nombre de quienes comen mendrugos ajenos
y aún los mastican con sentimientos de ladrón.
En nombre de quienes viven en un país ajeno.
Y las casas y las fábricas y los comercios y las calles y las ciudades y los pueblos,
y los ríos y los lagos y los volcanes y los montes, son siempre de otros.
Y por eso está allí la policía y la gendarmería cuidándolos, contra nosotros.
En nombre de quienes lo único que tienen
es hambre, explotación, enfermedades. Sed de justicia y de agua.
Persecuciones, condenas, soledad. Abandono, prisión, muerte.
Yo acuso a la propiedad privada de privarnos de todo».
Para nosotras, para las mujeres que golpeamos con rabia cacerolas, y pateamos calles y plazas, para las piqueteras -hoy nuevamente estigmatizadas por ese poder que discrimina y castiga-, para las que buscamos romper el cerco informativo de una comunicación oficial que estupidiza e incomunica, para las muchas obreras que aún hoy soportan la opresión patronal o estatal, Brukman es -sobre todo- una necesidad. La necesidad de que puedan sostener, en un momento mucho más complejo, un proyecto que siga enseñándonos que es posible la creación de una nueva manera de producir, sin explotación de clase, sin opresión de género. Que las diferencias ideológicas en el campo de los trabajadores y trabajadoras no sean límites infranqueables para nuestros proyectos, sino parte de la diversidad imprescindible y enriquecedora de las nuevas prácticas socialistas.
¡¡¡ Vivan la lucha y resistencia, las batallas ganadas y las nuevas luchas de las trabajadoras y trabajadores de Brukman!!!
CGT Navarra
Fuente: CGT Navarra