La inaudita carga de trabajo en este final de curso está siendo insorportable en los centros educativos. El origen son unas Instrucciones de final de curso que llegan tarde y de manera improvisada y que deben cumplirse de forma simultánea y a tiempo antes de final de curso por las exigencias de los equipos directivos, el Servicio de Inspección y las Direcciones Provinciales. Esta carga de trabajo improvisada y esta presión desmesurada solo están consiguiendo es asfixiar al profesorado.

El profesorado, que no tiene un horario fijo como un trabajador cualquiera, tiene su jornada laboral en el aula y debe llevarse trabajo a casa, casi siempre en fin de semana, prepararse las clases, hacer materiales, revisar ejercicios y trabajos, corregir exámenes, hacer cursos de formación y acudir a reuniones. Las Instrucciones vienen a exigir una carga desproporcionada adicional.

Una novedad ha sido la doble evaluación en el mes de junio, cuando antes había una: la tercera evaluación y una final-extraordinaria. Entre ellas distan dos semanas en que los docentes han afrontado dossituaciones. Para el alumnado suspenso, han planificado refuerzos y un examen extraordinario que antes se hacía en septiembre. Para el alumnado que ha aprobado, han planteado proyectos con el que se sube nota. Hay que sumarle una situación estresante en el aula, con grupos divididos en dos y por tanto dobles necesidades, lo que exige un doble esfuerzo de preparación, seguimiento y corrección por las tardes.

No ha habido en cambio ninguna reducción de la burocracia. Hay que hacer evaluaciones, realización, aprobación de memorias finales y memoria de planes de centro o claustros. Es decir, el profesorado está simultaneando varias funciones con fecha límite. Si esto fuera poco, hay que repetir la operación con los exámenes extraordinarios de 2º Bachillerato del 27 y 28 de junio: preparar, corregir y trasladar a las memorias de nuevo. Otro tanto vale para 4º de ESO o Compensatoria, con sus informes específicos.

Las Instrucciones exigen de cara al año que viene adaptaciones a la nueva ley educativa aprobada en enero de 2021 y a los currículos que tienen que aplicarse el próximo curso. En Castilla y León, el problema se ha agravado por una lucha política-electoral y unas elecciones a mitad de curso que han promovido el Partido Popular, ya que se ha retrasado todo. En este contexto, los currículos se aprobaron muy recientemente coincidiendo con el periodo de evaluaciones finales por lo que los docentes no pudieron revisarlos. Para colmo, el retraso tiene repercursiones en el final de curso porque ahora es indispensable para el año próximo un trabajo de revisión de los nuevos materiales de las editoriales adaptados al nuevo currículo.

Los tutores tienen que preparar las dos reuniones de evaluación, la nueva evaluación por competencias y los boletines. En el caso de Educación Primaria el malestar es mayúsculo porque a principios de junio se exigió mediante BOCYL que los extensos informes que los tutores hacen de cada alumno estuvieran listos antes del 16 de junio porque el 17 es el Curpillos, cuando antes se hacían una vez acababa el curso escolar.

En resumen, los docentes están asfixiados. Vemos desde CGT que una vez más los sindicatos de la Mesa Sectorial que se jactan de haber firmado un acuerdo de condiciones laborales ridículo no han levantado la voz para denunciar esta situación. No son de recibo las presiones de los equipos directivos, a su vez presionados por las Direcciones Provinciales de Educación para tener todo listo el 30 de junio haciendo que los docentes simultaneen funciones que solo tensionan la situación en los centros y desgastan al profesorado.


Fuente: CGT-Enseñanza Burgos