Dejar que las criaturas pasen hambre es la última frontera de la indecencia que cualquier país medianamente civilizado evitaría cruzar.
Aunque un estado que convierte a los ciudadanos en avalistas de las trapacerías de los delincuentes financieros (y está dispuesto a exprimir cada gota de nuestra sangre para pagar sus pufos), no siente escrúpulos en traspasarla. El portavoz estival del gobierno, Rafael Hernández, lo ha manifestado con una chulería insultante al responsabilizar a los padres de la desnutrición de sus hijos. Si los niños pasan hambre, no es asunto del estado sino de unos progenitores negligentes que no alimentan a sus retoños. Lo demás – según el pollo- es solo demagogia repugnante. Sí.
Aunque un estado que convierte a los ciudadanos en avalistas de las trapacerías de los delincuentes financieros (y está dispuesto a exprimir cada gota de nuestra sangre para pagar sus pufos), no siente escrúpulos en traspasarla. El portavoz estival del gobierno, Rafael Hernández, lo ha manifestado con una chulería insultante al responsabilizar a los padres de la desnutrición de sus hijos. Si los niños pasan hambre, no es asunto del estado sino de unos progenitores negligentes que no alimentan a sus retoños. Lo demás – según el pollo- es solo demagogia repugnante. Sí. Caer en la demagogia es fácil en estos azarosos tiempos sr. Hernández. La malaentraña de los poderosos está patente en nuestras vidas. ¿O resulta demagógico decir que esos padres han caído en la exclusión a causa de la anti-social gestión de este gobierno?. Y siguiendo su línea argumental, ¿No es asquerosamente repugnante culpabilizar a los padres de los niños hambrientos (víctimas del sistema depredador que su partido defiende), mientras los sobres de las comisiones ilegales (que al parecer se llevaba hasta el «tato») nos salen en la sopa?.
Uno puede no tener vergüenza ni referente, como el diputado Hernández, pero con el hambre pocas hostias. Y mucho menos con el de los niños. Pero si además viene acompañado por el despectivo aliño de sus palabras, es un golpe bajo en la conciencia. Una de esas collejas que pueden despertarte de una catatonia. Vamos que a fuerza de recibir hostias como panes, pero sin panes que llevanos a la boca, nos puede dar por revolvernos. Por eso no debe extrañar que, tras repetir la boutade en el twitter, alguno haya expresado que sería una gran satisfacción poder partirle la cara al portavoz. A lo que Rafael Hernández, como buen gallito de p-pelea, respondió: ¿Por qué no lo intentas tú?
Habrá que ponerse a la cola. Me pido «primer». Lo dicho: Con el hambre… pocas hostias.
Ana Cuevas
Fuente: Ana Cuevas