La exposición reúne 92 obras,  72 esculturas y 20 dibujos, representativas de las distintas etapas de su producción artística, desde los años 40 hasta sus últimas creaciones en la década de los 90. Y ofrece una  completa visión de un legado que se ha mostrado en museos y espacios públicos de Francia, España, Alemania, Austria y Venezuela. Sus esculturas a mediana y gran escala, se caracterizan por superficies perfectamente pulidas. Con el empleo de materiales como mármol, alabastro, granito, madera y bronce, el escultor español orientó su creación hacia el lenguaje de la abstracción, pero manteniendo la figura humana en el eje central de su creación. 

Si algo buscó Baltasar Lobo (Cerecinos de Campos, Zamora, 1910-París,
1993), una y otra vez, fue atrapar la felicidad, el instante de dicha
que las circunstancias de la vida le arrebataron  pues vivió la tragedia
de la Guerra Civil española y tuvo que marchar al exilio. Esa paz
anhelada y esa suerte de serenidad que se desprende de su trabajo, la
encontró Lobo en la plasmación en su trabajo de mujeres que contemplan
el mundo desde una placentera actitud meditativa, conscientes siempre de
su naturaleza femenina, fecunda, generosa,  que juguetean con sus

Si algo buscó Baltasar Lobo (Cerecinos de Campos, Zamora, 1910-París,
1993), una y otra vez, fue atrapar la felicidad, el instante de dicha
que las circunstancias de la vida le arrebataron  pues vivió la tragedia
de la Guerra Civil española y tuvo que marchar al exilio. Esa paz
anhelada y esa suerte de serenidad que se desprende de su trabajo, la
encontró Lobo en la plasmación en su trabajo de mujeres que contemplan
el mundo desde una placentera actitud meditativa, conscientes siempre de
su naturaleza femenina, fecunda, generosa,  que juguetean con sus
hijos, los alzan en brazos y los acunan entre sus piernas en actos de
bondad y pureza. Entre el primitivismo y el arte de vanguardia, entre el
naturalismo y la abstracción, Baltasar Lobo construye su lenguaje
escultórico con las formas femeninas, las curvas, la sensualidad
tranquila, reposada y delicada. Los cuerpos de sus mujeres en mármol o
en bronce invitan a ser acariciados y recorridos.

No es erotismo porque
no es el sexo lo que busca resaltar, sino la armonía, la ternura, la
admiración hacia quienes son la fuente de la iniciación, de la vida. Es
por ello que esta muestra de carácter antológico, no deja de ser un
homenaje al universo femenino, en el que aparece un lenguaje escultórico
maduro que se puede apreciar en la rotundidad de los volúmenes de gran
perfección en el modelado de las formas. Esto es especialmente elocuente
en las piezas realizadas en mármol y bronce pulidos, en las que el
escultor aprovecha la plasticidad táctil y luminosa del material para
obtener obras radiantes, dotadas de una bellísima y oscilante
transparencia interior. En estas figuras claras y serenas, se advierte
un sentimiento de esperanza  que se reafirma en la idea de que cualquier
mujer puede alcanzar, con confianza e ilusión, todo aquello que se
proponga. Esta muestra cuenta además con un apartado dedicado a los
dibujos que en diferentes técnicas fue elaborando Baltasar Lobo a lo
largo de su carrera, como primeros trazos o esbozos, que ayudarían a
formalizar la idea final de una figura escultórica.

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