La partida de Montse, de esta extraordinaria experiencia que es la «vida», se produce en un momento en el que las noticias del mundo no son muy estimulantes para cuantos y cuantas aman la libertad y propician y practican la solidaridad. ¿Cómo pues no recordar lo que los compañeros y compañeras de las Juventudes Libertarias españolas intentaron hacer para que el porvenir de España y del mundo no fuese el que es hoy y pudiera ser más libre e igualitario para todos y todas?

Un trabajo memorialista que nos trae de vuelta a los tiempos de la lucha contra el fascismo y la dictadura de Franco en España en los años sesenta del pasado siglo. Un trabajo que no sería objetivo si se olvidara el papel desempeñado, en muchos casos, por las compañeras de los militantes libertarios. Pues no solo fue valioso para que ellos pudieran participar personalmente en la lucha, sino también, en algunos casos, para implicarse ellas personalmente en actuaciones de apoyo. Actuaciones no muy visibles, pero muy necesarias y útiles para la continuidad de la lucha.

Montse, la compañera de José Morato, deceso, y Janine, la compañera de Jordi Gonsalvo, fueron en Perpiñán dos de  esas compañeras en esos años difíciles de la lucha clandestina contra el franquismo. Las dos cumpliendo misiones de paso de propaganda y de enlace con los grupos libertarios clandestinos del «interior» de España, cuando el simple hecho de llevar una carta a esos grupos podía acarrear a sus portadores o portadoras muchos  años de prisión.

Pues bien, las circunstancias —tanto las de los años de lucha como las de después de la muerte de Franco— hicieron que mi relación, como la de mi compañera Ariane, con José y Montse se volviese una relación de más en más próxima y fraternal. Lo que nos permitió poder apreciar el sólido carácter autónomo de Montse como también su fuerte voluntad de ir siempre adelante, su curiosidad por todo y  su ganas de aprender. Además de su sincera y permanente predisposición a la solidaridad.

Razones que hacen y harán que ella esté para siempre en nuestra memoria.

Octavio Alberola


Fuente: Octavio Alberola