Artículo de opinión de Octavio Alberola
En la entrevista que le ha hecho y publicado El País (1), Juan Carlos Monedero ha dejado bien claro el por qué dimitió de los cargos que ocupaba en la cúpula de Podemos. Ya no se justifican pues las dudas sobre su sinceridad (2) al explicar y justificar su me voy pero me quedo. Después de lo declarado por Monedero en esta entrevista, ha quedado bien claro que se fue para dejar la “pata” de la “maquinaria electoral engrasada para vencer a los monstruos del bipartidismo” en manos de su amigo Pablo y ocuparse él de la otra de las “dos patas” de Podemos.
En la entrevista que le ha hecho y publicado El País (1), Juan Carlos Monedero ha dejado bien claro el por qué dimitió de los cargos que ocupaba en la cúpula de Podemos. Ya no se justifican pues las dudas sobre su sinceridad (2) al explicar y justificar su me voy pero me quedo. Después de lo declarado por Monedero en esta entrevista, ha quedado bien claro que se fue para dejar la “pata” de la “maquinaria electoral engrasada para vencer a los monstruos del bipartidismo” en manos de su amigo Pablo y ocuparse él de la otra de las “dos patas” de Podemos. Esa “pata”, la de “organizar el conjunto del país de una manera participativa”, que ellos dos “habían definido” cuando Pablo le preguntó “¿Nos lanzamos?” y él le respondió “Contigo, Pablo, me lanzo”, según le recordó a Pablo en la entrevista que éste le hizo en el espacio de televisión La Tuerka (3), al día siguiente de la mediática “dimisión”.
No se puede pues dudar de la sinceridad de Monedero cuando afirma que se considera más útil en la “base” que ocupando puestos de responsabilidad en la “maquinaria electoral” de Podemos; pues, aunque él pretenda que es para que Podemos vuelva a las “esencias”, a las “propuestas emancipatorias” del Podemos de sus inicios, es obvio que también lo ha hecho para “ganar las lecciones” y que por eso sigue apoyando a su amigo Pablo.
Ahora bien, una cosa es decirlo y otra muy diferente es conseguir que su decisión y su militantismo sirvan para eso…
Por el momento, su dimisión sólo ha provocado golpes de efecto mediático y un cierto estupor y malestar entre los partidarios de Podemos, y todo parece indicar que los nuevos golpes de efecto que pueda dar, antes o después de las elecciones, no serán más que eso. Pues, a pesar de que en la entrevista en El País pretende haber conseguido que Pablo ha “empezado a volver a dar herramientas de indignación”, evitando así que “la moderación” desarme a Podemos, el hecho es que la actuación de la cúpula y de la “maquinaria electoral” continúa limitándose “a representar la indignación” con fines puramente electorales y que las “herramientas de indignación”, que se han vuelto a dar, sólo sirven para hacer retórica. La misma retórica a la que él se limita con su última contribución, en su blog (4) en PÚBLICO, en la que sus “propuestas emancipatorias” se reducen a esto: “Podemos nació para poner freno a tanta inmundicia (…) Podemos apenas está arrancando. Somos un partido joven, apenas un instrumento en marcha (…) Podemos nació para que dejáramos de delegar la política. Votar es esencial. Y eso les llena de miedo. Luego, queda todo lo demás. Y que tu responsabilidad se convierta en una exigencia innegociable.”
La realidad de la actuación de Podemos y de Monedero sigue siendo pues de una absoluta fidelidad a la estrategia diseñada por la cúpula del Partido. Una estrategia que, al priorizar la eficacia electoralista, la retórica, sobre la democracia interna, sólo ha servido para que los “círculos” hayan perdido poder y la cúpula haya concentrado todos los poderes para la toma de decisiones. En realidad, Podemos nunca fue un movimiento-partido; pero ahora es claramente un Partido más, y nada indica que en adelante esta realidad pueda cambiar. Como tampoco la de Monedero, aunque esté fuera de la dirección. Pues, por mucho que repita ahora el presupuesto zapatista de que “cualquier persona tiene que mandar obedeciendo y eso es lo que tiene que hacer Podemos”, y aunque él se crea con “la capacidad de recuperar al agitador que era”, la realidad es que las direcciones de Podemos siguen y seguirán siendo -tanto en el Podemos electoral como en el postelectoral- “órganos colegiados donde desaparece la pluralidad”.
La lucidez intelectual de Monedero
El problema no es pues la sinceridad de Monedero sino más bien su lucidez intelectual. No sólo porque su concepción patrimonialista de Podemos queda evidenciada en ese significativo “para nosotros” -cuando habla de Pablo y de él en relación al Podemos de antes y al de ahora- sino también por su incapacidad para ver que las “dos patas” -que ellos decidieron darle a Podemos cuando lo crearon- son incompatibles. Tanto por ser Podemos un Partido para ganar elecciones como para gobernar en el marco institucional actual; pues saben que las relaciones de fuerzas actuales no permiten ningún cambio constitucional.
¿Cómo un intelectual, del calibre que Monedero pretende ser, pudo y puede seguir creyendo posible cambiar la manera de hacer la política en España dentro del marco institucional actual? Ese marco que obliga a practicar las «miserias de la política” que de manera tan contundente ha denunciado y sigue denunciando. ¿Cómo es posible que a pesar de advertirnos de tal contradicción, de seguir denunciando el “electoralismo», “la partitocracia”, la “lógica representativa”, etc., Monedero siga caucionando las miserias de la política? Pues eso es lo que hace al seguir apoyando la actuación de Pablo para conseguir que la “pata” de la «maquinaria electoral engrasada» consiga su objetivo: acceder al Poder.
¿Cómo es posible que no se dé cuenta de la imposible coexistencia de un Podemos “máquina electoral” con la de un Podemos de “bases” organizadas de “manera participativa”? ¿Cómo puede olvidar tal antinomia? Sobre todo tras recordarle a Pablo, en la entrevista de La Tuerka, que las lógicas “representativa” y “participativa” son antinómicas? Después de explicarle a Pablo que “uno de los problemas del Estado es su condición representativa, ya que aleja a las personas de la actividad política”, que “cuando entras en la lógica del Estado es fácil que esa maquinaria te termine devorando”, que “meterte en el aparato del Estado en el mejor de los casos te hace rehén del todo para el pueblo pero sin el pueblo”, y que, precisamente por todo eso, Podemos puede estar ante un “callejón sin salida”… No sólo porque Podemos debería, para no quedar encerrado en la “lógica representativa”, ponerse “las vacunas necesarias” y eso le está vedado por su obsesión en aprovechar la “ventana de oportunidad”, sino también porque la historia ha demostrado la ineficacia de tales “vacunas” para impedir que la lógica del Estado contamine y acabe devorando a cuantos pretendían cambiarla desde el interior de esa “maquinaria”. Esa historia que les ha llevado, a los dos, a reconocer el fracaso de todas las tentativas socialdemócratas y revolucionarias para escapar de la “lógica representativa” y poner las bases de la sociedad socialista que pretendían construir. Fracaso que les ha convencido de posicionarse en ese ambiguo “ni de izquierdas ni de derechas”.
Monedero y la coherencia…
Lo curioso e incomprensible es que, pese a explicar con lucidez el por qué de tal fracaso, de tal derrota, Monedero persista en creer compatibles el funcionamiento de las “dos patas” para dar una nueva posibilidad al “pensamiento emancipador” en España. Que crea posible conseguir un resultado diferente haciendo lo mismo y que no vea que fue la aceptación de “la condición representativa del Estado” la que llevó a la izquierda a cometer esos “errores conceptuales” que la degradaron (“la estalización de los medios de producción, pretender ser la vanguardia, convertirse en Partido único, pensar que el fin justifica los medios, cambiar libertad por justicia”, etc.) y a realizar esa “gestión terrible de la izquierda durante el siglo XXX” que ha provocado el “cataclismo” en el que ella se encuentra ahora: “tanto la izquierda comunista, que no confió nunca en el pueblo, que hizo muros para que el pueblo no se fuera, que encarceló disidentes, que no permitió que el pueblo actualizara a través de procesos electorales lo que estaba en marcha; como la socialdemócrata que, al convertirse en una mera gestora del sistema terminó mimetizándose con el sistema”.
Sí, es realmente sorprendente que Monedero no saque las consecuencias de lo que tan acertadamente describe en esa entrevista. Sobre todo cuando dice, recordando a Rousseau, que “la condición representativa del Estado es parte del problema”, puesto que “siempre unos pocos representan al conjunto”, que estando en el Estado “tú representas lo que no está presente, tú representas al pueblo y el pueblo no está presente”, y que, “por tanto, llamar democracia a un sistema donde el pueblo no está presente es un exceso verbal”, una cínica mentira. Además de decirnos que “el Estado es una máquina perfecta de construir obediencia, porque está construido sobre el esquema del Ejército y de la Iglesia”, por lo que la “condición representativa siempre deja fuera al conjunto”; pues “no esta pensado para gestionar las grandes masas si no es a través de la obediencia”.
Sorprendente y preocupante la “coherencia” de Monedero que termina la entrevista abandonando el pensamiento de Laclau, por considerar una idea vanguardista su “significante vacío donde tienen que vaciarse los contenidos para que todo el mudo se equipare en ellos”, y prefiriendo “la propuesta de Boaventura de Sousa Santos de la traducción : escuchemos todas las quejas y veamos cual es el hilo que las une”; pero apoyando la dirección verticalista que ha impuesto Pablo en Podemos.
Sorprendente y preocupante porque, al no funcionar la “pata” del “empoderamiento ciudadano”, sólo queda, como garantía de un funcionamiento “participativo” en Podemos, que “la ambición por el poder” de Pablo se vea “compensada por la ambición por conocer” que Monedero le atribuye en la entrevista de El País.
Así pues, ya no es la coherencia intelectual y ética de Monedero y de los demás militantes que harán de Podemos un partido “democrático participativo” sino “la ambición por conocer” de su lider. Así, en vez de incitar a la coherencia, Monedero la abandona e incita a dejar el destino de Podemos en la capacidad de Pablo por “compensar” esas dos ambiciones.
Sea lo que sea y con o sin Monedero, Podemos es más que nunca Pablo Iglesias y deja de ser el partido de la indignación.
Octavio Alberola
Fuente: Octavio Alberola