Los que se llaman así mismos técnicos en salud laboral y no han tenido la suerte de trabajar en su vida en una obra, enumeran y teorizan sobre las acusas de los accidentes laborales en la construcción. Se auto complacen escribiendo papeles y más papeles, coincidentes la mayoría de las veces en dos causas “factores imprevisibles o error humano” y con esto salvan su credibilidad de “técnicos altamente cualificados”.
Las causas de la mayoría de los accidentes son muy distintas y las conocen muy bien los que son trabajadores de la construcción : jornadas de 10, 12 ó 14 horas, en muchas ocasiones con descansos de solo una hora para comer y al tajo, sin apenas hacer la digestión de la comida.
Prisas por terminar la obra, en el caso de obras públicas, para que el político de turno se haga la foto en la inauguración, consiguiendo publicidad y votos ; si la obra es privada para que el promotor o constructor venda cuanto antes y poder hacer caja.
Sueldos que a pesar de la opinión generalizada, no llegan a las 200.000 pts, teniendo en cuenta que en esta cantidad se incluyen las partes proporcionales de pagas extraordinarias, indemnización por terminación de contrato y horas extraordinarias, esto obliga a muchos trabajadores a tener que trabajar a destajo o realizar muchas horas extraordinarias para poder mantener a sus familias.
Falta de experiencia y cualificación profesional, que las empresas sustituyen por técnicos burócratas de oficina, que pasan semanas sin pisar la obra, limitándose a dar ordenes sin sentido a capataces o encargados, para que estos las transmitan a los trabajadores.
Subcontratas, que van desde la planificación, movimiento de tierras, estructura, forjados, ferraya, cerramientos exteriores e interiores y una interminable lista, que no acaba en estas primeras subcontratas, si no que estas a su vez porcionan su parte adjudicándola a otras empresas y estas a otras, llegando incluso a trabajadores autónomos ; de esta manera en una obra pueden existir 10, 12 empresas disputándose trabajos, que ha veces no saben donde empiezan o terminan. Esta selva afecta a los trabajadores en sus más elementales derechos, como personas y trabajadores, sufriendo presiones y amenazas continuas si no se acaba a tiempo el tajo, llegando a semejanzas con la explotación de siglos pasados. Naturalmente afecta también a los salarios que en muchas ocasiones tienen que cobrarse previa sentencia judicial o sencillamente no se cobran porque la empresa ha desaparecido o no tiene liquidez.
Cuando se habla de seguridad, hay que empezar diciendo que desde que se planifica una obra, la seguridad no existe, ya que sobre todo prima la rentabilidad económica. Nadie tiene en cuenta el diseño del perímetro de la zona de construcción, ni los peligros que esta pueda tener, tampoco la manera de solventarlos ; no se distribuyen ordenadamente los espacios para los materiales por la zona de trabajo, no se señalizan y protegen adecuadamente los lugares de peligro evitando así numerosos accidentes.
No se dice que los Planes de Seguridad e Higiene son fotocopias de fotocopias de otros, a veces con muchos años de antigüedad y que no tienen en cuenta las nuevas tecnologías constructivas ni las características y riesgos de cada obra ; se han dado casos que estos Planes han servido igual para obras de edificación que para obras civiles, es decir, para construcción de edificios o lugares de ocio y recreo, que infraestructuras de transporte ; cualquiera sin ser técnico en la materia es capaz de ver la diferencia. Estos Planes de Seguridad e Higiene llevan consigo (dependiendo del presupuesto de la obra) a veces varios cientos de millones de pts, este dinero, (en los casos de obras públicas) rara vez es fiscalizado por el organismo adjudicatario limitándose estos a pagar las certificaciones presentadas por la empresa, esta salva el expediente, entregando equipos de protección individual, pero gastando poco en equipos de protección colectiva, son más caros. En la construcción de autovias e infraestructuras los Planes de Seguridad e Higiene prevén la instalación de casetas itinerantes para el aseo, comedor y vestuarios de los trabajadores y la empresa no las pone aduciendo que no son usadas por los trabajadores, naturalmente que no son utilizados, puesto que no existen, pero la empresa si las cobra. Las medidas efectivas de seguridad se sustituyen por carteles estandarizados donde se enumeran advertencias o recomendaciones ineficaces y con frecuencia sin sentido.
La falta de inspección por el Ministerio de Trabajo es evidente. Los pocos Inspectores de Trabajo que existen son funcionarios que en su mayoría desconocen las técnicas de construcción y por tanto los riesgos que estas llevan inherentes, limitando su labor a la función inspectora en materia de trabajo y seguridad social.
Cuando se fija el plazo de finalización de una obra se hace desde despachos aclimatados, donde los burócratas encargados de su realización ignoran las condiciones del trabajo. Solo se toman en consideración las fases de ejecución y su presupuesto ; se desprecia, por irrelevante, cualquier atención a las condiciones y seguridad en el trabajo ; tampoco se suelen tener en cuenta incidencias imprevistas, como pueden ser el clima, la meteorología, orografía del terreno, etc.
Frecuentemente las condiciones y cualidades del terreno no son estudiadas in situ por los geólogos para evitar asentar estructuras sobre terrenos inestables, lo que hace que cualquier pequeño movimiento sísmico desestabilice la estructura de la obra en construcción con el consiguiente peligro para los trabajadores.
Otro aspecto que no se dice son las enormes diferencias que existen entre los presupuestos de licitación de una obra y los de adjudicación ¿dónde se queda ese dinero ?, nadie lo explica.
Todo esto en cuanto a las construcciones públicas que se supone debe estar todo mejor estudiado, previsto y controlado. Cuando se trata de promociones o construcciones privadas entramos en un mundo donde la única norma existente es la de ganar dinero cuanto más mejor, en el menor tiempo posible. La mayoría de las obras son adjudicadas a empresas, que a su vez subcontratan sin ningún tipo de control ni pudor, la única condición es que cobres menos y hagas el trabajo en menos tiempo, no importa si para eso tienes que tener trabajadores sin contrato o contratados por tiempo sin estipular, o sin dar de alta en la seguridad Social ; a nadie le interesa cuanto cobren, cuantas horas tengan que trabajar, si trabajan sábados, si están siendo continuamente amenazados con el despido.
Por supuesto si los trabajadores tienen que desplazarse kilómetros para acudir al tajo, el desplazamiento corre de su cuenta, y si no es así tienen dos opciones : buscarse un piso donde dormir o hacerlo en la propia obra, todo esto con el consiguiente desgaste físico que supone y que irremediablemente se vera reflejado en el cansancio a la hora de encarar el trabajo en un sector donde el riesgo empieza desde que entras a la obra.
Que decir de los Planes de Seguridad e Higiene, sencillamente no existen, porque la obra por muy alto que sea el presupuesto, se ejecuta en fases separadas, con lo que no es obligado tener ningún tipo de Plan, pero los supuestos costos que no se han realizado en seguridad e higiene, repercuten en el precio final de la vivienda, ¿puede haber mayor desvergüenza ?.
Si tenemos en cuenta que el precio del metro cuadrado de vivienda esta en torno a las 120.000 pts y su valor de venta puede llegar a ser como mínimo 14 millones, es fácil adivinar el gran beneficio de las inmobiliarias y el atractivo que esto tiene para todo tipo de especuladores y mafiosos necesitados de blanquear dinero, proveniente de la explotación hacia otros seres humanos.
No es posible dejar de referirnos a los que ahora se llaman “agentes sociales”, en otros tiempos Sindicatos, creados para la organización y defensa de los trabajadores. ¿Cual es su responsabilidad en todo esto ?, evidentemente unos tienen más culpa que otros. Esos que así mismos se llaman “mayoritarios y representativos”, son más culpables que todo esto siga pasando, son culpables porque callan, porque son cómplices de esta desgracia, donde cientos de trabajadores mueren cada año impunemente. Limitan sus acciones como buenos perros guardianes a encauzar la rabia de los trabajadores para que todo siga igual, para que el estado les siga considerado como “interlocutores validos” para sus pasteleos, forma sutil de seguir percibiendo enormes subvenciones económicas que les permitan seguir viviendo como organización, sin necesidad de afiliados, (solo necesitan delegados, son los que procuran las subvenciones). Siguen manteniendo esta actitud, porque les posibilita que las grandes empresas constructoras les sigan dando contratos de trabajo para tener liberados, contratos que son pagados por las constructoras. Estas mismas empresas les facilitan la convocatoria, búsqueda y elección de los Delegados de Personal o Comités de Empresa, siempre que los elegidos sean obedientes y acepten los dictados de la empresa.
Crean organismos que llaman “paritarios”, como esa maquina de sacar dinero llamada Fundación Laboral de la Construcción, creada en palabras de algún dirigente sindical, “como la única manera de poder tener sindicalistas profesionales bien formados y que no sean una carga económica para el sindicato”. Esta realidad la camuflan realizando cursos de prevención de riesgos laborales, y los que llaman formativos, gastando ingentes cantidades de dinero (proveniente de los impuestos de todos) en organizar coloquios, reuniones, conferencias, cualquier cosa que sea rentable y genere suculentos beneficios.
Estos mismos Sindicatos son, los que sus dirigentes acompañan a ministros y políticos en caso de accidentes graves que tengan gran repercusión en el país ; (por ejemplo el ocurrido en Granada el día 7 de noviembre, donde murieron 6 compañeros) vociferan amenazas de “llegar hasta las ultimas consecuencias en la investigación y depuración de responsabilidades” dejan claro que no “todas las empresas son malas”. Convocan concentraciones de repulsa, hacen manifestaciones, donde los que asisten son representantes institucionales, políticos y liberados sindicales, pero a los trabajadores no se les ve por ningún sitio (caso de Granada : 150 manifestantes, la mayoría políticos y cargos institucionales).
Se reúnen prácticamente a diario con ministros y subsecretarios para hablar de cómo exprimir más y mejor al trabajador, y lo venden como logros que posibilitan el crecimiento económico del país.
Pero también esos otros Sindicatos (concretamente la CGT que es la que conozco desde antes que se creara), esta CGT que parece estar pensando solo en ser también representativa, sin saber muy bien para que, buscando tener Delegados de Personal o miembros de Comité de Empresa, sin conocer ni tan siquiera sus nombres, ignorando que están haciendo en sus centros de trabajo y si defienden los intereses de sus compañeros o no. Los delegados elegidos en una lista de CGT no tienen que parecerse en nada a los demás, no pueden adoptar los mismos criterios ante la empresa, sus decisiones siempre tienen que estar basadas en acuerdos de las Asambleas y sus cargos siempre a disposición de sus compañeros.
No debemos esperar a que esta Organización entre poco a poco en la misma dinámica que esos que ahora dicen ser mayoritarios, tenían en los años setenta y ochenta, esa dinámica les ha llevado a que la gran mayoría de los trabajadores españoles vean en ellos a los genuinos representantes del capital, dispuestos a cualquier cosa con tal de mantener su statu quo.
La CGT no puede sufrir esa mutación, tenemos que mantener nuestra naturaleza ideológica de anarcosindicalistas, le pese a quien le pese, naturalmente adaptando nuestras tácticas a los tiempos y las situaciones, no podemos renunciar a ninguno de nuestros principios, que dicho sea de paso, son ratificados por los acontecimientos y el paso del tiempo.
Tampoco podemos ni debemos alzarnos como la vanguardia ni los depositarios de ninguna verdad absoluta, entre otras cosas porque no existe, pero eso no quita para que nos despojemos de todos esos entupidos complejos que continuamente nos rondan la cabeza : somos minoritarios, no podemos hacer nada, no tenemos fuerza, somos muy pocos etc. Estos complejos, las más de las veces esconden algo peor que es el miedo a que se nos vea, que se nos reconozca como lo que somos, que se nos califique de utópicos (bendita palabra), de radicales.
Tenemos que quitarnos todo ese lastre y empezar a caminar, a estar junto a los trabajadores, aunque ha veces nos rechacen, tenemos que salir a la calle con nuestros planteamientos, volcar todo nuestro esfuerzo y potencial en decir lo que somos y denunciar sin complejos las mentiras y las traiciones, no importa que supongamos que somos pocos, (posiblemente quien dice eso ignora cuantos son los que se autoproclaman mayoritarios, si lo supiera se sonrojaría).
Tenemos que crear y consolidar una Organización con una estructura genuinamente anarcosindicalista, capaz de soportar cualquier envite provenga de donde provenga, una Organización que tenga las puertas abiertas a todos los trabajadores, sean de la ideología que sean, que vean en la CGT el Sindicato honrado que no traiciona y que antepone ante todas las cosas los intereses económicos, sociales y culturales de los trabajadores, una Organización cuya aspiración no sea la de medrar en las barbas del estado sino todo lo contrario, una Organización basada en la solidaridad nunca en la compasión, como la única forma posible de llegar a una sociedad de iguales.
Pedro Ortega Maldonado
Afiliado al Sindicato Único de Granada de CGT
Fuente: Pedro Ortega Maldonado