El 7 de noviembre todas las feministas pedimos “Ni UNA MENOS”, como parte de la visibilidad de las mujeres y de los debates sociales que se han ido expresando durante estos últimos años sobre la prostitución, entiendo la necesidad de escuchar las distintas voces de los grupos de mujeres organizadas como trabajadoras sexuales. Ellas han salido a la calle contra la Ley Mordaza y las ordenanzas de los ayuntamientos que multan a mendigos y prostitutas por ocupar el espacio público.

Tras aprobarse a finales del 2008 “el Plan Integral contra la Trata de Seres Humanos con Fines de Explotación Sexual, se han ido utilizando los términos de prostitución, trata y explotación sexual de manera indiscriminada. Se ha generado así en el imaginario social un totus revolutum que confunde y no ayuda a identificar cada uno de estos conceptos, dificultando la defensa de los derechos tanto de las trabajadoras del sexo voluntarias como de las víctimas de trata.” Cristina Garaizabal del Colectivo Hetaira de Madrid.

Tras aprobarse a finales del 2008 “el Plan Integral contra la Trata de Seres Humanos con Fines de Explotación Sexual, se han ido utilizando los términos de prostitución, trata y explotación sexual de manera indiscriminada. Se ha generado así en el imaginario social un totus revolutum que confunde y no ayuda a identificar cada uno de estos conceptos, dificultando la defensa de los derechos tanto de las trabajadoras del sexo voluntarias como de las víctimas de trata.” Cristina Garaizabal del Colectivo Hetaira de Madrid.

Las mujeres trabajadoras sexuales voluntarias darán testimonio de las diferentes violencias que se ejercen constantemente sobre ellas. La violencia institucional que desde el Estado -que no penaliza la prostitución, pero a través de ordenanzas de los ayuntamientos o la Ley Mordaza, con la policía como escuadrón de la represión- multa y persigue a las prostitutas de la calle.

La falta de derechos laborales las pone en el ojo de la tormenta, como denuncia Amnesty Internacional sobre la violencia en que están inmersas las trabajadoras sexuales voluntarias, y dice: “son uno de los grupos más marginados del mundo. En muchos países se ven amenazadas por toda una serie de abusos, tales como la violación, las palizas, la trata de personas, la extorsión, el desalojo forzoso y la discriminación, que incluye la exclusión de los servicios de salud. Lo más habitual es que apenas gocen de protección jurídica, si es que gozan de ella en absoluto. De hecho, en muchos casos, estos abusos y violaciones de derechos humanos son perpetrados por la policía, por clientes y por terceras partes.”

Las asociaciones de trabajadoras y trabajadores sexuales de Latinoamérica y el Caribe realizan su propio diagnóstico sobre la violencia institucional que se impone a través del vacío legal. “En América Latina y el Caribe hispano el trabajo sexual es lícito porque no está prohibido ni criminalizado. Pero tampoco existe un marco que lo regule. Ese vacío legal hace que las trabajadoras sexuales trabajemos en condiciones de explotación, precariedad y discriminación. Y quienes se continúan beneficiando de esta situación son las fuerzas de seguridad, la clase política y el poder judicial. Esta brecha que se genera entre la legitimidad del trabajo sexual y la arbitrariedad institucional tiene su origen en la mencionada falta de una regulación específica. Por eso organizadas hemos ganamos legitimidad, ahora exigimos legalidad”. La organización de diversos colectivos en el Estado español ha puesto en la agenda política la problemática de la prostitución, denunciando la exclusión y violencia a la que son expuestas las mujeres autónomas que ejercen el trabajo sexual por motu proprio. La asamblea de Cataluña, formada por diversos colectivos, entre ellos la Asociación de Profesionales del Sexo (Aprosex) cuya presidenta Paula Vip denuncia: “la violencia no es de los clientes, es de las instituciones, pero las trabajadoras ahora estamos organizadas, convencidas, luchando en pie de guerra, todas las mujeres que ejercemos el sexo de pago lo hacemos libremente y voluntariamente, porque si no no sería prostitución, sería esclavitud”. Paula Zkerra, del colectivo Prostitutas Indignadas, trabajadora del Raval y consejera de Ciutat Vella del Ayuntamiento de Barcelona por la CUP, indica: “Nosotras queremos acabar con el capitalismo y el patriarcado, no nos vale organizarnos en cooperativas, en realidad tenemos que pensar otra sociedad, terminar con la mentira de que el trabajo dignifica, cuando al único que dignifica es al empresario, porque se llena los bolsillos. Creo que una serie de asociaciones, colectivos e incluso sectores sociales percibe hoy con más respeto que hace años el trabajo sexual”.

La violencia institucional en Madrid en el Polígono de Marconi ha puesto en pie de lucha a cerca de 200 mujeres nucleadas en la Agrupación Feminista de Trabajadoras del Sexo (Afemtras). “Queremos trabajar en un lugar tranquilo, donde no molestar ni ser molestadas y pedimos la derogación de la Ley de Seguridad Ciudadana porque es injusto que nos multen y nos traten como a delincuentes”, así lo denunciaba la portavoz del colectivo.

Para la secretaria general del Sindicato de Mujeres Meretrices de Argentina, Georgina Orellano, “las putas luchamos por la autonomía no sólo de nuestros cuerpos sino por la autonomía en el trabajo. Impulsando leyes que tratan de disputarle al capital y que miles de veces decimos y seguimos sosteniendo que estamos en contra del capitalismo e invitamos a aquellas personas que argumentan en contra de nuestra lucha, diciéndonos que no hay libre elección, que siempre es explotación, que se den una vuelta por otros mercados laborales y vean cuál es la situación de los peones rurales, los trabajadores textiles o las empleadas domésticas”.

A principios del siglo XIX la clase trabajadora se organizó en sindicatos y asociaciones, otorgándose un poder político legitimado por la masiva participación y consenso. Su objetivo fue conseguir derechos sociales. Las trabajadoras sexuales autónomas se encuentran realizando el mismo camino, en condiciones precarias se organizan y consiguen visibilizar una lucha que nos incluye a todas las personas que luchamos por los derechos humanos.

En este marco político y social, el 16 y 17 de diciembre en Barcelona, se realizarán las Jornadas Feministas: Alianzas y Trabajo Sexual coincidiendo con el Día Internacional Contra Las Violencias hacia las personas Trabajadoras del Sexo. Será un momento para profundizar el debate del feminismo que ha quedado estancado entre dos posturas mani- queas: abolición vs legalización, cuando debemos preguntarnos en qué contexto estamos construyendo los cambios porque lo que realmente tenemos que subvertir es el sistema capitalista. El planteo de debate del día 16/12 será: “Ni abolicionismo ni regulación neoliberal: construyendo un modelo no capitalista del trabajo sexual”, donde diversas ponentes plantearán sus posturas. Este encuentro será un punto de inflexión en la organización de un colectivo que es victimizado y estigmatizado por una sociedad hipócrita, donde “el dispositivo de la sexualidad sigue funcionando entre lo prohibido y lo permitido”.1

1La Voluntad del saber, Michel Foucault, Ed. Siglo XXI.

María Alejandra Ferradas

Rojo y Negro nº 296, diciembre 2015


Fuente: Rojo y Negro