Vivimos en la orilla del colapso. La hospitalidad parece borrada de la faz de la tierra, los amos del mundo han roto sus lazos con el resto del planeta. La crueldad que impone la globalización neoliberal está desahuciando nuestras sociedades y nuestros vínculos sociales.

Desde el inicio de esta década la pandemia de la COVID 19 se ha entreverado con las crisis económica, ecológica y social que provocan  esta forma de gobierno planetario.

Desde hace dos semanas la invasión de Ucrania y la posibilidad de una tercera guerra mundial que acabe con la vida humana en el planeta desborda nuestros temores. El sufrimiento de sus víctimas acongoja nuestros corazones.

Nuestra responsabilidad como docentes, como intelectuales, como clase trabajadora de la cultura es denunciar esta barbarie. Oponernos a la guerra, a cualquier guerra, y acoger y hospedar a sus víctimas.

En 1988, un año antes de la caída del muro de Berlín, Gonzalo Anaya, profesor emérito de la Universidad de Valencia, nos recordaba la necesidad de educar para la paz. Hoy, tres décadas después, hay que volver a recordar sus palabras en esta institución, volver a escribir con él, que tanto desde la satisfacción de las necesidades básicas de las personas como desde el respeto a los derechos humanos, y no menos desde la supervivencia del género humano, cada día se hace más urgente el desarrollo de la conciencia social de trabajar para mantener la paz, amarla y defenderla.

Hoy hay que volver a ponerse en pie de paz y recordar a nuestra rectora y a su Consejo de Gobierno que las universidades son las casas que albergan la hospitalidad desde la que nace y se recrea la cultura y el conocimiento. Recordarles que no trabajan en la casa del capital que expulsa y margina al diferente, sino en hogares de saber, donde desde el acogimiento y la solidaridad se forma a quienes habitarán el futuro, tal vez, también de acogimiento y solidaridad.

Hay que volver a recordar a la Rectora, por último, que es indecente invitar a alguien, a cualquier estudiante, a que nos abandone.


Fuente: Gabinete de Comunicación de la CGT del País Valenciano y Murcia