Los expertos indican que sería necesario apostar por los centros de desintoxicación externos. La sobrepoblación supone el alejamiento del recluso y dificultades para su reinserción.
El Centro penitenciario de Córdoba, situado en la barriada de Alcolea, ha incrementado su población interna desde principios de año en 53 personas, por lo que en la actualidad cuenta con 1.758 presos, según indica Instituciones Penitenciarias, y sobrepasa en un 75% su capacidad. No obstante, la capacidad operativa de la prisión es de 1.008 presos, a lo que hay que añadir 172 plazas complementarias, destinadas a enfermería, aislamiento, ingresos, salidas y tránsitos.
Los expertos indican que sería necesario apostar por los centros de desintoxicación externos. La sobrepoblación supone el alejamiento del recluso y dificultades para su reinserción.

El Centro penitenciario de Córdoba, situado en la barriada de Alcolea, ha incrementado su población interna desde principios de año en 53 personas, por lo que en la actualidad cuenta con 1.758 presos, según indica Instituciones Penitenciarias, y sobrepasa en un 75% su capacidad. No obstante, la capacidad operativa de la prisión es de 1.008 presos, a lo que hay que añadir 172 plazas complementarias, destinadas a enfermería, aislamiento, ingresos, salidas y tránsitos.

De este modo, Córdoba se enmarca dentro de la tendencia al crecimiento del número de reclusos que registran numerosas prisiones españolas y «cada vez sube más», según explica Valentín Aguilar, miembro de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía en Córdoba.

Las consecuencias «de la sobrepoblación» para los internos se reflejan en que «cada vez es más difícil para el preso acercarse a su domicilio y se produce un desarraigo», porque en la ciudad hay numerosos internos de Málaga y Sevilla, y también algunos cordobeses cumplen condena en otras provincias. Así, «el preso va a estar más solo, se dificulta la posibilidad de reinserción» e incluso puede afectar a la concesión de permisos o las posibilidades laborales, señala Valentín Aguilar.

De hecho, «la altísima tasa de reincidencia, de aproximadamente el 42% de presos que ingresan de nuevo en el centro», es un signo más de que «no se da salida al problema», según Aguilar, y «cada vez es más fácil entrar en la cárcel, pero más difícil salir, y la sociedad necesita que la persona no vuelva a equivocarse».

Por este motivo, el experto defiende los trabajos en beneficio de la comunidad, que «no se están potenciando y tendrían que ser algo alternativo a la prisión», aunque según declaró, en Córdoba se suelen realizar en el mismo centro de internamiento.

Del mismo modo, la conexión entre la exclusión social, la pobreza y la cárcel «sigue existiendo», según el abogado y miembro de la APDHA. De ahí que al crecer el número de extranjeros en el país «se aumente de manera proporcional» el número de foráneos en prisión que cumplen estas condiciones sociales.

Además, el problema de las drogas en la prisión ha sido subrayado por los expertos, y Valentín Aguilar apunta que «el 80% de los presos están relacionados con la drogodependencia», y o consumen drogas o los delitos cometidos tienen que ver con estas sustancias. Por esto, APDHA subraya que «hay que apostar por las salidas a centros de desintoxicación», ya que el trabajo dirigido por Proyecto Hombre en la prisión quizá «no a todo el mundo le viene bien».


Fuente: PILAR COBOS/Diario Córdoba