Editorial Rojo y Negro 211
Cuando el universo ofrece como único espectáculo la mercadotecnia electoral, se hace casi imposible descubrir los planetas en los que se desarrolla la vida diaria.
Editorial Rojo y Negro 211

Cuando el universo ofrece como único espectáculo la mercadotecnia electoral, se hace casi imposible descubrir los planetas en los que se desarrolla la vida diaria.

Las personas se sienten asfixiadas por ese mercado político, o quien sabe, a lo mejor “encantadas” con ese nuevo espectáculo de competición que se les ofrece. Mercado político que no sólo es indistinto en cuanto a los modelos que ofrecen de orden social -sea este medido en términos económicos, libertades civiles, derechos sociales, bienes públicos, mercados de trabajo, etc.-, sino que todo él concluye en un punto esencial de común nexo : al personal le hemos robado, no sólo la cartera, sino su esencia de ser, la libertad autónoma e independiente para discernir acerca de “todo esto”.

Desde 1996 (año de inicio del ciclo largo económico en expansión a niveles «mundiales») hasta el 2006 (comienzos de los primeros síntomas de recesión), los salarios en el estado español pierden 2,5 puntos en su aportación al PIB, es decir 25.000 millones de euros. Los excedentes brutos de explotación (beneficios), ganan en este mismo período 0,7 puntos.

Los empleos netos creados en el 2007 rondan el medio millón y la población ocupada llega a records históricos, 20 millones de personas, cuando en el 96 ascendía a 12,5 millones sólamente.

Nos encontramos con el siguiente “enigma” : ha aumentado muy considerablemente el número de trabajadores ocupados, teniendo como consecuencia el aumento de riqueza. La economía ha crecido de media en todo el período 96/06 1,5 puntos más que las economías de la UE. Los excedentes brutos de explotación ganan en aportación al PIB 0,7 puntos desde el 96 al 2006. Los beneficios empresariales llevan cinco años consecutivos creciendo y creciendo : desde el 2002, año tras año, consiguen nuevos records, llegando al 2007 con crecimientos del 16 % sobre el 2006, sólamente las empresas del Ibex (49.200 millones de euros netos). Y los asalariados, perdiendo poder adquisitivo y derechos. La lógica económica destruye la razón más común.

No es “enigma”, sino simple explicación : hemos asistido a un brutal aumento de los salarios precarizados, de los de 700 euros -salarios medios que se perciben en los sectores servicios y construcción, los cuales han tirado muy al alza del empleo-, y además no todos los salarios ponderan igual, con lo cual asistimos a un incremento brutal de la desigualdad entre los asalariados. Ésta es la explicación del porque los salarios pierden peso en la renta nacional : se crean millones de empleos precarios y con bajos salarios y los beneficios netos empresariales experimentan un crecimiento del 73 % en el período 96/06.

En este universo es donde la libertad de las personas autónomas se estrella. Pero, claro, la caída libre viene determinada por gobiernos y sindicatos que aceptan el Pacto Social continuo y permanente, como la manera de gestionar la sociedad, es decir, el control de la libertad de 44 millones de personas.

Una libertad que en su última expresión jurídico-política, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, ha decidido que no es otra que la libertad de empresa, bien se entienda en su derecho fundamental a la libre prestación de servicios o la libertad de competencia. La libertad de los trabajadores para oponerse bien a la pérdida de sus empleos, bien a la pérdida de sus condiciones -dignas- de trabajo, decae así a un segundo plano y se pisotea.

El “enigma” aún puede ser mayor si no logramos construir la explicación de común a los millones de personas asalariadas, pensionistas y mujeres y jóvenes, sobre las responsabilidades de quienes circunscriben el universo conocido (nuestros trabajos, nuestros empleos, nuestros salarios, nuestras movilidades, nuestras libertades, nuestros conocimientos, nuestra salud, nuestros entornos, etcétera), al orden social del capitalismo, ahora europeo y global, y nos secuestran nuestra libertad de entender, de comprender y de rebelarnos.

Parece que hacer trampas o hacerse trampas ideológicas se convierte en el deporte “global”, y de ahí a justificar lo injustificable, sean pérdidas salariales, dobles escalas salariales, millones de despidos silenciosos y silenciados con la técnica jurídica del contrato sin derechos y despido libre, EREs que son voluntarios, precarización de la salud y accidentes de trabajo considerados inevitables y meras consecuencias no deseadas del desarrollo y el crecimiento, o el aumento de la intolerancia, el racismo, el clasismo y la xenofobia, cuando no mirar para otro lado cuando se niegan libertades políticas…

Los márgenes se estrechan y las conciencias se vuelven impenetrables. Si CGT tiene sentido es para organizar la rebeldía y el conflicto social. Lo demás carece de “interés”.