Nueva York es hasta el 11 de marzo la capital internacional de las mujeres. En el seno de Naciones Unidas se revisa el cumplimiento de los compromisos para impulsar la igualdad entre sexos alcanzados en Pekín hace una década y suscritos por 189 países.
La conclusión es que se han producido avances, pero desiguales y más lentos de lo esperado. Las mujeres acceden más a la educación o tienen mayor presencia en los parlamentos, aunque persisten las diferencias con los hombres. La pobreza se ha incrementado (siete de cada diez pobres son mujeres) y el sida progresa entre la población femenina, sobre todo en el África subsahariana. Un total de 129 países han adoptado medidas contra la violencia machista.
SANDRO POZZI – Nueva York /El País
Los hombres escasean y las mujeres toman la palabra. Representantes de más de un centenar de gobiernos, incluidas 80 ministras, y en torno a 6.000 activistas se reúnen estos días en la sede de Naciones Unidas en Nueva York para analizar los progresos realizados desde la Conferencia de Pekín. Aquel encuentro, celebrado en 1995, marcó un decálogo para acabar con la desigualdad que padece la mitad de la humanidad. Ahora, al pasar revista, la ONU encuentra un cambio «significativo» en la situación femenina. Pero las brechas persisten y algunas incluso se han ahondado.
En los últimos días, se han suavizado las tensiones surgidas en la cumbre respecto a uno de los temas más polémicos, el aborto. Desde que comenzó la reunión, el pasado 28 de febrero, estaba claro que EE UU pretendía incluir una mención contraria a la interrupción voluntaria del embarazo en la declaración final del encuentro. Finalmente, ha desistido tras recibir presiones de numerosos países, incluidos los de la Unión Europea.
En la declaración final, ya aprobada por los países aunque la cumbre se prolongará hasta el día 11, se da la bienvenida a los logros alcanzados en la década transcurrida desde la cumbre de Pekín. Sin embargo, también se advierte de que «se mantienen desafíos y obstáculos» en la lucha de las mujeres por conseguir la igualdad.
Uno de los frenos que ha salido a relucir en los debates son los estereotipos en torno a la mujer. «La actitud no ha cambiado al mismo ritmo que la política y los marcos, jurídico e institucional», señala la presidenta del comité social sobre la situación de la mujer, Kyung-Wha Kang. Ella, en línea con el discurso de apertura del secretario general de la ONU, Kofi Annan, cree que los hombres deben participar en la batalla por la igualdad entre los sexos. Por su parte, la princesa jordana Basma bint Talal lamenta que los progresos sean «frustrantemente lentos». «Queda mucho por hacer y aprender en cuestiones críticas», añade la representante de los países más pobres del planeta (G-77). Con ella coinciden delegadas de los gobiernos y de las organizaciones no gubernamentales (ONG).
Estos son, en síntesis, los retos a los que se enfrenta la mujer del siglo XXI, tal y como los ven la ONU y los participantes en la conferencia :
Pobreza. Los factores culturales, económicos, educativos, jurídicos y políticos contribuyen a que el porcentaje de mujeres pobres sea cada vez mayor, según la ONU. Se calcula que de cada 10 personas pobres, siete son mujeres. La discriminación laboral, las diferencias salariales y las desigualdades en el acceso a los recursos productivos, entre otros factores, perpetúan la discriminación. Las delegadas insisten en que es necesario disponer de datos actualizados y desagregados por sexos para poder evaluar la situación de las mujeres y los hombres que viven en la pobreza y el impacto real de las políticas.
Educación. Pese a que se han registrado mejoras sobre todo en enseñanza primaria, las niñas acuden a la escuela en menor medida que los niños. Para la ONU, el principal logro de la última década es el «notable» aumento de matrículas femeninas en la enseñanza superior. Se han ampliado los campos de estudios y son más las mujeres que escogen disciplinas no tradicionales para las mujeres, como ingeniería, ciencia y tecnología. El problema que ponen en evidencia las delegadas es que esta tendencia no se refleja después en el acceso de la mujer al mercado laboral. En los países menos desarrollados, las alumnas se topan con serios problemas, sobre todo en el ámbito rural. En muchos casos, las niñas y adolescentes deben compatibilizar los estudios con las labores domésticas. Con frecuencia, ni siquiera acceden a la escuela, o deben abandonarla sin concluir la primaria para ayudar a la familia. El 75% de los analfabetos que viven en el mundo son mujeres, según calcula Unicef.
Salud. El panorama no es uniforme. Mientras algunos países revisan sus políticas para tener en cuenta de forma específica los problemas femeninos, otros cierran los ojos ante ello. Aunque se ha extendido el uso de los medios anticonceptivos en buena parte del mundo, persiste el problema de los embarazos adolescentes y de los abortos inseguros. A juicio de la ONU, las necesidades femeninas en salud «no están cubiertas».
Sida. Es una de las palabras más escuchadas estos días : este mal avanza entre las mujeres. Ya son el 47% de las infectadas, según Onusida. La situación es especialmente grave en África subsahariana, donde nueve de cada 12 jóvenes infectados son mujeres. Hay 13 millones de africanas de esa región portadoras del VIH, un 57% de todos los infectados. La desigualdad en las relaciones entre sexos, la discriminación y las pautas sociales están detrás de la dispersión de la pandemia entre las mujeres, a lo que se suma las dificultades de acceso a los medicamentos antirretrovirales. La ONU urge que se garantice el acceso universal de la mujer a la prevención, la atención y el tratamiento, para reducir su vulnerabilidad ante la enfermedad y de sus hijos.
Violencia. Física, sexual y psicológica, la violencia que se ejerce contra las mujeres por el mero hecho de serlo es una de las prioridades de los programas nacionales e internacionales. Un total de 129 países han adoptado medidas concretas para acabar con la violencia contra las mujeres y niñas. Pero falta información precisa para conocer el alcance real del problema y saber si las medidas que se adoptan son eficaces. A esto se le suma la dificultad de que los funcionarios policiales y judiciales a menudo no reconocen la gravedad de la violencia contra la mujer. La complejidad de los procedimientos y la falta de juzgados de familia pueden impedir su acceso a la justicia, situación que se agrava en el caso de las mujeres sin recursos. Además, las víctimas pueden ser reticentes a denunciar las agresiones por miedo, por encontrarse en un entorno hostil. Algunas creen que el hombre tiene derecho a pegar a la mujer en caso de desobediencia.
Trata. Se están adoptando medidas a escala internacional en la lucha contra el tráfico de mujeres con fines sexuales. Pero la ONU insiste en que se debe ser más firmes ante este delito.
Poder. En 1995, había 12 mujeres jefes de Estado o de Gobierno. Y un 11,3% de parlamentarias. Ahora, el número de mujeres en las cámaras legislativas han alcanzado el 15,7%, pero ha descendido a ocho el de las jefas de Estado. La mayor presencia de las mujeres en los parlamentos y gobiernos nacionales es una muestra de la evolución de la mujer en poder político, sobre todo a nivel local. El problema, según señalan las delegadas, es que ocupan a menudo un lugar bajo en las jerarquías legislativas o están asignadas a esferas «menos relevantes» en el proceso de toma de decisiones, como la familia, el bienestar y la cultura. Las mujeres siguen quedándose con las carteras más sociales. A esto se suma el problema que plantea en algunos países el establecimiento de cuotas y otras medidas de discriminación positiva, contrarias a patrones culturales muy arraigados. Para la ONU, la marginación constante de la mujer en la toma de decisiones ha sido tanto una causa como un efecto de los lentos avances realizados en muchas esferas del desarrollo.
Economía. La ONU constata «progresos considerables» en la promoción de derechos y la independencia económica de la mujer. La mayoría de los países están adoptando medidas para asegurar el acceso de la mujer al empleo en pie de igualdad y el apoyo a las empresarias. Sin embargo, existe una importante diferencia en la carrera profesional. «Los estereotipos siguen impidiendo el desempeño femenino de cargos altos en el sector privado», por eso se pide reforzar las medidas que favorezcan la conciliación del trabajo y la vida familiar.