Cada vez son más las iniciativas que apuestan por la insumisión tarifaria como forma de desobediencia ciudadana contra los aumentos continuados del precio de los servicios públicos básicos, incompatibles con la pérdida general de poder adquisitivo. En una Cataluña donde el 24% de la población está en el paro y un 30% vive en situación de pobreza, necesidades cotidianas como coger el metro o el autobús se convierten en un lujo. Así como los últimos dos años el Salario Mínimo Interprofesional sólo se ha incrementado un 0,6%, el coste de la T-10 ha crecido un 18%, hasta situarse en los 9,80 euros desde principios de 2013 .

Ante esta realidad, la opción de colarse en el metro se convierte legítima a ojos de parte de la opinión pública. Ya hace tiempo que campañas como A ti TMB te recortan y el colectivo Memetro reivindican la negativa a pagar el billete; han visto «coladas» colectivas y son miles de personas las que utilizan el localizador de revisores de Memetro para evitar las multas. Desde enero, la campaña No Pagamos actúa en el mismo sentido.

Ante esta realidad, la opción de colarse en el metro se convierte legítima a ojos de parte de la opinión pública. Ya hace tiempo que campañas como A ti TMB te recortan y el colectivo Memetro reivindican la negativa a pagar el billete; han visto «coladas» colectivas y son miles de personas las que utilizan el localizador de revisores de Memetro para evitar las multas. Desde enero, la campaña No Pagamos actúa en el mismo sentido. Su táctica son las acciones de «puertas abiertas», en el que un grupo de personas se concentra en una parada y mantiene abiertos los accesos, lo que permite a todo el pasaje viajar gratis. Después de que el metro se volviera gratuito por un rato en las céntricas estaciones de Catalunya y Diagonal, el 31 de enero una movilización descentralizada permitió a más de 3.000 usuarias coger el suburbano sin coste desde las diez estaciones diferentes.

El 6 de febrero por la noche fue el turno de la parada de Fontana, en la villa de Gracia. Eran las 20h cuando una treintena de personas, equipadas con pancartas de No Pagamos y caretas del alcalde Xavier Trias, entraban en el vestíbulo de la estación y  precintaban las puertas de acceso, que quedaron abiertas durante cerca de tres cuartos de hora. Agradecimiento, complicidad, curiosidad y simpatía fueron las actitudes mayoritarias de quienes se encontraban con que no había que picar el billete. Muestras de apoyo y bromas entre el piquete y los viajeros: – «¿hoy no hay que pagar el billete? – «¡El billete, que lo pague Millet!», Sonrisas traviesas de las personas mayores y reacciones tan entusiastas como la de un grupo de jóvenes: «¿es gratis, niño? ¡Ya ves, loco!.

Lejos de ninguna sombra de conflicto, la acción despertó la comprensión de las trabajadoras de TMB que presenciaban la escena. Una de ellas encabezó la negociación con los activistas, que fue fluida y llena de buen humor. «A mí me parece bien lo que hacéis», comentaba, mientras respondía a las dudas de la gente que accedía a la parada «pase, pase, hoy no hace falta que pique, si le piden el billete sólo explique lo que ha pasado». «¿Ya os vais?» Se lamentaba el hombre cuando se acabó la protesta, mientras se elaboraba un recuento conjunto del número de personas que se habían beneficiado de la apertura de puertas; aproximadamente unas 400.

Nuevas campañas de insumisión contra las facturas del agua y la energía

La plataforma No Pagamos, según explica Joan Sebastián, uno de los impulsores, nace con el objetivo de llevar a cabo «una presión estable y continuada a través de acciones de desobediencia», no necesariamente circunscritas al ámbito del transporte público. Se plantean también campañas de insumisión contra las facturas cada vez más elevadas del agua y la energía-su gestión sigue generando beneficios millonarios a la empresa privada-. No Pagamos nace en el seno de la izquierda independentista barcelonesa, pero tiene una vocación abierta y transversal. Su reivindicación no es otra que el establecimiento de un precio popular para los servicios básicos, especialmente en una coyuntura económica tan mala como la que vivimos.

La iniciativa pide así que el transporte público sea gratuito para personas en paro o en situación de pobreza, y que se apliquen tarifas sociales efectivas para estudiantes, niños y personas mayores. A nivel estructural, se reclama la recuperación de la gestión pública de los servicios. La plataforma se solidariza también con las luchas sindicales de la plantilla de TMB, que hace años que se enfrenta a reducciones salariales y un empeoramiento de las condiciones de trabajo. Juan Sebastián nos hace una síntesis: «los intereses de las personas usuarias y trabajadoras son iguales y se contraponen a los de la Administración y el capital privado».

No Pagamos celebró una asamblea abierta el sábado 9 de febrero a las 11h en la Casa Amarilla (C / Alí Bei, 120, Barcelona) para debatir las próximas movilizaciones.

* Marco Rude. Artículo publicado en el semanario Directa .

Más información en http://nopaguem.wordpress.com/

http://www.cgtcatalunya.cat/spip.php?article8665


Fuente: Semanario Directa