La historia de Juan
Desde la ’gota de leche’ a las represiones del Régimen pasando por el movimiento libertario. Anécdotas en las vidas de un padre y su hijo en medio de una época peligrosa, triste y aburrida
La historia de Juan


Desde la ’gota de leche’ a las represiones del Régimen pasando por el movimiento libertario. Anécdotas en las vidas de un padre y su hijo en medio de una época peligrosa, triste y aburrida

JEREZ. «Mi nombre es Juan Antonio Jaén Recamales, hijo de Juan y de Josefa. Todos me conocen por Márquez. Nací en 1948 en el antiguo hospital de Santa Sofía, me crié y crecí en los pocos metros cuadrados de un modestísimo cuarto del número 3 de la calle Murguia. He militado en diversos colectivos y he tomado parte en un sinfín de movimientos para protestar por lo que consideraba una injusticia. Siempre he estado ’en la lucha’. Estaría arrepentido si no lo hubiera hecho».

Calle Murguia, número 3.- Calle Murguia, bocacalle de la calle Puerto. Frente por frente, tardes tristes de ’hockey’ sobre patines en la Alameda Vieja, celebraciones del Día de los Caídos, olor a miseria pero mucha confraternidad, las peleas en la cercana y poco discreta casa de citas de Mari Pepa… Y el hambre. «Si yo contara el hambre que nos quitó la ’gota de leche’, esa leche de polvo americana que repartían a los niños en el colegio de monjas de La Infancia de la calle Visitación. Sor Anaceli, sor Consuelo…» Josefa, sola como estaba, se las ingenió para sacar adelante a sus hijos : Ana, Juan y José. Ninguno conocería a su padre hasta 1958.

Con los tuyos, con razón o sin ella.- Juan Jaén Márquez, padre de Juan, estuvo muy ligado al movimiento libertario de la época. Antes de la guerra fue destinado a Cartagena para hacer el servicio militar. Cuando estalló la guerra, Juan pensó que si luchaba por alguien, lo haría con los suyos. Por eso, un buen día decidió marcharse andando hasta Barcelona para unirse al Frente Popular. Una vez que el gobierno de Azaña militarizó las milicias, Juan llegó a sargento y, poco después, a capitán. En Juan veían cualidades. Acabada la guerra, marchó al exilio en Francia, un campo de concentración que acogió a más de cuarenta mil refugiados españoles y en donde el frío, la disentería y la hambruna estaban a la orden del día. Cuando el bando aliado tomó París, muchos de esos españoles, como Juan, lucharían hombro con hombro contra el enemigo alemán.

El sueño perdido.- Juan albergaba esperanzas de que el mandato de Franco llegaría pronto a su fin, pero no calculó bien. Volvió en 1958 a Jerez y se puso manos a la obra en lo que siempre conoció, como encargado en la construcción sin regatear tiempo para seguir su particular batalla contra el Régimen. Un buen día, Juan acude a la obra que se realiza en el instituto Padre Luis Coloma. Acude para recoger algunos documentos comprometedores y sucede lo peor : Cuando entra en el centro, observa a la portera hablando con dos hombres, que Juan reconocecomo de la brigadilla. «Le habían hecho una emboscada. Allí estaban los dos hombres y, en el momento en que preguntaron por Juan, la portera giró inesperdamente la cabeza y dijo : ’Ahí está el señor Márquez’».

Suplicio.- Juan es detenido acusado de un delito de rebelión militar y trasladado a cuartel de la Guardia Civil de Cádiz. Nada más llegar, el coronel le dijo : «No te mato porque no tengo órdenes. Pero te voy a decir que no vas a ser más hombre en tu vida». Llegaron las torturas y palizas. «Lo dejaron destrozado. Pasó tres días amarrado a la cola de un caballo. Tantas serían las palizas que acabó con una lesión en la vena aorta». De Cádiz pasó a Sevilla y de Sevilla a Valencia. En 1958 abandona la cárcel por buen comportamiento y vuelve a Jerez. Pero las secuelas de la enfermedad afloran. Miserias y calamidades acaban con Juan. «Murió con sesenta años. Yo no sé ni cómo pudo llegar a los sesenta. Era desesperante. Dormíamos en el cuarto y podíamos oir cómo se ahogaba, se asfixiaba, retorciéndose de dolor y agarrándose a los barrotes de la cama para poder respirar».

De tal palo.- Márquez se empapó de las conversaciones que su padre mantenía en casa con sus amigos Miranda, Montenegro y Vidal, sus actividades en la CNT y en la Federación Anarquista Ibérica. «Percibí que eran hombres de una enorme honestidad, acordes con sus ideas, no había odio en sus palabras». Así nació su espíritu crítico, que le costaría más de un disgusto. «Un espíritu muy distinto a esos que se dicen de izquierdas y no aparecen. ¿Dónde se escondían en aquellos años ? Cuando cogieron el poder, se aprovecharon de la democracia y dejan mucho, mucho que desear. Y se llaman de izquierdas».

Genio y figura.- Militante de CCOO y CNT, amén de su paso por los PM-40, Márquez hijo ha sido un hombre íntimamente ligado al movimiento reivindicativo. Su detención en la visita a Jerez de Suárez por una presunta agresión a la hija del jefe falangista Porro o la ocupación de parados de un pleno municipal todavía son sonados. «Aquí trabajé siempre en precario, tenía un hándicap, el ser hijo de quien era». Emigró y trabajó en Alemania, Holanda, Barcelona, Argelia y Lanzarote.

Sufrió una leucemia que le llevó al hospital cinco meses y de la que salió milagrosamente. Las secuelas le llevaron a fundar la Asociación de Parados con minusvalías del 55%. ahora, cuando mira atrás su pasado revolucionario, dice sentirse con «más dosis de inteligencia y reflexión. La única revolución posible hoy -concluye- es la revolución del amor».


Fuente: VANESA LOBO / Diario de Jerez