“Reforma laboral” es un eufemismo que intenta endulzar lo que supone, claro y sin ambages, un saqueo de derechos de las personas, en este caso de la gente trabajadora, siempre con la recurrente excusa de la “creación de empleo”.

Llevamos casi treinta años de “reformas laborales”. Las principales se implementaron en 1984 (contratos temporales), 1994 (contratos basura). 1997 (contratos “de fomento del empleo”), 2002 (decretazo de Aznar), 2006 (bonificaciones empresariales) y 2010 (causas “objetivas” del despido).

Ha habido “reformas laborales”
tanto con gobiernos del PSOE cómo del PP.

Ha habido “reformas laborales”
tanto con gobiernos del PSOE cómo del PP. También las ha habido
formalmente “impuestas” (al tiempo que consentidas), o bien otras
negociadas con “los agentes sociales” (
CEOE,
CEPYME,
CCOO,
UGT). Todas estas “reformas” han tenido un denominador común: ni
una sola ha sido capaz de crear empleo. Sin ir más lejos, desde la
última “reforma laboral” de Zapatero (16 de junio de 2010) el
paro ha aumentado en más de 400.000 personas, mientras los derechos
de todos se iban a pique.
Por lógica aplastante, si mediante las
“reformas laborales” se abarata y facilita el despido, no sólo
no se crea ocupación, sino que aumenta el paro. Y si se
precarizan
las condiciones de contrato y
trabajo, pues aumenta la precariedad. Como consecuencia de todo ello,
en el estado español se ha disparado el paro hasta más de cinco
millones de personas, con el horizonte de los seis millones, y la
precariedad a más del 40%. Unos niveles de paro y precariedad
laboral que duplican la media de los países de la UE.
A la vista
de los resultados, sería justo y lógico exigir, al menos, la
derogación de la última “reforma laboral” a la cual también se
opusieron, al menos formalmente,
CCOO
y UGT. Pero parece que Méndez y
Toxo
no están por la labor. Bien al contrario y en estos días, se
aprestan por negociar con la patronal un nuevo pacto social. Ya en sí
mismo, esta negociación es una trampa. Porque, acabe o no con
acuerdo, está provocado la desorientación y la desmovilización,
cuando menos también la desmoralización, de los propios
trabajadores. Entre todos están creando una situación idónea, para
que Rajoy imponga el hachazo de 40.000 millones de euros al gasto
social, y una nueva y traumática “reforma laboral”, sin
demasiada resistencia.
Y mientras todo esto pasa, se le sigue
regalando a la delincuencia financiera auténticas montañas de
dinero público. El último caso ocurrió el diciembre pasado con la
última ayuda del BCE, de 489.000 millones de euros, a los bancos de
la eurozona, al privilegiado interés del 1%. Un caudal financiero
del que no llegará ni una gota a la economía productiva, porque
casi todo se destinará al saneamiento de balances o, en todo caso, a
la compra especulativa de la deuda de los países “periféricos”,
que les rentará un 4, un 5 o un 6% de interés. Lo que está
sucediendo ante nuestros ojos es injusto y obsceno. Pero lo malo no
es que hayan ladrones, sino que les permitimos que sigan robando.
La
única salida de la crisis es, justamente, por el camino contrario a
las reformas laborales y a los recortes sociales, como es acabar con
la especulación, el fraude y la evasión de capitales; implementar
unas reformas fiscales orientadas al justo reparto de la riqueza,
salario social o renta básica universales; potenciar el sector
público para generar empleo a través de la defensa y ampliación de
los servicios públicos; reducir la jornada laboral para favorecer la
creación de ocupación; fomentar el cooperativismo y la autogestión,
etc.. Y, como medida necesaria para todo esto, acabar con el
monopolio de la banca privada, con la creación de una banca pública,
que sea el motor de la recuperación de la economía productiva y del
empleo, ayudando a las pequeñas y medianas empresas y a las
economías particulares, todas ellas actualmente ahogadas por la
ausencia de crédito.
Con estos objetivos no nos cabe otra
alternativa: defender nuestros derechos y oponernos a los recortes,
al pacto social y a esta nueva “reforma laboral” con la cual se
nos amenaza.
Pep Juárez, enero de 2012
Publicado en el
diari Ultima Hora, de Palma


Fuente: Pep Juárez