La combinación de soberbia y torpeza con la que actúa Estados Unidos, alimenta las acciones de los resistentes que se han transformado en una insurrección generalizada. George Bush, Donald Rumsfeld y Condolezza Rice siguen argumentando que son "hechos aislados" y que "tienen un trabajo que hacer en Irak y lo harán". Pero cada vez se hace más difícil explicar lo que hicieron, lo que hacen y lo que pretenden hacer en ese territorio ajeno.

La combinación de soberbia y torpeza con la que actúa Estados Unidos, alimenta las acciones de los resistentes que se han transformado en una insurrección generalizada. George Bush, Donald Rumsfeld y Condolezza Rice siguen argumentando que son «hechos aislados» y que «tienen un trabajo que hacer en Irak y lo harán». Pero cada vez se hace más difícil explicar lo que hicieron, lo que hacen y lo que pretenden hacer en ese territorio ajeno.

El alud de las noticias que se suceden no debe sepultar el fundamento de la agresión militar consumada hace poco más de un año : «el gobierno iraquí significaba un peligro inminente para el mundo por la posesión de un arsenal de armas de destrucción masiva.»

Como no lograron convencer ni cambiar con presiones la voluntad de la mayoría de los miembros del Consejo de Seguridad, actuaron unilateralmente tras la reunión de Bush, Blair y Aznar en las Islas Azores e hicieron su guerra. El arsenal, las armas terribles, nunca aparecieron. Y si algo hubiera aparecido, serían los restos de las armas y elementos químicos vendidos por Estados Unidos, Alemania, Reino Unido y otros países occidentales en los años 80 a Sadam Husein cuando su país estaba en guerra con Irán, que entonces ocupaba el sitial de «principal enemigo de occidente». Ya ni siquiera pueden argumentar que la resistencia son «actos criminales» instigados por el dictador depuesto. Todo indica que bastante tenía Sadam con procurar que no le encontraran ni le asesinaran. Y ahora está en un lugar no revelado bajo control del ejército de los Estados Unidos.

Transcurrido un año de la «Victoria», los liberadores no liberan y los reconstructores no reconstruyen.

Los «peligros» que fundamentaron la ocupación se han esfumado. Claro que han aparecido otros mucho mas reales : sectores importantes de la sociedad iraquí que rechazan la ocupación y no reconocen al gobierno títere. La torpeza y la soberbia norteamericana que mencionábamos al comienzo de la nota, han tenido la virtud de convertir al joven dirigente chiita Muqtada Al Sadr, en un líder de la oposición a las fuerzas ocupantes. Al Sadr nunca fue partidario de Sadam Husein. Más aún, su padre, el gran ayatollah Mohammed Sadeq Al-Sadr fue asesinado en 1999 por supuestos agentes del ex dictador. Su mensaje fue claro : » Me dirijo a mi enemigo Bush y le digo que si su excusa era que luchaba contra Sadam, eso pertenece ya al pasado. Tú ahora combates a toda una nación, de Sur a Norte, de Este a Oeste, y nosotros te aconsejamos retirar las tropas.» ( Leído por un clérigo en la ciudad de Kufa hace pocos días ). La respuesta de la Casa Blanca fué declarar al dirigente chiita «fuera de la ley» y el administrador Paul Bremer considera que puede aplicarse la «doctrina Sharon» de terrorismo de estado por la cual Muqtada Al Sadr podrá ser detenido o asesinado en cualquier momento o lugar. Eso sí, en nombre de la pacificación, el orden y la democracia.

¿ Contratistas o mercenarios ?

Cuando a fines de marzo un grupo de la resistencia atacó un convoy norteamericano de suministros en Faluya, cuatro supuestos «civiles» resultaron muertos. Las imágenes del ensañamiento y festejos de la población en torno a los vehículos incendidados recorrieron el mundo. El gobierno norteamericano afirmó que buscaría y daría castigo a los responsables del asesinato y vejación de los cuatro «contratistas» .

Todos los grandes medios de comunicación europeos condenaron estas muertes y el ultraje de sus restos, insistiendo su carácter de civiles y contratistas. Algunos columnistas añadieron por su cuenta, que «trabajaban por la reconstrucción de Irak».

Parece oportuno entonces aclarar quienes eran estos sujetos antes de que algún exaltado pretenda que sean canonizados.
Los «civiles» que murieron en ese ataque de la resistencia, trabajaban para la empresa Blackwater Security Consulting, con sede en Moyock, Carolina del Norte, Estados Unidos. La Blackwater, junto con la Smith Consulting Group o ArmorGroup International, componen lo que se conoce como Corporaciones Militares Privadas, que integran en este momento una fuerza mercenaria estimada en unos veinte mil hombres , que constituye el segundo grupo militar en importancia en territorio iraquí después de las tropas regulares norteamericanas.

Otras empresas son DynCorp, conocida por sus «prestaciones» en la represión a las guerrillas colombianas, y que ahora tiene un contrato de 40 millones de dólares para adiestrar a la «nueva» policía iraquí o la Global Risk que tiene 1.100 hombres operativos en Irak, entre los cuales figuran decenas de ex soldados gurkas, de origen nepalí conocidos por su ferocidad y que desde hace más de un siglo actúan como mercenarios del Ejército británico.

Blackwater Security tiene a su cargo -entre otras tareas – la escolta y protección de todo el personal de Kellogg, Brown y Root, otra empresa privada norteamericana que actúa en Irak. ( La KB and R es en realidad una filial de Halliburton, la gigantesca petrolera que tuvo hasta hace pocos años como consejero y presidente a Dick Cheney, secretario de defensa con Bush padre y ahora vicepresidente de los Estados Unidos con Bush hijo. Esta firma obtuvo sin concurso, millonarios contratos como el de control y extinción de incendios en los pozos petrolíferos iraquíes.

Pero sus «actividades» se extienden a la construcción de los cuarteles de los miles de soldados del ejército ocupante, y de la provisión de víveres y avituallamiento diverso para esas tropas. También fue la empresa encargada de montar el campo de concentración dispuesto por el gobierno norteamericano en Guantánamo para recluír en condiciones humillantes a cientos de sospechosos de pertenecer a las fuerzas talibanes de Afganistán. KBR fue beneficiada por el Pentágono en el 2001 con un contrato por 3.800 millones de dólares para suministrar apoyo logístico a las tropas norteamericanas en todo el mundo, y está acusada de haber sobrefacturado comidas que nunca habrían servido en bases de Kuwait e Irak. Como se vé, tampoco se trata de precisamente de «cooperantes» o «ayuda humanitaria».)

Pero sigamos con la empresa Blackwater : Esta firma que recluta su personal entre ex miembros de las fuerzas armadas, tiene también a su cargo la custodia y seguridad de Paul Bremer, el administrador o «procónsul» norteamericano en Irak. Cuando el suceso en Faluya, la propia empresa admitió como personal propio a los muertos, aunque declinó dar sus nombres. Pero a través de amigos de las víctimas se pudo saber que uno de ellos era Scott Helvenston, de 38 años, con 12 años experiencia en la Marina. Otro era Michael Teague, un ex- miembro del ejército norteamericano que según su esposa Rhonda, desempeñó servicios en Afganistán, Panamá y Grenada.

El diario mexicano «La Jornada», informaba días pasados que la empresa de seguridad ha reclutado también ex militares chilenos de la época de la dictadura pinochetista. El diario británico The Guardian, publicó que Blackwater envió 60 ex comandos chilenos a Irak con un salario que llegaba a los mil dólares diarios. Un portavoz de la empresa norteamericana aseguró al mismo rotativo que los militares chilenos «son muy, muy profesionales». La web de Blackwater proclama «hemos establecido una presencia global y proporcionamos el entrenamiento y las soluciones tácticas para el siglo XXI «.

Según apuntaron diarios norteamericanos, entre ellos el Washington Post, fueron ocho paramilitares de Blackwater quienes abrieron fuego contra los manifestantes chiitas que rodearon la base española de Al Andalus en Nayaf. Incluso indican que la empresa envió munición con
helicópteros para sus hombres. El diario español «El País» indicó que los paramilitares norteamericanos actuaron sin coordinarse con los soldados españoles, salvadoreños y hondureños del cuartel. Esta actuación provocó malestar en las tropas españolas, pues los chiies de la ciudad santa de Nayaf culparon a los españoles por la muerte de una veintena de iraquíes en estos sucesos.

Sin embargo, la firma Blackwater, en el comunicado en el que admitió que los cuatro muertos por la resistencia en Faluya pertenecían a la empresa afirmaron : «Las imágenes gráficas del ataque no provocado y el posterior maltrato atroz de nuestros amigos demuestra la condición extraordinaria bajo la cual trabajamos voluntariamente para llevar libertad y democracia al pueblo iraquí».
Al parecer la empresa paramilitar de Carolina del Norte considera que bombardear con misiles, provocar millares de víctimas civiles, destruír infraestructuras, ocupar el territorio y robar su petróleo no justifica ninguna reacción violenta por parte del pueblo iraquí.

La idea de privatizar el Ejército, al menos en parte, pertenece al actual vicepresidente. Sí, fue el mismo Dick Cheney el que a principios de los 90 cuando era secretario de defensa, encargó el primer estudio precisamente a Brown y Root, la filial de Halliburton a cuyo elenco directivo luego pertenecería. Hoy en día, las Corporaciones Militares Privadas son uno de los sectores industriales que obtienen más beneficios en Estados Unidos, creciendo a un ritmo aún mayor que las empresas informáticas o de biotecnología.
Según Peter Singer, autor del libro «Corporate Warriors» ( Guerreros empresariales ) estas empresas privadas paramilitares generan en el mundo una cifra de negocio superior a los cien mil millones de dólares y estiman duplicar esa cifra para el año 2010.

Mientras Estados Unidos argumenta que los sospechosos de ayudar a los talibanes no pueden ser considerados «prisioneros de guerra»
y por tanto están recluídos en Guantánamo sin marco jurídico alguno, considera «contratistas civiles» a quienes integran este ejército paralelo de mercenarios, custodios y especialistas militares. El artículo 47 de la Convención de Ginebra prohibe expresamente el uso de mercenarios y los define como «aquellas personas reclutadas para un conflicto armado por un país distinto del suyo y motivado por la ganancia personal». Algunos parlamentarios norteamericanos han expresado su preocupación por el tema. La congresista demócrata Jan Schakowsky dijo que «no hay modo de controlar a estas empresas que actúan por cuenta propia, donde sus empleados no están sometidos al código militar y funcionan en una especia de limbo legal».

Otra gran empresa privada, Vinell Corporation suministra servicios militares y de inteligencia al Pentágono desde 1931. Ahora es la encargada de formar el «nuevo» ejército iraquí, para lo cual está convocando a ex oficiales del ejército y la marina ( desde tenientes hasta tenientes coroneles ) para entrenar a los reclutas iraquíes. Vinell forma parte de la gigantesca corporación militar Northrop Grumman, que desarrolla actividades de seguridad, defensa y aeroespaciales. Una tercera parte de los fondos asignados recientemente para la guerra de Iraq por el Congreso norteamericano ( unos 30 mil millones de dólares ) ha ido a parar a manos de empresas privadas norteamericanas que prestan diversos servicios de asistencia a las tropas regulares. La guerra no deja de ser un negocio formidable para ellas.

Lo que ocurre es que a veces la profesionalidad no es suficiente : The Washington Post publicó que el segundo batallón del nuevo ejército iraquí bajo mando norteamericano se negó a partir a Faluya para reforzar a los sitiadores. Afirma que oficiales iraquíes dijeron a sus superiores norteamericanos que «no se alistaron en el ejército para combatir a iraquíes».

Como salir del pantano

Irak se ha convertido en un gigantesco pantano para el gobierno Bush. La decisión de bombardear y ocupar Irak no ha servido para desmantelar ningún arsenal de destrucción masiva, simplemente porque no existía. Pero ha logrado convertir a la región en un polvorín incontrolado, alimentando la carga de odio de amplios sectores del mundo árabe generada por las políticas occidentales, entre las que se cuentan los respaldos a las acciones genocidas de Sharon en Palestina. La resistencia inicial calificada de «residuos de los seguidores de Sadam», se ha convertido en una insurrección generalizada. Tardan los halcones de la Casa Blanca en admitir la magnitud del error.

Los gobiernos que actuaron como tributarios de la llamada Coalición Aliada con algunos cientos de soldados, advierten que no se trata de un paseo militar. Algunos países como Bulgaria, Noruega y Tailandia evalúan la posibilidad de retirarse. En España, las recientes elecciones generales significaron la derrota de Aznar, uno de los componentes del «Trío de las Azores» que acordó la guerra. Los socialistas ganaron con la promesa de retirar las tropas si el 30 de junio las Naciones Unidas no se han hecho cargo de la situación.

En Estados Unidos, el candidato demócrata a las elecciones presidenciales de Noviembre, John Kerry sugiere precisamente que debe darse mayor protagonismo a las Naciones Unidas y llama a la «comunidad internacional» a comprometerse. Pero fue su propio país el que pulverizó el escaso crédito que le quedaba al organismo internacional cuando desconoció la posición del Consejo de Seguridad y proclamó la «guerra necesaria y preventiva». Y en aquel momento, Kerry también otorgó su voto a la invasión.

Es difícil que Bush y la bandada de halcones e intereses militaristas que le rodean admitan la necesidad de una retirada a tiempo antes de que la situación adquiera mayor gravedad. Es improbable también, que reconozcan que no pueden delegar ninguna soberanía a una parodia de gobierno títere integrada por personas que no representan a la mayoría de la sociedad iraquí. Tampoco parece que adviertan la poderosa raíz popular que tienen los clérigos chiitas. La pretensión de «castigar» a la población civil de Faluya donde provocaron entre 600 y 900 muertos y centenares de heridos revela su desprecio por las vidas y la suerte de la población iraquí y la ceguera de su soberbia colonialista.

Quizás las mayores expectativas hay que ponerlas en la propia sociedad norteamericana, que comienza a olfatear la catástrofe. En que esa reacción interna se produzca antes o después, también influirá el movimiento internacional de rechazo a las políticas agresivas e imperiales de la Casa Blanca. Ya dió muestras formidables de vitalidad y razón cuando hace un año millones de personas se movilizaron
por calles y plazas de todo el planeta. Su voz es más necesaria que nunca para evitar más muertes, más dolor, más injusticias.

Epílogo latinoamericano

Para cerrar esta crónica, un apunte con perspectiva y sentimiento latinoamericano. Nos llega desde la base militar de Fort Stewart, en Georgia. Allí permanece detenido un nicaraguense que se enroló en el ejército norteamericano para conseguir la autorización de residencia
y al que también le prometieron la posibilidad de estudiar en la universidad si se alistaba por tres años.

Camilo Mejía Castillo fué elegido para integrar los grupos invasores que forman la primera línea en Irak. Tras combatir en el frente con el Primer Batallón del Regimiento 124 de Infantería, desertó con objeciones de conciencia.
«Deserté – cuenta – porque está muy claro que esta guerra es motivada por el petróleo. Nunca se encontraron armas de destrucción masiva ni conexiones terroristas en Irak. Ahora se inventan otras razones, como luchar por la democracia y la libertad en Irak. Mientras los trabajadores no tienen ninguna garantía social y la pobreza explota en cada rincón iraquí, las compañías transnacionales se apoderan de su petróleo. Es una guerra sucia motivada por el dinero y pagada con la sangre de soldados como yo, con el sufrimiento de nuestras familias, y con las vidas de miles de iraquíes. Yo no firmé ningún contrato para ser mercenario».

Camilo añade que «hay muchos que están en contra de la guerra pero no quieren desertar porque tienen miedo de ir presos y de que el Ejército les arruine la vida. De lo que no se dan cuenta es que la guerra es lo que realmente les vá a arruinar la vida.»

Y se pregunta : «¿ de qué sirve la libertad si uno no puede vivir consigo mismo ?

Redacción de SERPAL.

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