Artículo publicado en Rojo y Negro nº 391, julio-agosto 2024

Las ciudades, pensadas para ir en coche, son los espacios que más contribuyen al cambio climático. Entre las propuestas que se replantean los modelos urbanísticos destaca la «ciudad de 15 minutos» que algunos grupos de opinión califican de «confinamiento climático».

La propuesta de «ciudad de 15 minutos» es un planteamiento teórico que pretende acercar ciertos servicios tales como los centros de salud, las escuelas o el ocio a un radio de no más de un cuarto de hora andando de las personas para reducir el uso del transporte privado. Sin embargo, hay quienes afirman que son planes que buscan coartar la libertad de movimiento de las personas evitando que salgan de las ciudades. Así, mientras Carlos Moreno, asesor de urbanismo en el Ayuntamiento de París, afirma que su objetivo es “combatir el cambio climático” reduciendo los desplazamientos en coche, la anterior consejera de Medioambiente de Madrid, Paloma Martín, aseguro en marzo de 2023 que es «un modelo […] planificado para ejercer el control sobre la vida de la gente». En este mismo sentido se manifestó Jorge Buxadé, vicepresidente de Acción Política de Vox, haciendo la afirmación que da título a este artículo. Es lo que tiene confundir la libertad con un par de cañas y unas bravas.
La ultraderecha española no ha ahorrado calificativos para definir este modelo de planificación urbana cuya idea es reducir al mínimo los trayectos en coche en las ciudades o barrios y conseguir que cada persona tenga servicios y, por ende, su vida en un radio de 15 minutos caminando o en transporte público para evitar desplazamientos innecesarios en coche.
En un medio digital ultra, un columnista vinculaba este tipo de proyectos urbanísticos sostenibles con un plan de «confinamiento climático» y dibujaba un futuro distópico donde los ciudadanos no podrán salir de sus barrios bajo la excusa de frenar la contaminación en las ciudades. En un debate de un canal de TV conservador afirmaban que «una nueva amenaza se cierne sobre la humanidad. Las élites globalistas quieren encerrarle a usted en su barrio. Proponen un sistema, parecido al de Los Juegos del Hambre, en el que la población no se desplace para reducir las emisiones. La alerta climática lo justifica todo». El debate ha saltado de los medios de ‘comunicación’ a la calle en forma de manifestaciones contra planes de peatonalización y de construcción de carriles bici.
Carmen Duce, portavoz de Ecologistas en Acción, tilda de «absurdos» los argumentos que equiparan confinamientos con las restricciones al tráfico. «Es una cuestión muy simple de limitar la contaminación. Estos planes hablan de recuperar algo bueno que ya había, de rediseñar las ciudades con más servicios y ocio cerca de donde viven las personas para evitar desplazamientos en coche que son innecesarios». Explica que en una ciudad de 15 minutos habría que acabar con el distrito escolar único que rige, por ejemplo, en Madrid o Castilla y León y que permite llevar a los menores a cualquier colegio de la ciudad independientemente de la zona donde residan.
Lo que han demostrado todo tipo de estudios es que las ciudades son los espacios que más contribuyen al cambio climático. Por eso, legisladores y urbanistas están replanteando desde hace tiempo su modelo actual estableciendo nuevas formas de movilidad en las que predomine el transporte público y los desplazamientos a pie. Vinculado a esta idea está la “ciudad de 15 minutos”, impulsada por la red C40 —también conocida como Grupo de Liderazgo Climático, un grupo de ciudades que pretenden reducir las emisiones de carbono y adaptarse al cambio climático—, como están haciendo París, Barcelona, Bogotá, Shangai o Melbourne, obviamente con sus fallos y aciertos.
La propuesta no indica específicamente que haya que reducir el tráfico ni restringir el paso de los vehículos, sino que plantea, a través de la dotación de ciertos servicios en los barrios como centros de salud, colegios, parques, etcétera, a quince minutos de cada ciudadano, una reducción de la necesidad de usar un medio de transporte para llegar a ellos. Hay que recordar que la modificación del tráfico urbano es una iniciativa consistente con las recomendaciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático que, en su informe para legisladores de 2018, señaló que limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados requiere “transiciones rápidas y de gran alcance en los usos de la energía, la tierra, la infraestructura urbana (incluidos el transporte y los edificios) y los sistemas industriales”.
Daniel Rhoads, investigador del grupo Complex Systems de la Universitat Oberta de Catalunya, resume que, en los últimos cien años, la humanidad ha creado ciudades pensadas para ir en coche y que ahora estamos empezando a adaptarlas para ir a pie. «Caminar es una forma saludable de hacer ejercicio y, al reducir los desplazamientos en vehículo con motor de combustión, mejora la calidad del aire, se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero y se minimiza el riesgo de accidentes de tráfico» mejorando así la calidad de vida de la ciudadanía.
La narrativa falsa sobre estos supuestos confinamientos involuntarios surgió en el condado de Oxfordshire a inicios de 2023 cuando su alcalde aprobó una serie de medidas para reducir el tráfico y la contaminación a partir de 2024. Personalidades británicas especializadas en bulos y desinformación publicaron mensajes que tuvieron un gran alcance sembrando el miedo y la duda en redes sociales. Incluso varios concejales recibieron amenazas de muerte por unas medidas que los conspiracionistas denominaron “confinamientos climáticos”.

A.R. Amayuelas


Fuente: Rojo y Negro