Nota de prensa | CGT | 02/09/2015

La Confederación General del Trabajo (CGT) se une a las numerosas voces que están señalando el incumplimiento por los estados de la Unión Europea de las más elementales normas de asilo y de los Derechos Humanos que la ONU y todos los gobiernos occidentales dicen proteger y defender, al no acoger como a seres humanos a las miles de personas que están llegando a nuestro continente procedentes todos los países sumidos en el dolor, el hambre y muerte como consecuencia de guerras y persecuciones, en el agravamiento de las cuales algunos gobiernos occidentales han tenido bastante responsabilidad.

La Confederación General del Trabajo (CGT) se une a las numerosas voces que están señalando el incumplimiento por los estados de la Unión Europea de las más elementales normas de asilo y de los Derechos Humanos que la ONU y todos los gobiernos occidentales dicen proteger y defender, al no acoger como a seres humanos a las miles de personas que están llegando a nuestro continente procedentes todos los países sumidos en el dolor, el hambre y muerte como consecuencia de guerras y persecuciones, en el agravamiento de las cuales algunos gobiernos occidentales han tenido bastante responsabilidad. Tanto del hambre como de las guerras, los “líderes” de los países autodenominados desarrollados tienen un altísimo, si no total, grado de responsabilidad. Además, la U€, conjuntamente con EEUU y ahora China, son los responsables de las sangrías en recursos a que se somete al Sur.

Quizás desde la II Guerra Mundial no habíamos asistido a esta diáspora, esta larga marcha histórica de personas fugitivas, desplazadas, gente obligada a dejar sus hogares y sus países bajo el reino de la muerte armada. Ahora, desde Irak o Siria, Somalia o Sudán, Senegal o Nigeria, Libia o Afganistán, entrando por Italia o Grecia y cruzando los Alpes o Macedonia y Serbia, entremezclándose migrantes que reclaman pan y trabajo con personas que buscan una vida mejor para sus hijos. En el actual sistema, las políticas migratorias europeas e internacionales son estrictamente represivas y policíacas. El estado fortaleza de la U€ ha demostrado su inutilidad: frente al parapeto del argumento de la seguridad -que tampoco es capaz de frenar la barbarie del terrorismo islámico-, se han llevado por delante las más elementales libertades, los más elementales derechos humanos. Con la crisis se destapó el racismo, la discriminación y la violación de derechos humanos fundamentales (asilo, sanidad, asilo…)

En lo que llevamos de año, 300.000 inmigrantes han arriesgado sus vidas en esa singladura: 200.000 han llegado a Grecia y otros 100.000 a Italia. Dicha cuantía ya supera la cifra total de 2014, que Naciones Unidas fijó en 219.000 para el conjunto del año. La Organización Mundial de Migraciones calcula que a finales de año, habrán cruzado a Europa alrededor de 800.000 personas sin salvoconducto, desde de África y Turquía. Gran parte de todas estas migraciones son obligadas, sea por el hambre y la falta de recursos, sea por la violencia física, la represión y la guerra: el 62% de los migrantes que llegan a Europa durante los últimos meses no huyen del hambre o la miseria, sino de la guerra y las dictaduras de Libia, Afganistán, Siria, Eritrea, Darfur, Iraq, Somalia o Nigeria.

La CGT entiende que hemos que tener memoria histórica, por justicia social, para que la acción del capitalismo sobre la humanidad no quede impune. Hubo un tiempo en que los europeos íbamos a África a robar personas, las metíamos en un barco y las convertíamos en esclavas al otro lado del océano. Luego vino un tiempo en que los europeos del sur nos fuimos a hacer las Américas (del Norte o del Sur) y allí fuimos obreros y obreras explotadas. Ahora África y Oriente vienen a Europa…y no las queremos. También los españoles supimos lo que era ser refugiados políticos en Francia, Argelia, México, Chile, etc. en 1939; no podemos haberlo olvidado tan pronto.

Para nada creemos que estos “migrantes” supongan algún problema (en cantidad) que desestabilice el sistema de protección, de trabajo y de convivencia de Europa. Estos migrantes suponen solamente el 0,027% de la población de la U€. A esta U€ hace tiempo que se le acabó el humanitarismo y todo se mide en función de los balances bancarios y del capital financiero. En CGT tenemos el pleno convencimiento de que ninguna persona es ilegal y todas las personas, sean de donde sean, deben tener garantizados los derechos fundamentales: la vida, la libertad de movimiento y residencia, la protección social y el trabajo.

Gabinete de Prensa de la CGT

Secretariado Permanente del Comité Confederal de la CGT

 


Fuente: Gabinete de Prensa de la CGT - Secretariado Permanente del Comité Confederal de la CGT