El arresto del pederasta Brendan Smyth, en 1994, transformó Irlanda. Fue el primer caso público que abrió los ojos de una sociedad eminentemente respetuosa con la Iglesia Católica a los sistemáticos abusos sexuales a menores cometidos por curas y encubiertos por obispos y arzobispos. El padre Smyth abusó durante 40 años de niños y niñas en Irlanda, Italia y Estados Unidos. Sus superiores le protegieron ofreciéndole nuevos destinos.

El arresto del pederasta Brendan Smyth, en 1994, transformó Irlanda. Fue el primer caso público que abrió los ojos de una sociedad eminentemente respetuosa con la Iglesia Católica a los sistemáticos abusos sexuales a menores cometidos por curas y encubiertos por obispos y arzobispos. El padre Smyth abusó durante 40 años de niños y niñas en Irlanda, Italia y Estados Unidos. Sus superiores le protegieron ofreciéndole nuevos destinos.

Las autoridades de Dublín también intentaron encubrir al notorio pederasta. Los obstáculos interpuestos a su petición de extradición provocaron la caída del gobierno de coalición de Albert Reynolds. Fue el principio de la separación del binomio Estado-Iglesia que había dominado Irlanda desde los años veinte. Los irlandeses perdieron el respeto a los religiosos a quienes habían confiado la educación de sus hijos. Ahora escupían a los curas.

El caso Smyth es uno entre cientos de denuncias de curas pederastas que siguen investigándose en Irlanda. Pero su experiencia se repite : abusos en una diócesis ; traslado a otra ; promoción ; vuelta a delinquir… Antes de por 17 delitos sexuales, Smith se había declarado culpable de 74 instancias de abusos a menores.

La Iglesia católica irlandesa revisó su código de conducta. Hasta entonces castigaba internamente a sus ovejas descarriadas, protegiéndoles dentro del gran redil de colegios, parroquias e iglesias. A partir de Smith, la jerarquía eclesiástica se prestó a colaborar con la Policía, denunciando a presuntos curas pederastas y suspendiéndolos de sus funciones.

En 2002, medio centenar de religiosos habían sido condenados por tribunales. Las indemnizaciones a las víctimas de abusos sexuales superan los 26 millones de euros. En Dublín se investigan actualmente 147 alegaciones contra presuntos curas pederastas. El Gobierno, por su parte, ha pagado cerca de 1000 millones de euros a antiguos internos de instituciones religiosas por los maltratos y abusos sufridos.

El daño moral es irreparable. El pueblo no confía en la Iglesia y los curas se sienten humillados, apartados de la sociedad. Irlanda ha perdido la fe o, al menos, ha dejado de ser cantera de religiosos para el resto de Europa. En 2007, sólo se ordenaron nueve curas. Hoy ejercen 4752, , si la tendencia continúa, sólo habrá 1500 curas en Irlanda en 2028.


Fuente: Lourdes Gómez | publico.es