Triple poema de Jorge A. Jerez, compañero colaborador del Rojo y Negro, y miembro de su consejo editorial. Publicado en el Rojo y Negro 251 - noviembre 2011, en su sección Cultura Libre.

Foto original de José Alfonso, tomada en la manifestación del 15 de octubre de 2011 en Madrid, tratada y pasada a grises.

La cama, la calle y viceversa

Sé que te gusta que te despierte
cuando el sol todavía esta durmiendo.
Sé que te gusta rodar hasta el otro lado de tus parpados
cuando me voy a que me saquen los ojos,
a vender mi vida,
a regalar tu tiempo.

Dices que te molesta reír temprano,
que te deje dormir. Pero tus dientes salen a pasear
de inmediato, y lo desmienten con rotundidad.

Entonces me voy con el pensamiento a cuestas,
subiendo el río como los salmones,
esperando el oso que me contrate.

La cama, la calle y viceversa

Sé que te gusta que te despierte
cuando el sol todavía esta durmiendo.
Sé que te gusta rodar hasta el otro lado de tus parpados
cuando me voy a que me saquen los ojos,
a vender mi vida,
a regalar tu tiempo.

Dices que te molesta reír temprano,
que te deje dormir. Pero tus dientes salen a pasear
de inmediato, y lo desmienten con rotundidad.

Entonces me voy con el pensamiento a cuestas,
subiendo el río como los salmones,
esperando el oso que me contrate.

Mientras una mano firma
y la otra trata de impedírselo,
pienso en muchas cosas:
el frío que me quitas,
el hierro que se merece el papel que rasgo con una tinta que no es mía,
tu flequillo loco,
tu flequillo libre,
en las fauces afiladas del señor de corbata,
en la insultante indiferencia desdentada de sus víctimas.

Bueno,
la cuestión es que rayo ese papel,
que al fin y al cabo me entrega las llaves
de tu casa,
que,
es la misma que la mía,
y que me permite molestarte cuando me levanto,
y tu te quedas con tu piel inmutable,
regalándole al tiempo y al espacio robarle un pedacito de ellos.

****

Si mañana estallase la Revolución,
– pero la Revolución Revolución. No
sucedaneos descafeinados, o con demasiada
cafeina. Si mañana
estallase la Revolución Libertaria. La
de las alas blancas. La de
las banderas sin color; sí,
las negras-
decía que si mañana estallase la Revolución,
no te dejaría ir al frente,
                  y

     que tú me lo impedirías.
Me impedirías impedirtelo y
                yo
te llenaría de bastones
                y de
zancadillas.
        Zancadillas llenas de
        besos.
Tendría que atarte,
     que atravesarte con razones
                falsas
si fuese necesario.
Si mañana estallase la Revolución
sé que erupcionaría una flor roja en tu pecho
    – pero del rojo de la pasión,
no otro rojo.
      El rojo de las banderas
anarcosindicalistas,
el rojo del mar de los poetas-.
Y yo no podría permitir que me
mataran si alguna vez te pasara
algo.
Yo tendría que proteger tu vientre
y me acercaría al barro con tu frente alta
                    – arriba,    
donde se cruzan las gaviotas-.
Yo lo daría todo,
            pero,
– qué ironía-
tú,
    que todo lo eres,
a tí,
    no podría darte.

****

Estamos asistiendo a un grito
irrevocable,
a un desgarro
vinculante.
Mientras tu boca se pelea con la mía
y la convence,
ahí fuera,
se están martilleando tímpanos
-y aún más-,
se está luchando
para que en esta pelea
que protagonizan nuestras bocas
no haya vencidos
-y aún más-,
no haya vencedores.

Estamos asistiendo a una moralización
frenética,
a un cambio
de paradigmas.
Mientras tus ojos se enfrentan a los míos,
y los doblegan,
ahí fuera,
está lloviendo
-y aún más-,
se está alicatando una esperanza.

Estamos asistiendo a un aullido
hambriento,
a un hervor de corazones
sangrantes.
Mientras tu ombligo rivaliza con mi ombligo,
y lo subyuga,
ahí fuera,
se está manifestando una causalidad
histórica
-y aún más-,
está reverberando el azufre
de nuestras entrañas.

Jorge A. Jerez


Fuente: Jorge A. Jerez