El pueblo egipcio en la calle, desafiando el toque de queda y todas las amenazas del poder, ha puesto ante la espada y la pared al presidente egipcio Hosni Mubarak. Para el 1 de febrero está convocada una gran manifestación pidiendo la salida de Mubarak.
Desde el 25 de enero, El Cairo y las principales ciudades egipcias (Alejandría, Suez…) han sido escenario de un pueblo en la calle, exigiendo la salida del presidente Mubarak y contra el paro, la pobreza, la corrupción y la exclusión social.
Mubarak ha intentado detener el movimiento por todos los medios, incluido el corte del acceso a internet y a la telefonía móvil. Primeramente, mantuvo a la policía sin intervenir directamente. Tras la continuidad de la resistencia popular, comenzaron los primeros muertos y después las masacres del sábado con más de 30 muertos, especialmente en Alejandría. Posteriormente, retiró la policía, dejando el campo libre al pillaje para dar una imagen de desorden y caos que pudiera justificar una intervención del ejército. Pero quemar a un instrumento clave del aparato del estado en un enfrentamiento sangriento directo con el pueblo, no le interesa al poder. Sería demasiado costoso utilizar al ejército para aplastar la resistencia popular.
Egipto, país estratégico en Oriente Medio
Egipto, con más de 80 millones de habitantes, es el segundo beneficiario, después de Israel, de la ayuda económica y militar de Estados Unidos con cerca de tres mil millones de dólares al año, tiene una importancia fundamental en la consolidación del estado de Israel y en la influencia occidental en la zona por lo que, desde el poder, se están poniendo en marcha diferentes salidas a esta situación.
Difícilmente Mubarak va a aguantar hasta las elecciones presidenciales de septiembre de 2011 y la opción que había preparado, su propio hijo Gamal (en la dirección del Partido Nacional Democrático y consejero económico de su padre), se presenta hoy como inviable
El ejército, árbitro de la situación
La manipulación informativa trata de salvaguardar la imagen del ejército y se nos presentan imágenes de confraternización del ejército con el pueblo y de no intervención en la represión popular. Incluso desde análisis de cierta izquierda militarista y autoritaria, que recuerda los ejércitos de liberación nacional y ejemplos como el de Venezuela y que resalta en sus titulares que el ejército está con el pueblo. Nada más lejos de la realidad.
El ejército egipcio, del que sale Mubarak, forma parte del aparato represivo y corrupto del sistema de gobierno actual y puede ser el más beneficiado en la actual situación para mantener y desarrollar las ventajas y prerrogativas que goza en Egipto desde el derrocamiento de la monarquía. El ejército es quien tomará el control real de la situación, cuando Mubarak dimita. Se trata de garantizar la continuidad de un sistema militarista dando garantías de apertura política para obtener la calma.
En un primer momento, la población quiere acabar con el clan Mubarak, pero después hay que presentar alternativas que frenen iniciativas populares. Tanto las alternativas desde el propio actual gobierno, como el vicepresidente Omar Suleïman, el todopoderoso jefe de los servicios de información, o Ahmed Chafik, nuevo primer ministro o Mohamed Hussein Tantaoui, vice- primer ministro, ambos ex-militares., como desde la oposición, como Mohammed El Baradei, tendrán que negociar un gobierno de unión nacional con el ejército. El modelo turco queda a la larga como una posibilidad : una “democracia” vigilada por el ejército
Y siempre queda el recurso del peligro islamista para que el ejército se haga directamente con el poder. Pero éste es un último recurso
La revolución egipcia no surge de la nada
Los levantamientos en Egipto no son algo nuevo. La intimada de Al-Aqsa del 2000 en apoyo del pueblo palestino, en el 2003 con la guerra de Irak. Y especialmente las huelgas obreras en abril de 2008 en Mahalla, en el delta del Nilo, con participación de 28.000 trabajador@s, seguida por otra en Borollos, en el norte del país. Estas luchas obreras ya pusieron en graves dificultades al gobierno de Mubarak.
El movimiento sindical egipcio comenzó a despertar a partir de las huelgas de Mahalla. El movimiento sindical egipcio fue fuertemente reprimido en los años ochenta y noventa por la policía, que utilizó munición de guerra contra huelguistas pacíficos en 1989 durante huelgas en las plantas siderúrgicas y en 1994 en las huelgas de las fábricas textiles. Pero desde diciembre de 2006 comenzó la recuperación del movimiento sindical con numerosas huelgas. La creación de CTUWS, centro de apoyo para las luchas de los trabajadores, ha tenido un importante papel en el inicio de un sindicalismo autónomo
Como resultado de esas huelgas han surgido los dos primeros sindicatos independientes, desde 1957, los cobradores de contribuciones por bienes raíces, que incluyen a más de 40.000 empleados públicos, y luego los técnicos de la salud, más de 30.000, sindicatos al margen de los sindicatos controlados por el Estado.. Los sindicalistas independientes estaban sufriendo un proceso de persecución y de intimidación, pero seguían fortaleciéndose a pesar de los continuos intentos de silenciarlos.
La actual situación puede crear condiciones para el desarrollo de este sindicalismo que pueda suponer un avance real en un proceso de transformación social real y profundo
Mouatamid
Equipo de trabajo para el norte de África de la S. de RR. II. de la CGT
http://www.amazighworld.org/news/index_show.php ?id=2359
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Fuente: RR. II. de la CGT