Artículo de opinión de las compañeras de Dones Lliures CGT-PV publicado en Levante-EMV con motivo del Día Internacional por la Igualdad Salarial.
Hoy, 22 de febrero, alcanzamos el día por la igualdad salarial con multitud de informes que revelan numerosas y dispares cifras más tendentes a generar desconcierto que a tomar verdadera conciencia del problema. Porque cuando hablamos de brecha salarial no hablamos de diferentes salarios para un mismo trabajo.
Hoy, 22 de febrero, alcanzamos el día por la igualdad salarial con multitud de informes que revelan numerosas y dispares cifras más tendentes a generar desconcierto que a tomar verdadera conciencia del problema. Porque cuando hablamos de brecha salarial no hablamos de diferentes salarios para un mismo trabajo. El que en la misma empresa dos personas cobren diferente cantidad teniendo reconocido el mismo puesto de trabajo es ilegal y poco habitual, aunque sigue ocurriendo en el empleo sumergido o pequeñas empresas sin mucho control.
También es brecha salarial el cobrar diferente salario por realizar las mismas funciones, eso sí, con diferente categoría profesional. Porque aún son muchos los comercios que contratan vendedores masculinos y auxiliares de venta mujeres, cuyas diferencias de tareas son tan sutiles que casi siempre acaban siendo las mismas.
En las cocinas de la mayoría de los restaurantes hay cocineros hombres y pinches mujeres, que asombrosamente cubren vacaciones y permisos de sus compañeros sin hacer otra cosa que su trabajo habitual. El plus de peligrosidad se asigna, por ejemplo a los cristaleros por utilizar productos químicos peligrosos, y no a las limpiadoras, que desempeñan sus funciones en los mismos edificios y con similares o iguales productos.
Existe la brecha salarial porque la productividad y las horas extras contribuyen a redondear el sueldo a nuestros compañeros; mientras nosotras, o porque corremos a casa en cuanto termina nuestra jornada para poder criar, cuidar, limpiar, comprar; o porque aún hay quien discrimina quien lleva el jornal a casa y quien «solo apoya la economía familiar.», estamos excluidas de complementos voluntarios y subjetivos. Y porque más del 80% de los contratos a tiempo parcial y fijos discontinuos recaen sobre mujeres, y solo el 23% son realmente queridos por las mujeres, el resto querrían tener jornada completa.
La brecha salarial también se incrementa porque durante los periodos de crianza las mujeres abandonan o ralentizan su carrera profesional, quedando relegadas a los puestos peor retribuidos, cuando no en precario, tras su vuelta al mercado laboral. No podemos olvidar tampoco cómo los sectores más masculinizados disfrutan de un mayor prestigio y reconocimiento, siendo por ello mejor remunerado, mientras que todos los ámbitos laborales relacionados con el cuidado, de mayor presencia de mujeres, a pesar de la responsabilidad y conocimientos que requieren son mucho menos reconocidos.
Con todas estas dificultades a lo largo de nuestra vida laboral, el incremento de años cotizados precisos para tener derecho a una pensión contributiva, y lo cicatero del cálculo de la base reguladora, nuevamente las mujeres son quienes tienen peores pensiones y las titulares de mayor número de pensiones no contributivas, en muchas ocasiones insuficientes para vivir en condiciones dignas tras una vida de trabajo y explotación. Por eso hoy, 22 de febrero, denunciamos que las diferencias de salario no son hechos coyunturales, sino que tienen su raíz en la propia estructura del capitalismo, cuyo único objetivo es el lucro, el beneficio y la producción, en contra de la vida y las personas.
Emilia Moreno y Vanesa Almesa
Dones Lliures CGT-PV
Fuente: Dones Lliures CGT-PV