A Felipe González sus amigos de El País le ha hecho una pifia monumental al vocear su malestar sobre la situación del país compartiendo página con un militar golpista. Mister X expresaba esta preocupación afirmando que “hay una crisis institucional que galopa hacia la anarquía”. Por su parte, el general, al que el ministerio de Defensa no piensa sancionar, anunciaba “ruido de sables” para frenar la deriva “separatista”. En qué estarían pensando Cebrian y sus chicos. Un prócer socialista asustando con la anarquía de tebeo y un jefe del Ejército amenazando con el esperpento de otro “tejerazo” para salvar a la patria.
Pero González es muy largo. Todo un maestro en soplar y sorber a la vez. Es capaz de criticar los escraches por los daños colaterales que pueden provocar a los peques y al mismo tiempo dar el nihil obstat al pobre Rubalcaba (que de la noche a la mañana se ha hecho sedicente republicano y anticlerical) para que el partido amague con renegar de su turbio papel como aplicado ejecutor de las políticas antisociales dictadas por la Troika. El rey del tongo galopa de nuevo.
Pero González es muy largo. Todo un maestro en soplar y sorber a la vez. Es capaz de criticar los escraches por los daños colaterales que pueden provocar a los peques y al mismo tiempo dar el nihil obstat al pobre Rubalcaba (que de la noche a la mañana se ha hecho sedicente republicano y anticlerical) para que el partido amague con renegar de su turbio papel como aplicado ejecutor de las políticas antisociales dictadas por la Troika. El rey del tongo galopa de nuevo. Como bien dice nuestro amigo Antonio Pérez Collado, lo que de de verdad teme es que la gente, concienciada por la crisis que él y los suyos incubaron (González fue el responsable de la Comisión de Sabios de la UE que ignoró la debacle en ciernes y recomendó desmochar el Estado de Bienestar), comprenda que los de su fauna son parte del problema y jamás la solución. Que abran los ojos al hecho sabido de que aquí y ahora los dirigentes y las instituciones que usurpan en su propio beneficio son el verdadero enemigo del pueblo.
Seguramente es a ese concepto chusco de “anarquía”, como equivalente a caos, desorden y chanchullo, al que se refiere Gonzalez en su filípica. De hecho, a su entrañable Manolo Chaves, presidente del partido, le faltó tiempo para atajar de un manotazo en el pupitre de una diputada el apoyo al “escrache” que estaban realizando los afectados de las preferentes desde el gallinero de la cámara baja. Lo que impacienta al consejero de Endesa y colaborador emérito del hombre más rico del mundo, el mexicano Carlos Slim, es lo mismo que corroe al general golpista: que el pueblo asuma su propio destino sin intermediarios ni abogados de oficio. Lo dice sin tapujos Felipe González en otro pasaje de su pronunciamiento: “Las élites de referencia han dejado de existir en todos los ámbitos y sin ellas un país tiene un problema muy serio. Si no cuidamos las instituciones podemos caer en otro momento oscuro de la historia”. Las élites, ellos y sus negocios varios.
Quieren un segunda transición controlada desde arriba para seguir aprovechándose del “orden establecido”, y anuncian el diluvio si no nos dejamos llevar, como hicieron con la primera transición cuyas consecuencias estamos pagando los de abajo. El espíritu de la transición como caja negra. Esa genial estafa que perpetraron los últimos fascistas comprando la voluntad de los dirigentes de la izquierda que teóricamente iban a merendarse a los fachas. La vieja guardia del Movimiento Nacional y los líderes del PSOE y del PCE haciendo manitas porque Franco murió en la cama y ellos no podían arriesgar sus flamantes carreras políticas por idealismo.
Por eso el trasnochado Felipe González y el energúmeno de caqui vuelven a la carga con su ridículo comecocos. Y lo hacen en el foro adecuado. En la Asociación para la Defensa de la Transición. El templo del consenso, que es el arte mediante el que unos pocos deciden por todos. Una especie de casino militar fundado y presidido por Andrés Cassinello Pérez, el responsable de los servicios secretos durante la Transición y jefe del Servicio de Información de la Guardia Civil en el 23-F, que además cuenta entre sus directivos a Teodulfo Lagunero, el mecenas comunista que financió las actividades del ex secretario general del PCE Santiago Carrillo al volver a España para abrazar la Monarquía del 18 de Julio.
¡¡ A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar…!!
Rafael Cid
Fuente: Rafael Cid