Artículo publicado en Rojo y Negro nº 393, octubre 2024

“Lo blanco es blanco y lo negro es negro, no hay grises que valgan por medio” cantaba Luis Eduardo Aute (“Blanco y negro”. 24 canciones breves), pero en las sociedades modernas todo ha dejado de ser blanco o negro para dar paso a una multitud de grises en los que cada uno pueda estar más cómodo para poder identificarse y sentirse más libre.

El mundo de las relaciones abiertas es muy amplio y uno de sus modelos es la anarquía relacional, una visión sobre las relaciones que busca acabar con las normas y las jerarquías establecidas en las relaciones personales. Y no hablamos sólo de sexo o relaciones de pareja: en la anarquía relacional lo importante son la autonomía personal, la comunicación y la creación de vínculos únicos y personalizados independientes unos de otros.
La Anarquía Relacional es un estilo de vida que aplica los principios del anarquismo a las relaciones sociales. Las revoluciones clásicas aparecen cada vez más lejanas e imposibles y, por ello, debemos intentar otros caminos, cambiar las cosas de otra manera: a través de nuestro modo de vida en común, de la forma en que nos relacionamos día a día. Construir desde abajo afectos con quienes tienen los mismos ideales con los que nos gustaría que se organizaran las sociedades dejando atrás la normatividad, las estructuras de poder y de autoridad y los mecanismos de control.
El término fue creado por la escritora sueca Andie Nordgren en su Breve manifiesto instructivo para la anarquía relacional (2006). Según Nordgren, las relaciones no deben estar determinadas por un conjunto predefinido de reglas o expectativas basadas en normas sociales o culturales impuestas por el poder establecido. Al contrario, deben basarse en principios como la autonomía personal, la flexibilidad y el rechazo a las etiquetas tradicionales, cada relación debe ser definida por las personas involucradas sin importar si es romántica, sexual o platónica y debe permitir que se desarrolle naturalmente sin presiones externas.
Para la anarquía relacional es importante la responsabilidad de cada individuo en la toma de decisiones sin sacrificar la propia individualidad por una relación, promueve la igualdad y rechaza la jerarquización. En la anarquía relacional las relaciones románticas o el sexo no tienen que ser exclusivas aunque se pueden incorporar ambas, no establece diferencias jerárquicas entre una relación romántica y otra no romántica.
Podemos desarrollar algunas notas que definan qué es el anarquismo relacional.
Es posible amar a muchas personas y que cada relación sea única. El amor que se siente por una persona no hace disminuir el amor que se pueda sentir por otra. Cada relación es autónoma, y conecta individuos independientes.
Amor y respeto en lugar de derechos. Respetar la autonomía del otro. Mantener una relación no nos da derecho a ordenar y controlar.
El heterosexismo está por todas partes. El sistema normativo imperante nos dicta qué es o no es el amor real y cómo debemos vivirlo. Busquemos fórmulas que contrarresten lo peor de estas normas.
Espontaneidad en lugar de obligación. Organicemos nuestra vida de acuerdo a nuestros deseos y no de acuerdo a obligaciones y demandas que nos decepcionan cuando no son cubiertas.
Apoyémonos en otras personas que también piensan y actúan como nosotros y desafían las normas.
La confianza ayuda, la sospecha y la desconfianza no. Construyamos relaciones en las que los cambios y las retiradas sean aceptados y en las que se ofrezcan muchas oportunidades de hablar, explicar, verse y ser responsables. La comunicación es clave, las relaciones deben tener como eje central la conversación y la comunicación permitiendo que las personas expresen claramente sus necesidades y límites para evitar malentendidos.
Diseñemos los compromisos a nuestra medida. Seamos nosotros y quienes se relacionan con nosotros los que diseñemos los compromisos.
La pareja no lo es todo. No dediquemos todo nuestro tiempo y esfuerzo en exclusiva a nuestra pareja, hay más vida fuera de la pareja. Tener amigos y disfrutar de nuestras aficiones servirán para una vida más plena y gozar de ella con mayor vitalidad.
El resto de personas no es competencia. Si no lo vemos así es por falta de confianza en nosotros mismos. Pese a las muchas virtudes de las “otras” personas, todos somos “especiales” y eso debe darnos confianza. El mayor peligro para una relación somos nosotros mismos y no otras personas. Los problemas surgen cuando uno está aburrido y es infeliz en su vida y con su pareja.
Las expectativas son muy importantes. Saber qué vas a poder dar/recibir a/de una persona y qué no es clave para una relación sin exigir (ni ser exigido) algo que no se va a estar dispuesto a dar.
El final no es el final. Una buena relación no tiene por qué terminar en odios cruzados. Hay que disfrutar de cada momento y de cada relación y cuando termine aprovechar lo bueno de la otra persona.
Implementar todo esto en nuestra vida cotidiana no es fácil, se aleja demasiado de los valores tradicionales. A lo largo de nuestra vida vamos a sentirnos atraídos por otras personas, aunque tengamos una relación: tenemos ojos para mirar a otras personas, además de a nuestra pareja y es que la monogamia es un desafío ya que si no lo fuese no habría tantos casos de infidelidad.
Resumiendo: seamos realistas y pidamos lo imposible. Vida solo hay una y es mejor vivirla feliz sin rendir cuentas ante aquellos que no tienen cabida en ella.

Juan Andrés


Fuente: Rojo y Negro