El abogado defensor de Gerardo Díaz Ferrán, ex propietario de la compañía Air Comet y actual presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), durante el juicio que se le sigue al empresario por no pagar las nóminas de sus trabajadores, alegó que Ferrán, al dar su garantía personal de que abonaría varias nóminas pendientes, sólo asumía una “obligación moral” y, en consecuencia, no se comprometía a responder con su patrimonio.

El abogado defensor de Gerardo Díaz Ferrán, ex propietario de la compañía Air Comet y actual presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), durante el juicio que se le sigue al empresario por no pagar las nóminas de sus trabajadores, alegó que Ferrán, al dar su garantía personal de que abonaría varias nóminas pendientes, sólo asumía una “obligación moral” y, en consecuencia, no se comprometía a responder con su patrimonio.

O lo que es lo mismo, que además de no tener vergüenza, ignoro si la perdió o nunca le fue dada, él mismo se declara inmoral.

Dos hermosos atributos que agregar al surtido inventario de vilezas que lo adorna y que, sospecho, mucho tuvieron que ver para que fuese Ferrán ratificado por los empresarios españoles como su más digno representante, su referencia más ejemplar, la figura que mejor encarna e interpreta los valores al uso entre la clase empresarial, .

Díaz Ferrán ofreció a los trabajadores su “garantía personal” de que en diciembre del pasado año les saldaría sus secuestrados salarios.

Nueve meses más tarde, y sin haber cumplido, manda a su abogado, ya que ni siquiera se presentó al juicio, para que alegue en su defensa que sólo estaba asumiendo una “obligación de carácter moral, ético y personal”, y como, obviamente, ni la moral ni la ética le importan un carajo a quien encima se permite trazar públicas pautas de conducta a la sociedad, la posibilidad de que los trabajadores cobren sus salarios es la misma que la que tiene Díaz Ferrán de recuperar su vergüenza y su moral.

Es decir, ninguna.

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Texto : Koldo Campos Sagaseta. Ilustracción : J. Kalvellido