Este hombre de vez en cuando debe de tener fogonazos, pero sólo son eso: explosiones de luz efímeras que en vez de iluminar, ciegan. Me estoy refiriendo al Rey y a esa observación suya que numerosos medios, incorregibles meapilas zarzuelinos, han destacado como si estuviesen recogiendo la quintaesencia del pensamiento socrático.

Pero a pesar del revuelo mediático – tan habitual cuando al
hecho, por más nimio que sea, le acompaña el adjetivo regio – no lo entiendo más
que como un cubrir la nómina haciendo algo diferente a colgar medallas a
toreros, asistir a recepciones, presenciar corridas, participar en regatas,
cazar osos y presidir desfiles embutido en un traje militar jalonado de galones
y condecoraciones conseguidas a base de… apellido.

Pero a pesar del revuelo mediático – tan habitual cuando al
hecho, por más nimio que sea, le acompaña el adjetivo regio – no lo entiendo más
que como un cubrir la nómina haciendo algo diferente a colgar medallas a
toreros, asistir a recepciones, presenciar corridas, participar en regatas,
cazar osos y presidir desfiles embutido en un traje militar jalonado de galones
y condecoraciones conseguidas a base de… apellido.

Si la apoteósica frase que le dirige a los partidos invitándoles
a “hacer piña sin caer en batallitas” es su única aportación a la situación
económica y a la tragedia social en la que estamos inmersos, entonces es
preferible el silencio, porque al menos la ausencia de sonido no llevará
aparejada la ignorancia o la doble intención que se podría extraer de estas
palabras, en todo caso, sea cual sea la fuente de la que beben, nos ilustran y
mucho sobre el que las pronuncia.

¿Hacer piña? ¿Podría explicarme Don Juan Carlos en torno a
qué tendrían que hacer piña los grupos políticos al referirnos a esto que
llaman crisis? ¿Tal vez alrededor de la decisión de cortar unas ayudas al
desempleo que eran los únicos ingresos percibidos por muchas familias? ¿O de
las inyecciones económicas a entidades bancarias sin que en modo alguno
reviertan en los ciudadanos? ¿Piña para las regulaciones de empleo en empresas
que producen beneficios? ¿Para las privatizaciones de servicios esenciales? ¿Acaso
en destinar medio centenar de millones a la visita de Benedicto XVI? ¿En
acallar protestas más que legítimas y cargadas de razón con las porras? ¿En los
desahucios? ¿O en una monarquía impuesta que no es barata, por cierto?

Existen formaciones políticas y de otra naturaleza – esto
es algo que a buen seguro Usted sabe – que rechazan el capitalismo como orden
de organización social y económica, al entender que en los principios que lo
sustentan se hallan las verdaderas razones de estos episodios de extensión de
la miseria que no hacen más que salpicar un continuo estado de reparto injusto
y desigualdad. ¿Cree verdaderamente que esos grupos podrían hacer piña con los
que promueven y defienden un modelo de economía y de sociedad como el actual?
Si la respuesta es sí denota un gran desconocimiento. Si es no, entonces es que
en su fuero interno sólo son válidos y aceptables ciertos partidos, no todos.

A esa piña, Señor Juan Carlos, siempre le faltarían algunos
gajos. Y comprendo que sean precisamente los más “molestos”, los incorrectos,
los que la ley – aunque a veces lo intenta – no puede prohibir pero sí trata de
denostar. En ocasiones directamente y en otros casos simplemente favoreciendo
al resto. Gajos que se les indigestan a muchos estadistas porque representan un
peligro para sus privilegios y los de los suyos. Pero gajos que están ahí a
pesar de que a menudo actúen y legislen como si no existieran.

Entiendo que su fórmula magistral sea del agrado del Señor
Botín o del Señor Alierta. Y también que aplaudan sus palabras los señores
Rajoy y Rodríguez Zapatero entre otros muchos. Pero hay más, mal que les pese a
algunos hay más. Y eso que Usted denomina batallitas entre pares no creo que
sea lo verdaderamente les preocupe a los primeros, sino otro concepto, el de
lucha social. La protagonizada precisamente por los que jamás podrán hacer piña
con aquellos que representan la pervivencia de lo que rechazan.

Una frase que no pocos consideramos desafortunada, se lo
aseguro. Pero muy ajustada a quien la ha pronunciado, eso también es cierto.

Julio Ortega Fraile

www.larevolucionpendiente.blogspot.com