El ser humano es consciente de que la memoria es defectuosa, quebradiza, transitoria e, incluso, fingida. Parece como si todo lo que guarda en su interior fuera, que incongruencia, olvidadizo. Pero también sabemos que sin la memoria no podemos vivir, ella eleva al hombre por encima del mundo animal – aunque no siempre demostrado- acompañando inherentemente a nuestro espíritu y, al mismo tiempo, es tan engañosa, tan inasible, tan traicionera, que nos abandona, salvo admirables excepciones, cuando más la necesitamos, al final de la existencia, cuando más podemos recordar y transmitir.
Un repaso por la historia nos demuestra que la convivencia humana siempre ha sido belicosa, ella no olvida y en sus registros nos revela que los seres humanos hemos vivido siempre en permanente conflicto. Pero antes de que la historia nos demostrase esta realidad escrita, las artes pictóricas, nos habían representado el gesto violento del homo sapiens sapiens (que perversa ironía, un animal que alcanza la razón en base a su fuerza física, a la violencia como método de subsistencia, se autodenomina doblemente sabio, así somos, imprevisibles). Desde la prehistoria contamos con escenas de lucha en las representaciones gráficas (Arte Levantino de hace unos 10.000 años). Debemos tener en cuenta que los ajustes de cuentas, las pérdidas personales, reales o imaginarias acompañan al ser humano desde antes de ser sapiens. Ese es el instinto animal que Darwin nos descubrió, añadiendo : “…la selección natural tuvo como resultado la supervivencia de los seres humanos que estaban genéticamente mejor preparados para el entorno en el que vivían”. No podemos pasar por alto, que siempre, en la actualidad es igual, ha habido mucha competencia por los recursos existentes y, con frecuencia, hay que competir por ellos (es así de triste). Por este y otros motivos de igual calado, el desarrollo del ser humano, según nos declara el sociobiólogo van den Berghe, nos declara que sólo han sobrevivido las personas más agresivas y egoístas. Aunque la sociobiología no ha cerrado las puertas al altruismo referido a los parientes más cercanos, como añade Wilson.
Este comportamiento bélico y egoísta, para que no cayese en el olvido de la memoria, se ha representado a lo largo de la existencia humana en diferentes soportes, en este caso nos vamos a centrar en el arte pictórico. Vuelvo a buscar la sinergia entre los genios virtuosos, que han logrado transmitir, mediante sus obras de arte, el comportamiento humano, y las metáforas de la historia, que como Ortega decía en la Deshumanización del arte, “escamotean un objeto enmascarándolo con otro, y no tendría sentido si no viéramos bajo ella un instinto que induce al hombre a evitar realidades”. Pero para conseguir llegar al fondo de estos conflictos, para conseguir la esencia, en este caso de la violencia humana contra sí misma, los genios tienen que sufrir dos penalidades : el estudio lento y tortuoso de la historia y sus horrores, y vivirlos en sus propias carnes.
Considero que la obra que mejor representa el universalismo de este horror lo podemos encontrar en el Guernica, y, además, encuentro que la visón de su autor, Picasso, es ciertamente universal, debido a que en la representación de ese horror abarca multitud de aspectos y no se ciñe a visiones locales o nacionales. No cabe duda de que la inspiración del cuadro, pese a su significación internacional, es el bombardeo y destrucción de Gernika el 26 de abril de 1937, durante el curso de la guerra civil por parte de la legión Cóndor de la aviación alemana. Pero, como antes he mencionado, no podemos obviar que Picasso, como todos los genios reconocidos, alimenta su talento a través del estudio y de la paciente búsqueda de los medios técnicos para llegar a expresar lo que quiere. Así, se obligó a calcular la estructura mental de otros autores para crear algo que ya estaba presente, el horror. Comprendió el esqueleto, la osamenta, que soporta la trama, lo que está detrás de lo pintado, dialogando con las pinturas de otros autores, como : Rubens y su concepto del horror en su cuadro Las consecuencias de la guerra, una alegoría sobre el horror en 1637, con motivo de la Guerra de los Treinta Años ; Goya en su escenificación sobre los hechos del Dos y el Tres de Mayo de 1808 en Madrid, o los grabados que realizó entre 1810 y 1815 sobre los desastres de la guerra ; El Greco y su Entierro del Conde Orgaz y el Jardín de las Delicias ; todas estas obras son de conocimiento de Picasso y las utiliza para su concepción teórica sobre la memoria que no deberíamos de olvidar, sobre el egoísmo superviviente de la violencia humana en contra de sí mismo. Esto respecto a la parte figurada, ahora, como hemos dicho, hay que añadir su experiencia vital, para lograr el efecto deseado. Recordemos que Picasso había vivido la I Guerra Mundial en París, el horror bélico no le era desconocido. A la vez, no olvidemos la masacre que escupió la aviación franquista sobre la carretera de Málaga a Almería el 8 de febrero de 1937, tras la huida de los republicanos por el asedio de los sublevados en Málaga, tierra natal de Picasso. Unos hechos que no pasaron desapercibidos al genio. Lo mismo, que el sitio y asedio de Madrid por las tropas de Franco inspiraron al pintor a realizar, en enero de 1937, dos grabados con formato semejante al comic, Sueños y mentiras de Franco, donde denunciaba el golpe de estado fascista y señalaba los crímenes de guerra, describiendo a Franco como una figura malvada y grotesca.
Matisse, figura clave del movimiento pictórico conocido como Fauvismo, y amigo personal de Picasso, describe la pintura de manera que ya “no representa tan sólo acontecimientos históricos ; éstos se encuentran en los libros. Nosotros tenemos una opinión más alta de la pintura, ella le sirve al pintor para representar sus visiones interiores”. Esta clara referencia al diálogo interior de estos genios nos ayuda a entender el intento que hace el Guernica para salvaguardar este lugar en la memoria. Una obra que nos reclama, desde una primera contemplación, la ausencia de marco. No lo tiene y nunca lo tendrá, lo que provoca el legado universal de su idea. Nos indica que el horror no tiene acotaciones, que no está delimitado. Una visita al interior de la pintura nos invita a reflexionar en profundidad sobre la experiencia de la guerra, igual que la duda transmitida por Dali –luego franquista acérrimo- en su obra Premonición de la guerra civil (anteriormente conocida como Construcción blanda con judías) donde, meses antes de la guerra civil, muestra un cuerpo desmembrado y roto, en tensión, como perfecta alegoría de la desmembración y enfrentamiento político que sufre Europa en ese momento. ¿Sólo ellos ven estos hechos ?
Picasso nos da otra pista hacia la barbarie que nos quiere anunciar, la elección del blanco y negro como expresión del dolor. Esta grisalla, nos muestra la dramatización de la imagen, y, como un taxidermista del sufrimiento, el genio, parece como si nos quisiera decir : -poséis donde poséis vuestras pupilas no encontraréis sosiego. Memoria y olvido en blanco y negro, imágenes que irrumpen desde la ausencia del marco, figuras que luchan por escapar del fuego, de la mirada del ojo iluminado de un dios que permite esta angustia. El futuro, quebrado, en manos de la maternidad violada. El minotauro con mirada estrábica, el único que nos mira interrogándonos sobre qué ocurre, un caballo con el grito del pánico, con el belfo abierto, suplicando por la ansiedad de una escapatoria. Memoria de unas imágenes que no debemos olvidar, miembros despedazados que irrumpen en nuestra cabeza sembrando el caos, figuras que luchan por salir desde las heridas del cuerpo, emociones rotas por el egoísmo y la violencia heredada de quienes no saben compartir, fantasmas que se esconden en la grisalla, que se ocultan y agitan en los corazones de un misterio consumado.
Desde donde miramos, oímos el ruido bajo las resonancias de la distorsión, de la mutilación de las figuras, un bosque de luz y sombras, de signos y presencias enigmáticos, donde se nos sugiere tanto como se nos muestra. Todo el dolor se nos representa a un golpe de vista, un instante de color humo, y vemos el rastro de las cenizas. Miro y tiemblo. Veo suspiros de deformada respiración, y las aquietadas muecas me interrogan : ¿Por qué los seres humanos no paran de enzarzarse en guerras ? ¿Qué causas aducen ? ¿Qué pretenden al desencadenarlas ? ¿Qué razones los guían ? ¿Qué piensan ? ¿Qué objetivos persiguen ? Preguntas y más preguntas que no sé contestar. Parece como si el ser humano disfrutase con esta pornografía del dolor.
Para concluir, podemos interpretar el arte como una noción abstracta, pero siempre, como fruto del concepto del ser humano y de sus hechos combinados con la naturaleza. El mejor regalo que nos puede hacer el arte es que nos ata a la memoria. En este caso el Guernica, nos obliga a no olvidar el desastre de la guerra, mostrándonos, en blanco y negro, su atemporalidad. Al igual que los genios dialogan con otras obras para interpretar y reflejar los hechos, nosotros deberíamos ver en sus obras nuestra realidad, convirtiendo sus pinturas en lectura obligada para nuestra formación.
Lo importante no es lo que de realidad tiene el arte, sino la interpretación que se hace de esa realidad. Ese puede ser el mensaje del lenguaje pictórico del Guernica, un diálogo permanente con la memoria y su olvido.
Julián Zubieta Martínez