...Erase un lugar donde no existían fronteras, donde el cielo se mezclaba en una alta gama de azules con el agua del embalse. Un lugar donde no se podía diferenciar lo real con la ficción.
Donde crecían bosques encantados con aves del paraíso, un verde irreal mezclado con marrón tierra en contraste con la torre del homenaje a lo lejos.
Los pájaros eran sombras chinescas en el cielo blanco.
La temperatura, agradable igual que el lugar.
La senda hacia lo desconocido que desemboca
siempre en el mismo lugar… Ese lugar es Ruesta.
Miércoles 6 de julio
Los pájaros eran sombras chinescas en el cielo blanco.
La temperatura, agradable igual que el lugar.
La senda hacia lo desconocido que desemboca
siempre en el mismo lugar… Ese lugar es Ruesta.
Miércoles 6 de julio
Viaje de ida. Desde Madrid tardamos ocho horas haciendo transbordo en Pamplona, allí comimos y esperamos a un amigo de Paloma Monleón, Manolo, un chico muy majo y amistoso que, como muchos otros, por esas fechas celebraba los san Fermines. Viajamos, después, hacia Ruesta, atravesamos un embalse azul cian claro por un puente que conducía al albergue.
Me sorprendí al ver que el albergue era tan pequeño por fuera y tan grande por dentro.
Al día siguiente…
San Fermín, gran día para los Pamplonicas. Por la mañana tuvimos una asamblea de tres o más horas, pero muy amena adonde se daban a conocer las personas afiladas a la CGT, a mi me dieron ganas de presentarme, pero obviamente no pude. Solo tengo trece años y aún no estoy afiliado.
El resto de los días, me ocurrieron cosas fabulosas. La clase de Jurgo Alkasaro sobre Esperanto, la clase sobre arte de mi madre, Teresa Moreno, las poesías de Emilio. También conocí a personas alucinantes y extraordinarias:
A Suakal tan travieso y Charo, su madre, tan paciente, a Inma; tan expresiva, a Juan; tan generoso y trabajador (me regaló una camiseta de la CGT), a Marian con quien hice senderismo, a Lola, para mi la matriarca, que a veces le faltaba la voz pero nunca la sonrisa, a Ana que me enseñó a hacer pelotitas de goma, a Montse tan graciosa e inteligente como sus abuelas, a Antonio tan jovial, a Vicente tan amable, a Jacinto que me quiere fichar, a Chemi » 9 años» siempre sonriente, a Diego, Jesús, Isabel, Elena, Manolo, Raúl, Charo, Toni, Dani y por supuesto a Lucía que gracias al taller de mi madre la pude conocer y junto con Suakal recorrimos, jugamos y hablamos de nuestras cosas.
He aprendido mucho en estos cuatro días: me han hablado de Libertad, de participación, de intentar hacer un Mundo mejor, de luchar, he conocido a tanta gente alegre, libre, simpática y amable, que me encantaría volver a repetirlos.
Este artículo me lo ha pedido Paloma Monleón que tiene siempre muchas ideas originales, cuando está conmigo trata y quiere aprender la jerga que utilizamos los de mi edad, me gusta hablar con ella porque me escucha y siempre seré su amigo.
Juan Manuel Muñoz Moreno.
Julio 2011