Nuestras vidas ya sabemos adónde van a parar, que es al morir ; pero antes por lo menos no era el tránsito cagar, sino partir. Que vivir es tránsito lo supo aun Franco, que no acababa de salir porque seguía duro, o cinco duros, transitando suelto de mano en mano ; que fuera regular tirando a malo, lo predicó dos mil años el catolicismo hispano, que tras tanto dar por hermano al vecino a socarrar se fue a tomar por tránsito tanto entrar y salir inmundo, que es el mundo en castellano. Mas volviéndose el mundo negocio, to...
Nuestras vidas ya sabemos adónde van a parar, que es al morir ; pero antes por lo menos no era el tránsito cagar, sino partir. Que vivir es tránsito lo supo aun Franco, que no acababa de salir porque seguía duro, o cinco duros, transitando suelto de mano en mano ; que fuera regular tirando a malo, lo predicó dos mil años el catolicismo hispano, que tras tanto dar por hermano al vecino a socarrar se fue a tomar por tránsito tanto entrar y salir inmundo, que es el mundo en castellano. Mas volviéndose el mundo negocio, to…
Nuestras vidas ya sabemos adónde van a parar, que es al morir ; pero antes por lo menos no era el tránsito cagar, sino partir. Que vivir es tránsito lo supo aun Franco, que no acababa de salir porque seguía duro, o cinco duros, transitando suelto de mano en mano ; que fuera regular tirando a malo, lo predicó dos mil años el catolicismo hispano, que tras tanto dar por hermano al vecino a socarrar se fue a tomar por tránsito tanto entrar y salir inmundo, que es el mundo en castellano. Mas volviéndose el mundo negocio, tornóse el tránsito en tráfico, mayormente mercantil, y de estar en la gloria transido y beato oyendo cantar a arcángeles se vino a estar en la historia, traficado y mojigato, oyendo a potestades y dominaciones varias llamar en las pantallas fibra al pan, y al cagar, tránsito, sociedad a la rapiña, arte al garabato, finanzas a la avaricia y patria al miedo. Y en ese metabolismo incesante de las formas en informes y lo informe en buenas formas, de tanto cagar voces y hablar mierda, en esa transición democrática e intestinal donde todo puede llegar a todo siempre que sea bajando, no podían las palabras ser distintas, siendo espejos de que estamos hechos. Y siendo la movida, quién lo duda, más valiosa que el mover por razón de género, y maltratada por tratada, y dominada por denominada, harta de guardar con etiqueta y código de barras y estrellas las formas ajenas, para ella todas, se bautizó de tránsito, que es griego o francés o en todo caso otro, y más, y se admite Visa ; vengóse así en palabra demostrándose otra vez sin moverse de su sitio de dónde venimos y adónde vamos todos con tanto hablar, ya lo sabía ella, a las vísperas perpetuas de su matriarcado universal de prefijos y subpadres, preámbulos y añoranzas, brumosas lindes e indecisas donde, no teniéndolo, no perderse ninguno, y siendo todos de una, no haber de pasar por nadie. Hízose así de una lengua el otro lado de un culo, y aprendióse a decir “en una de freir cayó caldera” o “me cambiaba la regularidad”, por hacer notar el decir, objeto de compraventa, en lugar de la dicha de vivir y poder decirse. Que ésa, trance enajenado en transición y transitación y transitificación perpetua, huyó escaleras de prefijos y subnietos abajo, hacia la gloria prometida de una evacuación final y con reporteros como un bautizo. De suerte que si hoy aún preguntara alguien dónde aprende la canalla, la movida y la cualquiera sentada sobre la boca abierta del mundo anonadado, su arrogancia de anunciar lo que no se atreve a hacer sola mientras hace lo que no osa decirse ni aun a solas, ése habría de mirar hoy no en púlpitos y estrados, sino en pantallas y redacciones por donde fluye incesante el tránsito regulado de lo informe en buena forma : no de mierda, claro, sino de palabra.
Fuente: José Luis Arántegui