Ante la presentación por parte del presidente español Zapatero de las medidas de reajuste económico dictadas por el Fondo Monetario Internacional para el Estado español, la línea que separa la lucidez de la imbecilidad se ha hecho más frágil.

Ante la presentación por parte del presidente español Zapatero de las medidas de reajuste económico dictadas por el Fondo Monetario Internacional para el Estado español, la línea que separa la lucidez de la imbecilidad se ha hecho más frágil.

Las palabras para definir la situación son compartidas por los medios que viven abonados a justificar, siempre y bajo cualquier concepto, a quien manda y tal como ejerce el mandato. Se dice que las medidas (reducción del sueldo de los funcionarios, no retroactividad en los demandas de ayudas de la Ley de Dependencia, desaparición del cheque bebé, etc.) son imprescindibles y mandase quien mandase las tendría que haber aplicado. Los «analistas» se centran en decir que éste no es el problema y que éste se encuentra en el hecho de que Zapatero ha tardado demasiado en aplicarlas, o que les hace falta ya «otra reforma laboral»… Estos analistas de columna diaria y pesebre evidente, habituales de las páginas de los diarios color salmón o de las secciones tituladas pretensiosamente como «Economía» olvidan un punto básico explicitado por la situación económica actual, tanto en el Estadp español como en el resto de la Unión Europea, que a mí me parece mucho más importante y destacable que ningún otro. Olvidan, sin ningún tipo de pudor, llamar a las cosas por su nombre y explicar que si el sistema político democrático (esta democracia representativa, parlamentaria y burguesa, no lo olvidemos) sólo tiene una forma posible de funcionamiento económico y prohíbe expresamente las que pretenden repartir los beneficios económicos entre tod@s y a la vez evitar la exclusión social, lo que tenemos delante y a nuestro alrededor no es una «democracia». Todas sabemos que a este sistema político con una sola posibilidad siempre se le ha llamado «dictadura de derechas». Y ante la dictadura, nos son válidas las formas de siempre y cualquier otra que nos pueda llevar hacia el camino de hacer posible la elección, que siempre deberá ser entre más de una opción. Al totalitarismo, se le combate con todos los métodos posibles, eso sí, sin perder los papeles ni ser más autoritario ni militarista que quien combatimos.

El sindicato vertical ccoo-ugt se ve que esta vez podría rebelarse contra los amos políticos que hasta ahora lo mantienen económicamente y le dándole espacios, locales y regalitos. Dicen incluso que podrían plantearse (un poquito) pensar, un día no muy lejano, y al notar la posibilidad, nunca suficientemente dicha ni hablada, de soñar -o no-una huelga general (¡que valientes !). Bueno, podría ser que pasara … Y ésta sería nuestra …

Nuestro mundo ha cambiado mucho desde que esta gent convocó su última huelga general. El mundo del anticapitalismo en los Països Catalans y en el resto de naciones del Estado español se ha hecho más complejo, más diverso, más contundente y en algunos momentos incluso ampliamente participado. Los sindicatos «alternativos», las secciones sindicales díscolas de los mayoritarios, las personas sin afiliación conocida pero con prácticas evidentes … han demostrado que hay otras formas de encarar las movilizaciones más allá de los mínimos marcos legales que las leyes de los dueños nos dejan. Será ahora el momento de sumar y hacer nuestra la calle. Será ahora el momento de extender el conflicto y ensayar la posibilidad de retar al poder de todas las maneras posibles. Si fuéramos lo suficientemente fuertes es evidente que no deberíamos esperar la convocatoria amarilla pero si ellos la hacen debemos ser nosotros quienes marquemos el espacio de la calle, no porque seamos pretensiosos o nos queramos apropiar de algo que no es nuestro, no. Sino porque si ellos hacen lo que tienen que hacer, nosotros también lo haremos.

Es evidente que un día de huelga, por mucho que se llame general, no solucionará los problemas de las personas normales, es decir ni ricas ni especuladoras. Es evidente que no se solucionarán los problemas de precariedad, de desempleo, de depender de un sueldo, de falta de papeles y exigencia a la vez de éstos, de las personas presas, de las desigualdades sociales… pero si somos nosotros quien toma la iniciativa de la lucha tengamos claro también que estos temas y muchos otros estarán en las agendas de la lucha, y sólo así las agendas no las escribirán los de los «sindicatos mayoritarios». La huelga general es, pues, una oportunidad de lucha pero sobre todo de construcción de un movimiento popular que sea capaz de enfrentarse, de señalar objetivos compartidos y de enseñar los dientes… por el momento. Y cuando hayamos sido capaces de ello, los caminos abiertos nos llevarán a ampliar las luchas y, sobre todo, a las alternativas de futuro y ya, desde hace tiempo también, de presente. Porque yo no sé si el capitalismo lo podremos derrotar -aunque es el trabajo que hacemos, el objetivo que tenemos y en el que queremos profundizar- pero estoy convencido de que sí podemos prescindir de él desde hace tiempo ya, y a la vez que luchamos preparar la sociedad que queremos, que no es ésta.

Alguien ya ha preguntado quiénes somos «nosotr@s». Y no le voy a contestar porque las respuestas son obvias y las entendemos perfectamente quien ya nos sentimos parte. Está claro que tod@s las que trabajamos para el bien común y no sólo para ampliar las cuentas bancarias o vivir en el mundo del dinero. Tod@s l@s que odiamos tanto la esclavitud como los esclavistas, tanto los esclavistas como los encargados de la plantación. Somos l@s que amamos los valores básicos de solidaridad, igualdad y libertad y no su representación espectacular. Somos l@s que soñamos -y luchamos por- aunque ahora en un mundo más sencillo y, por ello más humano, donde la tecnología no sea más una arma del dominio ni se confundan las porras con la paz. Somos l@s mism@s de siempre pero cada vez mejor organizadas y con el convencimiento claro de que los causantes de los problemas nunca han sido parte de las soluciones.

Jordi Martí Font


I en això de la vaga general, ajuntem totes els forces !

Davant la presentació per part del president espanyol Zapatero de les mesures de reajustament econòmic dictades pel Fons Monetari Internacional per a l’Estat espanyol, la línia que separa la lucidesa de la imbecil·litat s’ha fet més fràgil. Les paraules per definir la situació són compartides pels mitjans que viuen abonats a justificar, sempre i sota qualsevol concepte, qui mana i tal com ho fa. Es diu que les mesures (reducció del sou dels funcionaris, no retroactivitat en els demandes d’ajudes de la Llei de Dependència, desaparició del xec nadó, etc.) són imprescindibles i manés qui manés les hauria d’haver aplicat. Els “analistes” se centren a dir que aquest no és el problema i que aquest es troba en el fet de Zapatero ha tardat massa a aplicar-les, en si cal una altra reforma laboral… Aquests analistes de columna diària i menjadora evident, habituals de les pàgines dels diaris salmó o de les seccions titulades pretensiosament com a ”Economia” obliden un punt bàsic explicitat per la situació econòmica actual, tant a l’Estat espanyol com a les resta de la Unió Europea, que a mi em sembla molt més important i destacable que cap altre. Obliden, sense cap mena de pudor, anomenar les coses pel seu nom i explicar que si el sistema polític democràtic (aquest democràcia representativa, parlamentària i burgesa, no ho oblidem) només té una forma possible de funcionament econòmic i prohibeix expressament les que pretenen repartir els beneficis econòmics entre tothom i alhora evitar l’exclusió social, el que tenim davant i al nostre voltant no és una “democràcia”. Totes sabem que a aquest sistema polític amb una sola possibilitat sempre l’ha anomenat “dictadura de dretes”. I davant la dictadura, ens són vàlides les maneres de sempre i qualsevol altre que ens pugui portar vers el camí de fer possible la tria, que sempre haurà de ser entre més d’una opció. Al totalitarisme, se’l combat amb tots els mètodes possibles ; això sí, sense perdre els papers ni esdevenir més autoritari ni militarista que qui combatem.

El sindicat vertical ccoo-ugt es veu que aquest cop podria rebel·lar-se contra els amos polítics que fins ara el mantenen econòmicament i li donant espais, locals i regalets. Diuen fins i tot que podrien plantejar-se )una mica) pensar, un dia no massa llunyà, en notar la possibilitat, mai prou dita ni parlada, de somiar -o no- una vaga general (que valents !). Bé, podria ser que passés… I aquesta seria la nostra…

El nostre món ha canviat molt des que aquesta colla va convocar la seva darrera vaga general. El món de l’anticapitalisme als Països Catalans ha esdevingut més complex, més divers, més contundent i en alguns moments fins i tot àmpliament participat. Els sindicats “alternatius”, les seccions sindicals díscoles dels majoritaris, les persones sense afiliació coneguda però amb pràctiques evidents… han demostrat que hi ha altres formes d’encarar les mobilitzacions més enllà dels mínims marcs legals que les lleis dels amos ens deixen. Serà ara el moment de sumar i fer nostre el carrer. Serà ara el moment d’estendre el conflicte i assajar la possibilitat de reptar el poder de totes les maneres possibles. Si fóssim prou forts és evident que no hauríem d’esperar la convocatòria groga però si ells la fan hem de ser nosaltres qui marqui l’espai del carrer, no perquè siguem pretensiosos o ens vulguem apropiar de quelcom que no és nostre, no. Sinó perquè si ells fan el que han de fer, nosaltres també ho farem.

És evident que un dia de vaga, per molt que s’anomeni general, no solucionarà els problemes de les persones normals, és a dir ni riques ni especuladores. És evident que no se solucionaran els problemes de precarietat, d’atur, de dependre d’un sou, de manca de papers i exigència alhora d’aquests, de les persones preses, de les desigualtats socials… però si som nosaltres qui pren la iniciativa de la lluita tinguem clar també que aquests temes i molts altres seran a les agendes de la lluita, i només així les agendes no les escriuran els dels “sindicats majoritaris”. La vaga general és, doncs, una oportunitat de lluita però sobretot de construcció d’un moviment popular que sigui capaç d’enfrontar-se, d’assenyalar objectius compartits i d’ensenyar les dents… de moment. I quan hàgim estat capaces d’això, els camins oberts ens portaran a ampliar les lluites i, sobretot, les alternatives de futur i ja, des de fa temps també, de present. Perquè jo no sé si al capitalisme el podrem derrotar -tot i que és la feina que fem, l’objectiu que tenim i en el qual volem aprofundir- però estic convençut que sí que podem prescindir d’ell des de fa temps ja, i alhora que lluitem preparar la societat que volem, que no és aquesta.

Algú ja ha preguntat qui som “nosaltres”. I no el contestaré perquè les respostes són òbvies i les entenem perfectament qui ens en sentim part. És ben clar que totes les qui treballem per al bé comú i no només per ampliar els comptes bancaris o viure en el món dels diners. Tots els qui odiem tant l’esclavatge com els esclavistes, tant els esclavistes com els encarregats de la plantació. Som les qui estimem els valors bàsics de solidaritat, igualtat i llibertat i on la seva representació espectacular. Som els qui somiem -i lluitem per- encara ara en un món més senzill i, per això més humà, on la tecnologia no esdevingui més encara una arma del domini ni es les porres amb la pau. Som les mateixes de sempre però cada cop més ben organitzades i amb el convenciment clar que els causants dels problemes mai han estat part de les solucions.

Jordi Martí Font