¿Vamos a salir de construir un discurso donde podamos vivir todas y todos ? Decididamente, no. No si no cambiamos muchas de las actitudes actuales que con un ápice de elegancia se pasean como piojos resucitados por las letras de la palabreja anarquía.
Demasiado papel lleno de palabras sin ninguna acción que pueda ser detonante de la ruptura que nos podría llevar más allá, camino de una sociedad sin clases y sin autoridad, al menos hasta donde ello es posible, que ya sabemos que la mayor parte de relaciones personales, humanas y sociales, se basan en la autoridad, como decía Foucault. Autoreferencialismo, individualismo, ultraradicalismo … son actitudes compartidas por pequeños grupúsculos que se autodenominan anarquistas y que hacen imposible la adhesión a la lucha por la anarquía de la mayoría de la población. Y aunque sea más fácil insultar a la mayoría con la excusa de que está «alienada» o es «pequeño burguesa», es esa mayoría social la única que puede llevar el mundo donde vivimos hacia prácticas y posturas anticapitalistas y antiautoritarias. O eso o la dictadura de una minoría que se cree ilustrada sobre el resto de la población. O, también y ya pasa, ignorarse mientras no se confluya.
Muchas acciones no pensadas más fruto de las hormonas alteradas por la edad que de una reflexión mínimamente lúcida. Demasiado antiesto y antiaaquello para después propuestas aportatives o no censurar las que hagan los que no son tan «radicales» como son ellos. Me repugna que algunos anarquistas sean incapaces de articular un mínimo discurso que no suene a repetido, a antiguo, dogmático y que una vez hecho y rehecho éste sea más plano que el mar en un día sin viento. Y me revienta que a su vez algunas y algunos sean tan autoritarios que nieguen a los demás la utilización de algunas palabras, como si fueran los dueños de la pega que han pegado significado con significado y no dejan que la gente mínimamente no ideologizada defina las cosas que le parecen lo misma con el mismo nombre, por ejemplo anarcosindicalismo.
Incluso este artículo ya sabemos quién lo defenderá y, sobre todo, quien la atacará. Y ante esto, debemos pensar y necesitamos saber cuánto tiempo hace que somos tan previsibles y tan poco emocionantes. ¿Cuánto tiempo hace que no tenemos organizaciones que no sólo sirvan para traficar con ideas, que luego no se podrán aplicar porque en el 36 «tampoco se hacía» (y han pasado unos años …) ? O, peor aún, ¿por qué «si no se apunta a un enemigo no tiene atractivo suficiente» ? ; Y el «enemigo» que sea lo más cerca mejor ..
Hay quien dirá que para exponer tantos desastres juntos más valía no decir nada. Pero yo seguiré insistiendo en que sin tener el diagnóstico es imposible curar la enfermedad. Y este es nuestro objetivo, curar la enfermedad, y en eso estamos.
Artículo de Jordi Martí Font, coordinador de la revista «Catalunya»,
publicado la Agenda Libertaria 2010