Un pelotón de verdugos persigue
A los jazmines que danzan con la brisa
Libaneses, palestinos. Humanos.
Se les mueren los soles en los párpados
Tienen horizontes cortados con tijeras
Se alimentan de llantos succionados
Y en el alma acunan una paloma muerta.
La savia los repele y la muerte los saquea,
Tienen vedados todos los firmamentos,
La plegaria a un dios ensordecido surca sus jirones,
Y Tánatos vence en cada batalla a Eros.
Las campanas no tañen ángelus de pétalos
Los campanarios despavoridos silban esqueletos.
Como fuegos artificiales el Poder juega misiles
Que estallan los fragores de bombardeos y de huesos.
Y ellos mueren abortando, tal flor antes de ser nacida
Pero qué, qué hago yo con mi sola voz que brama.
Millones de estrellas suicidan mis mejillas
Mientras mi alma cruza las galaxias de cedros
Para que el universo abreve nidos en cálices,
Por ramos de piececitos de bebés bien nutridos,
Por un cielo que dirija la orquesta del coro de ángeles
Y una cama que por el mar navegue los jazmines, a la paz
Paris, 18 julio 2006
Mientras Palestina y el Líbano regurgitan pavor.
75001 – Paris
Cristina Castello es miembro de la Société des Poètes Français y de la Société des Poétes et Artistes de France
Este poema, que integrará mi próximo poemario, es copyleft y se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora.
Fuente: Por Cristina Castello