El gobierno marroquí lanzaba un comunicado el seis de agosto denunciando una devolución irregular por parte de la guardia civil de Ceuta. Las víctimas han sido de nuevo inmigrantes subsaharianos, en concreto ocho, que se encontraban en un grave estado de salud. Ninguna de las entidades que trabajan en inmigración ha podido esconder su sorpresa ante esta declaración pública del reino vecino.
Organizaciones sociales, organismos internacionales e incluso el Defensor del Pueblo Español habían abierto investigaciones sobre lo que sucedía en las fronteras de Ceuta y Melilla. Ahora sorprendía que fuese el propio Marruecos quien admitiese estas prácticas.
Este tipo de devoluciones, deportaciones o expulsiones irregulares (imposible calificarlas legalmente puesto que se oponen al derecho internacional e incluso a nuestra ley de extranjería) se vienen efectuando desde hace años con el beneplácito de las autoridades de ambos países, España y Marruecos.
La base legal que han argumentado siempre era el Acuerdo de Buena Vecindad de 1992, que contemplaba la devolución a tierras marroquíes de los inmigrantes que hubiesen salido de ese territorio.
Nunca llegó a aplicarse a inmigrantes subsaharianos llegados a las costas andaluzas o canarias, pero sí se ejecuta de forma expeditiva en las fronteras de Ceuta y Melilla.
Años hemos pasado sin la aplicación de un acto administrativo que controlase a las personas devueltas, y que protegiese los derechos de menores, mujeres embarazadas, enfermos o demandantes de asilo.
Años sin la intervención de la policía nacional que posee las competencias en materia de extranjería.
Años “arreglándose” entre la guardia civil de Ceuta y Melilla y las Fuerzas de Seguridad del Reino de Marruecos.
Años sin garantías para los derechos humanos de los inmigrantes.
Entre marzo de 2003 y junio de 2005 se acreditaron 351 expulsiones con estos métodos, entre ellos gente herida y algunos desaparecidos.
Sonko no tuvo la misma suerte y murió el 25 de septiembre de 2007, como “efecto colateral” de estas malas practicas. Así lo relataba en su día Jene F., compañero en aquel fatídico viaje.
« Fuimos atrapados por la guardia civil que nos hizo subir a su barco. Eran tres guardias civiles.
A unos 100 metros de la playa marroquí, la guardia civil dió a la mujer camerunesa un chaleco salvavidas para que pudiera llegar a la orilla de la playa. La guardia civil pinchó el resto de los chalecos con un cuchillo y nos obligó al resto a tirarnos al agua para llegar a la playa marroquí.
El migrante costamarfileño no quiso tirarse al agua y recibió un golpe en la nuca y cayó al mar. El senegalés se agarró a una barra de hierro del barco de la guardia civil y gritaba que él no sabía nadar. Los guardias civiles no tuvieron en cuenta sus palabras y le soltaron los dedos para hacerle caer al agua y que volviera como pudiera a la playa marroquí, pero por desgracia él se ahogó en la superficie de las aguas delante de la guardia civil, protagonistas de tan macabra escena.
Una vez que la guardia civil se dio cuenta del ahogamiento del chico senegalés, se tiraron al agua para ponerle a salvo. Le llevaron rapidamente a tierra firme y también corrieron a socorrer al costamarfileño. Intentaron reanimarlos a los dos pero el senegalés ya estaba muerto ».
Los inmigrantes habían usado aquel día el método de life-jacket y se lanzaban al agua a nadar en parejas. Las deportaciones de la guardia civil añadían un gran riesgo a esta forma de cruce.
Increíble ha sido también el posicionamiento de la Fiscalía General del Estado que ante la denuncia de estos hechos se pronunció en 2009 de la siguiente forma, « cúmpleme comunicarle que esta pretendida « devolución de hecho » y fuera de los cauces legales, en absoluto se ha producido, sino que la actuación de los agentes de la Guardia Civil se ha limitado al rescate y salvaguardia de dos sujetos que intentaban cruzar a nado desde una playa de Marruecos a otra de Ceuta y a petición de las propias autoridades del norte de Africa. Esta actuación no es la primera vez que se lleva a cabo… ».
En la actualidad pequeñas lanchas neumáticas a remo salen desde el mes de marzo en las playas marroquíes buscando las costas ceutíes o gaditanas.
Desde esa fecha dieciocho personas han desaparecido tragadas por el estrecho o en expulsiones sin control.
« Me devolvieron de la lancha, íbamos cuatro, la zodiac de la Guardia Civil casi nos hace volcarnos. Allí en la costa marroquí, nos detuvieron los gendarmes. ¿Cómo nos vamos a ver ?. Somos mercancía y moneda de cambio de las relaciones bilaterales de España y Marruecos. Por encima del Derecho Internacional y de los Derechos Humanos, están los intereses económicos y estratégicos que unen a ambos países. Esto lo sabemos. Somos inmigrantes y pobres, pero no estúpidos », declara Issa, devuelto hace una semana a las costas de Bel Younech por la Guardia Civil de Ceuta.
Fotos :