AVISO: El 26 de noviembre de 1976 se publicaba en todo el mundo la canción “Anarchy in the UK”. 45 años después CARLOS MONTY investiga las huellas del anarquismo en el punk, principalmente a través del situacionismo francés, desde los años 60 hasta las luchas anti-globalización de comienzos del siglo XXI. Este informe especial, que recorre desde una perspectiva libertaria, no sólo el desarrollo del punk en UK, sino también en USA y España, sirvió de apoyo para la Tesis Doctoral del abogado e historiador Leonardo Mulinas, “Juan García Oliver (1902-1980): Anarcosindicalismo en Acción”, donde aparecen fragmentos, y será publicado por vez primera íntegramente mediante cinco entregas, una cada lunes de este mes de noviembre, que se irán acumulando hasta completar el reportaje completo en un solo archivo. Seguramente tus antihéroes favoritos no saldrán muy bien parados, pero no te preocupes, la Sociedad del Espectáculo te los habrá sustituido y sustituirá indefinidamente.

NOTA.- Puedes leer la 4ª Entrega aquí:

https://rojoynegro.info/articulo/informe-especial-4-45-anos-de-punk-y-anarquismo/

– V –

PUNK ESPAÑA: UN DESALOJO, OTRA OKUPACIÓN

A diferencia de Reino Unido o Estados Unidos, no es fácil rastrear síntomas situacionistas en esa España setentera de la transición inflada de contracultura y modernización, aunque Guy Debord redoblara su atención sobre los éxitos y fracasos de la CNT en aquella época, con una visión abiertamente pesimista. Para la juventud española de entonces, su verbo “epatar” tenía un significado mucho más relacionado con el colorismo hedonista, la diversión y la necesidad de salir de la rancia oscuridad franquista, que con una intención política estructurada.(1)

Tal vez por eso, resulta inexacto identificar el primer punk madrileño como estrictamente vinculado con el anarquismo, pues no tenía entidad propia, sino que en el mejor de los casos formaba parte de un heterogéneo movimiento contracultural venido de distintos medios artísticos, principalmente comic y prensa marginal, como el que desarrollaban el denominado Equipo Antípodas y la gente del Ateneo Politécnico de Prosperidad.

La modernidad oficial escrita que representaba en Barcelona la revista Ajoblanco (aunque la fuente musical y gráfica anidaba más en la revista Star), inauguró el cónclave de la prensa marginal madrileña bajo el feliz acrónimo de “PreMaMa”, breve antecedente de “La Cochu” (Laboratorios Colectivos Chueca) que, desde mayo de 1977 hasta finales de 1978, concitó la atención de Moncho Alpuente desde El País (2), al igual que la de muchos artistas y dibujantes, aficionados o no, que acabarían usando la música punk como uno más de sus proyectos en la marginalidad, incluso antes de que llegara la “Movida Madrileña” canonizada por Tierno Galván. Según Alpuente:

 “Leían a Timothy Leary, a Castaneda, bebían del cómic underground americano y destilaban ideología libertaria, con una actitud más política que la de la siguiente oleada cultural en forma de Movida. La idea inicial es que fueran diversos colectivos (musical, de cine, de teatro, gráfico, etc.) hilvanados por las ideas de la autogestión, la distribución alternativa y el hecho de ser una panda que iba a cada concierto que se celebraba en la ciudad”. (3)

De ese extraño brebaje surgió lo que luego sería el germen de la movida madrileña: el dibujante Tejo, que luego fundaría el grupo Polanski y el Ardor, Manolo Tena y sus Cucharada, Bernardo Bonezzi y sus Zombis, una jovencísima Alaska haciendo de “reportera enana” entrevistando a un miembro de Alianza Popular para uno de los fanzines de la época y en el que coincidirá con el entonces dibujante “PreMaMa”, Fernando Márquez “El Zurdo”, miembro por entonces de Falange Auténtica, con quien fundará la esperpéntica “Liviandad del Imperdible” para, en código punk, reclutar los miembros de lo que luego sería Kaka de Luxe.(4)

Aunque el germen libertario esté presente, y un cierto guiño situacionista se aprecie en las letras de “Viva el Metro” o “Makoki”, por poner dos ejemplos, y el metro de Madrid sea referencia central de aquellos años (“El Loco de la Línea 5” de los malogrados Los Trastos), la “modernidad” trataba de dejar atrás el grito contracultural rockero de “Viva el Rollo”. El reconocimiento institucional y la utilización política y comercial que desembocará en la Movida Madrileña liquidará, en 1981/82, con cualquier atisbo de insurgencia real, más allá de la explosión nihilista que Eduardo Benavente exhibió con Parálisis Permanente, en 1983.

Sin embargo, si algo caracterizó aquellos años de explosión cultural, era la sinergia entre la energía juvenil reprimida de los barrios obreros de fuerte inmigración -extremeña, manchega y andaluza-, y la modernidad del centro que representaban los ‘privilegiados’ nombres de la llamada “Nueva Ola” madrileña, que tanto impactó causó entre la juventud española de los primeros 80.

Para hablar apropiadamente de anarcopunk, había que pasar necesariamente por Argüelles y seguir los pasos de los ingleses Crass como guía de la autogestión anticomercial politizada. Cuenta el documentalista David Álvarez, con la ayuda de Alberto Eiriz, del influyente fanzine “Penetrazión”, junto a Paz Goñi, que:

“En España, los seguidores del anarcopunk eran los denominados “crassianos”, que se juntaban con diversas tribus (rockers, skins…) entre otros lugares en el bar Porrones, en el barrio de Argüelles. Formaban parte de este sector bandas como Delincuencia Sonora, el responsable del fanzine Penetrazión Alberto Eiriz o, durante un corto espacio de tiempo, Enrique Vitoria alias Kike Turmix, quienes se relacionaban con colectivos anarquistas como la editorial Queimada o La Cara A. Organizaban conciertos allí donde podían, ya fuera en salas o colegios mayores, de bandas nacionales e internacionales (como. MDC en la Sala Imperio de Carabanchel, en febrero de 1984 -con los valencianos Interterror de teloneros-). Se distinguían entre ellos a través del símbolo de Crass, que lucían en camisetas, parches y chapas: “-Entre la gente del ambiente tenía un simbolismo muy fuerte […] la gente [ajena a la escena punk] lo veía y decía, ¿pero esto qué es? No era desagradable, no era nada, con lo cual podía servir para identificarse muchas personas sin necesidad de llevar una cosa muy explícita”.(5)

Alberto Eiriz era un catalizador de todas las maquetas y conciertos de los grupos pioneros de esta segunda oleada punk madrileña, más influida por el movimiento “skinhead Oi!” pero, sobre todo, por la aceleración rítmica del hardcore, como sus amigos y activistas de Delincuencia Sonora o Larsen; también estaba detrás de la primera internacionalización del punk español en su conexión anarquista, a través de la revista punky más influyente del mundo en los 80, Maximum RocknRoll, fundada en 1982 por los californianos Jeff Bale y Tim Yohannan, que se habían curtido pinchando en las emisoras universitarias de Berkeley a grupos proto-punks como The Zeroes o The Weirdos.

Para el año mágico orwelliano de 1984, el disco punk español del momento era aquella obra maestra precursora del llamado Rock Radical Vasco, compartido entre los donostiarras RIP y los santurtziarras Eskorbuto, llamado “Zona Especial Norte” (Spansuls, 1984). Eiriz, que se carteaba ya entonces con Jeff Bale entre otros activistas punk internacionales, supo de la intención de Maximum RocknRoll de publicar un disco internacionalista bajo la intencionada proclama de “Al infierno con el nacionalismo”, que incluiría 17 bandas de otros tantos países bajo el título evidente de “Welcome to 1984”. (6)

Así que no lo dudó y le ofreció participar a RIP y a los barceloneses Último Resorte, con la carismática fotógrafa punk Silvia Escario al frente (mítica por haber retratado a Sid Vicious y Nancy Spungen en el Londres de 1978); Último Resorte, desde su segundo EP, “Una Causa sin Fondo” (1982), habían girado su sonido y diversión enloquecida inicial hacia el White Noise de Discharge sumado a la consistencia ideológica de Crass. “Si hacer ruido es punk rock, hacemos punk rock… Nos gustan Dead Kennedys, Rezillos y los Residents. El punk es la muerte del rock. Somos biodegradables. Podemos llegar a ser mucho más bestias aún… Hemos cogido del punk lo más esencial, la sencillez de composición, lo violento y rudimentario… El punk aquí no tiene salida”. (7)

Silvia, que descubrió en Inglaterra que «entrábamos gratis a los conciertos si teníamos una pinta extravagante», no fue la única en aprovechar el caos libertario de la Ciudad Condal en los últimos 70.(8) Cirera, miembro inicial del grupo aun entonces inexistente Frenopaticss, cuenta como en 1979 “entrabamos en una iglesia cuando había misa un grupo de diez o quince por la derecha y otro de diez o quince por la izquierda y pegábamos un berrido atronador que sumía a los fieles en un terror instantáneo. Eso inspiró un tema que se llamaba “Suma Teológica”, un trozo de la Suma Teológica de Santo Tomás en latín, pero con berridos punk”. (9)

Pero más allá de estallidos punk espontáneos que no premeditados -desde las Jornadas Libertarias del año 1977 en el Parc Güell, donde aparecen por primera vez La Banda Trapera del Río con probablemente la primera canción rock en catalán (a excepción de Sisa) “Ciutat Podrida”, aunque no eran propiamente punk, y hasta el multitudinario concierto de la Nit de Sant Joan en el camping La Tortuga Ligera de Gavá, ante más de 23.000 personas, y el Canet Rock de ese mismo 1978-, surgen nombres propios como Mortimer, Peligro, Clinic Humanoyds (luego Attak y Shit S.A.) Masturbadores Mongólicos (el grupo del dibujante Lluis Miracle, autor de los carteles de las Jornadas Libertarias), y visitantes ilustres llegados desde Madrid, como Ramoncín y Kaka de Luxe.

Un año después irrumpen Decibelios (en su corto periodo estrictamente punk, antes de inclinarse definitivamente por el ¡skinhead oi!), Lemo o Disturbio; todo ello unido a activistas destacados como Xavi Cot desde la productora de conciertos “Cuc Sonat”, siguiendo la estela de Malcolm McLaren de disfrazar de rock los festivales de punk, o Xavi Punk, que desde su programa “Punkitudes Magnéticas” en la emisora libre Radio P.I.C.A descubre el fenómeno a revistas musicales influyentes como Popular 1, entre otras.(10)

Para finales de 1980 la nueva ola madrileña se comercializa definitivamente convirtiéndose en “Movida”, sepultando el punk en el interés popular también en Barcelona. Esto avivó las tensiones en la escena, poniendo sobre la mesa el nivel de exigencia ideológica. Grupos como Attak -que se declaraban anarquistas y antisistema bajo el eslogan “Basura y desperdicio, todo es un vicio”-, encabezaban la corriente “crassiana” de que grabar un disco no era punk, sino algo contradictorio que no se debía hacer; era una época en la que las independientes ofrecían unos contratos casi peores que las multinacionales, y ello unido al espasmo de la mezcla de alcohol, anfetamina y droga de farmacia en general como motor de implosión, dejó paso a un movimiento en crisis existencial cuando la heroína sustituye a las “anfetas”, y Desechables se convierten en icono y leyenda maldita, en el grupo de punk gótico más memorable que tuvo la Ciudad Condal.

Como ocurrió en Madrid con el puesto de venta de cassettes piratas en el Rastro de Manolo Suizidio, y después mediante el sello y distribuidora de Fernando MárquezPotencial Hardcore”, en Barcelona, la filosofía DIY que exigían desde Crass a Dead Kennedys (los californianos son los que cambian verdaderamente la escena en Barcelona hacia el hardcore), el grupo Attak se convierten en ‘Attack Punk Records’, auto produciéndose sus propias obras; y otras bandas como Subterranean Kids , GRB, Acció Directa o Anti-Dogmatikss sobreviven o profundizan la escena del hardcore politizado, frecuente en los eventos de la CNT y el movimiento okupa, común a toda Europa y USA en los 80 y 90, perdiendo su especificidad, especialmente cuando al mismo tiempo se abría paso sin discusión en toda España el fenómeno denominado  “Rock Radikal Vasco” (RRV).

Aunque el RRV no es propiamente punk-rock en el sentido británico o americano, sino rock comprometido, apartidista y hardcore (como luego se vería con bandas como Soziedad Alcohólica o los navarros Barricada). La llamada de realidad y reivindicación política ante la siniestra represión que se vivía en Euskadi de grupos ya legendarios como Eskorbuto, RIP, La Polla Records -del expresivo Evaristo Páramos, o los Kortatu, liderado por los hermanos Muguruza, explotó como una bomba nuclear en el entorno punk nacional, obligando a todo el mundo a posicionarse y quitarse la careta a partir de ese momento. Sobre todo, con aquel monstruoso encuentro punk de todo el Estado con la celebración en 1987 de un concierto homenaje por el 50º Aniversario del Bombardeo de Gernika.

En el Madrid de los ochenta ajeno a la movida, todo el entorno okupa y punk, desde Espasmódicos o Comando 9mm. a TdeK (pioneros del rapcore español y precedentes de DefCom Dos) o Panadería y Bollería Nuestra Sra. del Karmen, con Manolo Suicidio alias “Manolo Drácula” de “frontman”, empezó a poblar de apelaciones al terrorismo (más como recurso histriónico que como estrategia política); y en sus conciertos, los eslóganes y consignas abertzales se consolidan. La realidad de la juventud vasca machacada por las drogas, el nacionalismo y la represión policial terminaba por imponerse como recurso ideológico de forma definitiva a nivel nacional. No hay que dejar a un lado que el atractivo nihilista del caos resulta irresistible.

Jose Calvo, bajista y cantante de Delincuencia Sonora en el premiado documental “Lo que hicimos fue Secreto”, de David Álvarez, nos ilustra el momento: “Ahí nos dividimos en dos. Yo creo que es el primer punto importante del punk aquí. Esa división entre, si quieres ser realmente punk y militar con ello y cambiar las conciencias y crear estructuras sociales que vayan realmente paralelas y fuera de la sociedad o lo que te imponen, o estar ahí más en la noche, el tener tu look de puta madre y ligar un huevo, ¿sabes?, y ser el más popular”.

 https://youtu.be/kBn6xMQJnu8]

Grupos como Delincuencia Sonora, La UVI y Larsen, que habían sido pioneros punk en la capital, deciden acabar con el mito del Rock-Ola y su sótano El Marquee como popular lugar de encuentro tras una tumultuosa paliza de los seguratas del local a los punkis habituales de ambos locales. El divorcio entre punk y post-modernidad se estaba consumando. La célebre frase (febrero de 1984) “-Colocaos y al loro”, del alcalde Enrique Tierno Galván, no fue el principio, sino el final de una época confusa, pero pionera y auténtica.

Tras estos baños de realidad, el sector más político del foro madrileño, sin abandonar la diversión y el caos como reivindicación existencial, viró su atención hacia reivindicaciones más concretas frente al clásico “No Futuro”, en particular el submundo de las okupaciones, que en Madrid tenía una conexión histórica con los ateneos libertarios de los años 70.

“En Madrid fueron muy conocidos los Ateneos Libertarios de La Latina (ocupado en 1977 y desalojado en 1984), los de Carabanchel y Tetuán (ambos ocupados y desalojados en 1978), el de Quintana (sin datos exactos) y el de Villaverde (ocupado en 1980 y el único que todavía sigue activo en la actualidad). Otros dos centros culturales que también nacieron ocupando y en los que la presencia de grupos libertarios era patente, adquirieron no menos notoriedad: el de Prosperidad (en la calle Mantuano, ocupado en 1977 y desalojado en 1980), y el de Migráns en el barrio de San Blas (activo en torno a 1978-1980). Todos ellos constituyeron un claro precedente de los Centros Sociales ocupados que surgirían a mediados de la década de 1980, tanto en términos de organización autogestionaria como de conexión con múltiples movimientos sociales y opciones políticas a favor de la democracia directa”.(11) 

En particular, del influyente Ateneo de la “Prospe”, en el Centro Social Mantuano, El Gran Wyoming contaba en sus “Recuerdos de un okupa de los 70” para el diario El Mundo en 1999:(12)

Aquellos fueron los tiempos del increíble Ateneo de la Prosperidad, un espacio multicultural autogestionado en el madrileño barrio del mismo nombre en el que ensayaban desde grupos de teatro o marionetas hasta bandas de rock (La Romántica Banda Local, Paracelso) y los grupos que darían vida a La Movida Madrileña, desde Los Zombies a Aviador Dro o los citados y efímeros Kaka de Luxe. Un espacio de algún modo alegal que funcionaba de maravilla hasta que alguna mente cuadriculada decidió que procedía ordenar, encasillar, legislar y al fin eliminar la creatividad”.

Como consecuencia de ese bagaje, y con la lección aprendida en 1985 del desalojo violento de la calle Amparo 83, en la primavera de 1987 el movimiento de ateneos coordinado a través de la Asamblea de Okupas de Madrid (AOM), con el apoyo de colectivos anti-OTAN y, por supuesto, de legiones de punkYs sin futuro y sin casa, conectados con las constantes protestas del movimiento estudiantil de la época, redobló su actividad con okupaciones sucesivas en la Ronda de Atocha, Argumosa, Madera y, sobre todo, en el Puente de Vallecas tras dos meses de negociaciones con el alcalde Barranco del PSOE. Después de 100 días de la Kasa Popular de Arregui, en Vallecas, y la consolidación del Movimiento Autónomo en la capital, el desahucio final acabó con la AOM y una constatación evidente: Las ocupaciones no eran un fin en sí mismo, sino una forma de aglutinarse -y a la vez una escuela de resistencia civil y autogestionada- frente a unas instituciones democrático-burguesas devoradoras.

Según recoge la revista Sabotaje:

“Entendíamos que había más cuestiones en la calle que la okupación, temas que nos afectan de lleno: la mili (o la PSS), la represión en aumento, los asesinatos policiales en Aluche, Villaverde, Leganés…, el patriarcado, el resurgir de grupos fascistas… Estaba claro que nos habíamos quedado pequeños para una historia tan grande”.(13)

Pero la ocupación que eleva al movimiento punk madrileño como más activo en el panorama nacional, desprendidos ya del postureo “fashion” inicial, es la del Centro Social Ocupado “Minuesa”, en la Ronda de Toledo 24, que se prolongó desde julio de 1988 hasta su desalojo en mayo de 1994. Esa permanencia durante 6 años vino sustentada, seguramente, por su cercanía con el Rastro, que había sido desde siempre epicentro de reunión de los marginados.

La ola autogestionaria y autónoma se extiende entonces al movimiento punk. Y más o menos en paralelo, siguiendo la estela de Crass, termina de arrancar la época de autoedición de maquetas (grupos como GRB, BAP, 37 Hostias, que todavía siguen en activo), la irrupción de fanzines mitad político mitad musicales, como Alta Suciedad o el propio Penetrazión, los primeros sellos casi comunitarios a precios populares, como Potencial Hardcore o Fobia, con los primeros discos en vinilo de SDO 100% Vegetal o Andanada 7. También se abre el género a la participación del extrarradio, a los hijos de la inmigración, que hasta ahora no habían tenido acceso a la autoproducción; y sobre todo se abre la escena definitivamente a la internacionalización del hardcore nacional, conectada con el fenómeno europeo de las okupaciones y colectivizaciones, fenómenos de carácter revolucionario que, en particular desde Hamburgo, prendieron la mecha en toda Europa hasta desembocar en Génova en el año 2000, con los movimientos de protesta anti-globalización y, mucho más tarde, entroncado con los movimientos mundiales de “Okupa La Plaza”.(14)

Según Javier Couso, alias Canino, hermano del malogrado fotógrafo Javier, y batería del grupo más emblemático del hardcore nacional anarquista y antifascista de los 90, Sin Dios, con permiso de los más internacionalizados en Latinoamérica y también madrileños Boikot:

 “Entonces, como no teníamos lugares para hacer conciertos, y había que ir al Cheminade, a un Colegio Mayor, o alquilar una sala, y ya no nos volvían a dejar nunca hacer nada, pues nos empezamos a plantear ya la okupación, pero como Centro Social con actividad cultural y política, pero también muy muy vinculado al punk, y entonces a partir de gente de KLESA, gente de (la Facultad de) Sociología, y autónomos como Alberto (Eirin) se decide ocupar Amparo 83 en 1985”.

A su vez, nos cuenta Ángel, del sello y grupo Fobia: “Nos metimos en todo el ambiente alternativo, con gente de toda Europa que venía, la Haffenstrasse, pues todos estos colectivos, que está claro que queríamos nosotros también formar parte de ello, y desarrollarlo aquí desde nuestras propias iniciativas”.(15)

La referencia al movimiento okupa de Hamburgo no es casual. Al principio de la década de los 80 se ocuparon ocho inmuebles de la calle Haffenstrasse, en el legendario y bohemio barrio de San Pauli, convirtiendo dicha calle en símbolo de resistencia del movimiento autónomo alemán. Rápidamente, y con la proliferación del fenómeno okupa, surgieron comedores sociales, librerías independientes, galerías de arte, teatros, salas de conciertos, cervecerías, etc. Dichos edificios eran propiedad del Ayuntamiento y estaban destinados a la creación de oficinas dentro de un plan urbanístico que conmemoraba los 800 años de vida del puerto hamburgués. Cuando la zona volvió a ser asediada por la policía el movimiento se manifestó e incluso recibió el apoyo de okupas de Dinamarca y Holanda.(16)

Al igual que en St. Pauli, muchos de aquellos punks vinculados al hardcore más politizado de los 80 en Madrid, gente como Kurdo, bajista de Olor a Sobako,  luego fusionados  con Tarzán y su puta Madre (buscan Piso en Alkobendas), que en 1988 editaron una maqueta compartida en formato de casete  bajo el celebrado título, con reminiscencias del Frente Popular, “Madrid, Qué bien resistes??”, largamente pirateada en Latino América en las décadas de los 90 y 2000, participarían activamente de todo el proceso de okupaciones desde la entrada en Amparo 83 al concierto homenaje a Minuesa, tras su desalojo definitivo en 1994 en medio de una batalla campal que colapsó todo el centro de Madrid durante un día entero.

Aquel desalojo marcó el final del movimiento autónomo y del punk como se había conocido desde los 70 y sus sucesivas oleadas y evoluciones. Reciclado en política e inmerso en distintas luchas -que volverían a reaparecer en el 15M-, al desaparecer el decisivo circuito gaztetxes – kasas okupadas, el punk como género musical anarquista volverá a las catacumbas del underground local en toda España, o se jibarizó en otros estilos musicales, como el ska y el reggae.

Ello, pese a algunos intentos por revivirlo a mediados de los 90, encarnados en grupos concienciados tipo los madrileños Habeas Corpus (hasta hoy en activo, reactualizados con los rappers valencianos Los Chikos del Maíz) o Radio 77 (con miembros de los extintos Snap madrileños, del barrio de Moratalaz, que fueron el único episodio que se recuerde de una multinacional del disco en España, BMG Ariola, probando suerte con un grupo punk-rock en 1988), o la omnipresencia del activista cultural Servando Rocha, perpetuando la esencia situacionista que alumbró el punk desde sus “Interzonas Anarquistas”, y en la editorial “La Felguera”, ya en este siglo XXI.

No sería justo concluir este informe sin hacer referencia a las periferias, tanto geográficas como musicales. Más allá de los polos de atracción que ejercían Madrid, Barcelona y Euskadi, hubo otros espacios que brillaron con luz propia, aunque fuera por breve espacio de tiempo. Destacadamente, la llamada “movida viguesa” aglutinó en torno a Siniestro Total y los bares del puerto la rebeldía canalla del punk en la primera mitad de los 80. En la otra punta de la península, en Zaragoza, liderado por el polémico Manolo Kabezabolo y todo el entorno de La Casa Okupada de la Paz y el sello “Mala Raza”, con pioneros como Cocoadictos o Parásitos; y en Valencia, con grupos como los primeros Seguridad Social, Interterror o La Resistencia.

Todos ellos dejaron testimonio permanente a lo largo de los 80 de la presencia de la “acracia” en la música, aunque en general no sobrevivieron al cambio de década. En Sevilla, en cambio, el gran despertar se produce en los años 90, con grupos destacados a nivel nacional como los utreranos Los Muertos de Cristo, nacidos en 1989 bajo una ideología y letras fielmente cenetistas. Hoy día todavía, y aunque sin inventar nada nuevo, algunos grupos nacionales empuñan la llama internacionalista del punk. Nombres como Nueva Autoridad Democrática (muy influidos por la banda británica original Discharge), Sudor, Nuevo Catecismo Católico o R.O.B.O.

De otra parte, el “Punky Reggae Party”, la alianza entre punks y rastas que había institucionalizado mundialmente Bob Marley en 1978, también tuvo importante eco en España, empezando por la Euskadi Tropical de los pioneros vitorianos Potato, cuyas letras e intenciones eran manifiestamente libertarias; pero también en otros puntos de la península, desde Valladolid con el grupo insurgente ya de esta década Tos-Tones, al incansable trabajo del activista amazigh Dadda Wanche en Tenerife o la conexión Valencia-Francia de la fusión entre el cantante local de raggamuffin y rub’a’dub SupaBassie y el Sargento García y su salsamuffin’.

Todos ellos se han acercado en un momento u otro a las leyendas cenetistas. Por no hablar del reciclaje natural de aquel entramado de okupas y gaztetxes en la música Ska, con legiones de grupos nacionales, muchos de ellos de escasa calidad, pero de los que han sobresalido con el tiempo por su impacto internacional, en particular en Latino-América, los vallekanos Ska-P y los valencianos Skaparapid, por poner solo dos ejemplos.

El nihilismo transformador del punk y su sustrato anarquista, pese a sus múltiples mutaciones, no desaparecerá, porque el capital juvenil de rebeldía e insumisión es inagotable y universal, y ante la falta de respuestas del sistema capitalista, su llamada y actitud siguen resultando inevitables y de máxima actualidad, como todavía hoy cuenta cada semana el emblemático programa “Barrio Canino” desde la emisora “Ágora Sol Radio”, nacida al calor del 15-M en Madrid. Larga vida al “Gran Timo del Rock’n’Roll”.

© CARLOS MONTY. 1-ABRIL-2019. REVISIÓN FINAL 12-9-2021

EDICION SUPERVISADA POR LEO MULINAS

AGRADECIMIENTOS: DANI TOMÁS, DAVID ÁLVARES Y ALBERTO EIRIZ

REFERENCIAS:

1 Guy Debord – A los libertarios. Septiembre de 1980. http://www.alasbarricadas.org/forums/viewtopic.php?t=2204. Revisión 23-2-2019

https://elpais.com/diario/1977/07/17/sociedad/237938401_850215.html. Revisión 23-2-2019

3 https://somosmalasana.elperiodico.com/la-cochu-el-underground-madrileno-que-vivio-en-augusto-figueroa

4 Idem.

5 David Álvarez García: Influencias Subterráneas de los movimientos punk y hardcore en la Ciudad de Madrid. Congreso “Las otras protagonistas de la transición: izquierda radical y movilizaciones sociales”, Madrid, 24/25 de febrero de 2017, pág. 8: “Muchos de ellos se encontraban también los domingos en El Rastro, centro de peregrinación punk donde poder intercambiarse cintas y fanzines, a donde también iban “los de la Movida”. Pero mientras que éstos últimos quedaban en La Bobia y los bares de alrededor, los demás pasaban la mañana en las escaleras de Ribera de Curtidores, bebiendo litros de cerveza y escuchando la música que venía de los puestos y tenderetes. En la calle se empieza a hacer evidente la brecha existente entre ese punk más estético y hedonista de la Movida Madrileña, que además se empieza a mezclar con otros estilos musicales, y otro punk que surgió casi en paralelo, pero de carácter más agresivo, “contestatario” y en algunos casos, más politizado”.

6 http://www.agenteprovocador.es/publicaciones/el-disco-que-intercionalizo-el-punk-espaol. Revisión: 23-2-19

7 Entrevista con Último Resorte. Popular 1. Mayo de 1981.

8 Xavier Theros: “El curt reignat del punk catalá”. Diari El País-Ed. Catalunya. 11-10-2007.

9 Jordi Llansamá: Harto de Todo. Historia Oral del Punk en la Ciudad de Barcelona 1979-1987. B Core Libros, págs. 51, 130 y 299.

10 Xavier Theros: “El curt reignat del punk catalá”. Diari El País-Ed. Catalunya. 11-10-2007

11 “Okupa Madrid. 1985-2011. Seminario de Historia Política y Social de las Okupaciones en Madrid-Metrópolis”. Movokeur, 2014, págs. 21 y 89.

12 Transcripción citada en “Entrevista a Carlos Verdaguer: El Madrid de los centros sociales, okupas y demás en la época de «La Movida».” Areaciega para A las Barricadas. Memoria Libertaria (CGT). 18/08/2016. Revisión: 31-7-21

13 “Okupa Madrid. 1985-2011. Seminario de Historia Política y Social de las Okupaciones en Madrid-Metrópolis”. Movokeur, 2014, págs. 21 y 89.

14 “Documental Lo que Hicimos fue Secreto”. Dir. David Álvarez. Eleventh Floor S.C.M, 2016, Madrid.

15 “Documental Lo que Hicimos fue Secreto”. Dir. David Álvarez. Eleventh Floor S.C.M, 2016, Madrid.

16 Natxo Parra y Carles Viñas: “St. Pauli. Otro Fútbol es Posible”. Libros Capitán Swing, 2017, pág. 94.


Fuente: Carlos Monty