Artículo de opinión de Rafael Fenoy Rico
En todos los cementerios de España pasó algo similar a lo que aconteció en el Cementerio de Algeciras en 1944. Se destinó una parte al enterramiento de los “caídos por Dios y por España” en la Guerra Civil Española entre 1936 a 1939. Una referencia de la época decía: “y allí descansan nuestros héroes, protegidos por los amantes brazos de la cruz”. Los caídos del bando republicano no tuvieron ese tratamiento, decenas de miles asesinados y ocultados en fosas clandestinas o comunes, siendo excluidos sus nombres de las enormes lapidas que presidía muchos lugares “sagrados”.
En todos los cementerios de España pasó algo similar a lo que aconteció en el Cementerio de Algeciras en 1944. Se destinó una parte al enterramiento de los “caídos por Dios y por España” en la Guerra Civil Española entre 1936 a 1939. Una referencia de la época decía: “y allí descansan nuestros héroes, protegidos por los amantes brazos de la cruz”. Los caídos del bando republicano no tuvieron ese tratamiento, decenas de miles asesinados y ocultados en fosas clandestinas o comunes, siendo excluidos sus nombres de las enormes lapidas que presidía muchos lugares “sagrados”. Por ejemplo la que sigue estando en la fachada principal de la Iglesia de la Palma en la Plaza Alta, que, ahora blanqueada contenía el listado de los Caídos por Dios y por España. Todas las personas que perdieron la vida en esa guerra fratricida tienen el derecho a ser recordados y hacer distingos a estas alturas es inaceptable.
En plena pandemia, con el ánimo del pueblo sobrecogió por los miles de muertos, el Ayuntamiento de Madrid no tiene otra cosa que hacer que retirar los versos del poeta alicantino Miguel Hernández que estaban esculpidos en tres placas del Memorial de la Guerra Civil en el cementerio de La Almudena, por iniciativa de la Alcaldesa Carmena.
Miguel Hernández escribió esta elegía como el mismo dice: “En Orihuela, su pueblo y el mío” porque “se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería” Son versos de amor hacia una persona querida que ha muerto. ¿Quién puede entender que esos versos desentonan en un cementerio, lleno de evocaciones sobre quienes allí reposan? Y si un órgano político toma la decisión de quitarlos ¿Cómo calificarla?
Politizar con el respeto a los difuntos es un síntoma de Culpa o Rabia. Ponen de manifiesto el enfoque autoritario que todo lo quiere abarcar, todo lo desea controlar, para que la sociedad civil quede reducida a la nada y toda actividad, social, económica, cultural tenga que pasar por el visto bueno del partido gobernante. El virus Fascista21 requiere de una respuesta y para evitar que los politicos autoritarios del Ayuntamiento de Madrid consigan esconder sus vergüenzas, la ciudadanía compartirá por las redes y otros medios estos entrañables versos: “Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de las flores pajareará tu alma colmenera de angelicales ceras y labores. Volverás al arrullo de las rejas de los enamorados labradores. Alegrarás la sombra de mis cejas, y tu sangre se irá a cada lado disputando tu novia y las abejas. Tu corazón, ya terciopelo ajado, llama a un campo de almendras espumosas mi avariciosa voz de enamorado. A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.”
Estas palabras del poeta, pretendían arropar el recuerdo de una terrible y bárbara guerra civil, donde más de un millón de vidas fueron segadas. Sólo las de un bando recibieron reconocimiento por el Franquismo en plazas, iglesias y cementerios. Sus nombres fueron recogidos en placas encabezadas por la frase acuñada para la ocasión: Caídos por Dios y por la Patria. 85 años después hay politicos autoritarios que aún no están por reconocer a todas las víctimas de la contienda.
Estos versos sobrevivirán a quienes tan ruinmente los mandaron quitar del Cementerio de la Almudena, ojalá cuando fallezcan alguien tenga la iniciativa de que su postrer recuerdo sea acompañado por versos tan hermosos como estos.
Rafael Fenoy Rico
Fuente: Rafael Fenoy Rico