El pasado 9 de enero nos dejaba Antonio O’Connor. Llevaba un mes viajando por Asia y le quedaban unos días para volver a España, pero su cuerpo decidió quedarse allí, viajando, que era su pasión.  Echando la vista atrás parece que en los últimos tiempos estuviera dejando en orden todos los asuntos del Sindicato. Eso tan difícil, parece ser, de dejar paso a los que vengan detrás, él lo había hecho fantásticamente. Después de toda una vida en la primera línea de la CGT, le había pasado el testigo a los siguientes, siendo su única preocupación dejarlo en buenas manos.

La CGT es una hoguera que arde más o menos fuerte dependiendo de las personas que estén avivando el fuego cada día, Antonio ha echado leña en esta hoguera durante muchos años, sin paréntesis, sin años sabáticos, sin paradas. Siempre, ha estado ahí, siempre. En cada manifestación de la CGT que ha habido allí estaba Antonio, haciendo el papel que tiene que hacer un secretario general, representar a la CGT. Pero, además, no ha reclamado nunca nada, no ha dicho nunca: “con lo que yo he hecho por la CGT”. Sabía que lo hacía voluntariamente y que esta labor es a fondo perdido. Nunca ha sido de la cofradía del santo reproche.

Antonio es un histórico de la CGT pero que no ha alardeado de ello, no se ha puesto medallas, ha sabido evolucionar con los tiempos, ha defendido su postura con elegancia, ha compartido su conocimiento con generosidad, ha enriquecido los debates con su particular lenguaje literario, ha disfrutado de la vida y de la gente, ha sido compañero y amigo, ha hecho que el sindicalismo a su lado fuera fácil y agradable, ha dejado una huella imborrable.

La gente no muere del todo mientras alguien vivo le siga recordando y a Antonio le vamos a recordar mucho y bien.

Chus, Banca Madrid CGT


Fuente: CGT-Banca Madrid