Durante los largos años de la noche franquista la iglesia católica hizo caso al viejo dictador que tenia todos los derechos sobre España y los españoles y mantuvo la boca callada durante todo este largo y oscuro periodo de nuestra historia. La Iglesia oficial nunca discrepó de las ordenes del dictador mientras le arropaba y llevaba bajo palio en diversas celebraciones oficiales. Las prebendas eran muchas y los asotanados no estaban por la labor de denunciar el régimen de miedo y oprobio en el que vivíamos los españoles. Sus purpurados calentaban los escaños de las Cortes franquistas y en los púlpitos se seguía predicando el miedo y el temor, y, por encima de todo, el respeto debido a los “señores” que dominaban el país.
En los confesionarios se impartía doctrina a las mujeres para que siguieran siendo sumisas a los esposos que buscaban fuera de casa aquella parte del sexo que los hombres de la negra sotana impedían dar a sus esposas. Y mientras una parte de los maridos seguían con la vieja institución de la “querida” los sacerdotes recomendaban a sus feligresas que cumplieran con el débito conyugal, eso si, siempre sin caer en las tentaciones del sexo, o sea sin disfrutar de esa parte de la vida que algunos todavía continúan encontrando pecaminosa y centrada en la entrepierna.
Por ello no es extraño que a estas alturas del siglo xxi un anciano sacerdote de la diócesis de Valencia se dedique a escribir sandeces en la hoja semanal que se reparte en todas las parroquias que dependen del Arzobispado de Valencia. El folleto en cuestión lleva por título “Aleluya” y en el mismo las diversas parroquias de la sede valentina publican sus impresiones sobre la actualidad. El pasado domingo los feligreses valencianos se desayunaron con un artículo firmado por el padre Gonzalo Gironés, profesor jubilado de Teología, titulado “Hablemos de la familia” en el que el autor justifica el maltrato a las mujeres indicando que nadie “ha confesado que hicieron las victimas” y “que más de una vez provocan con su lengua”.
Naturalmente, ante estas afirmaciones, no sólo las organizaciones feministas sino la mayor parte de la sociedad valenciana se ha sentido ofendida. Cuando las frías estadísticas nos dicen que más de una mujer muere a la semana a manos de su pareja, o expareja, es inexplicable que alguien que, se supone por su voto de castidad, no conoce bien al elemento femenino de la población se atreva a escribir y firmar semejantes barbaridades. Les continuo haciendo participes de algunas de las perlas que se pueden leer en el Aleluya, no lo olvidemos editado por el Arzobispado valenciano, “El varón, generalmente, no pierde los estribos por dominio, sino por debilidad : no aguanta más y reacciona descargando su fuerza que aplasta a la provocadora”. Ya lo ven, una vez más la santa madre iglesia quiere mujeres sumisas y dóciles ante la prepotencia del macho. Han sido siglos de predicar la misma doctrina desde los confesionarios.
Quizás lo más preocupante de las palabras del padre Gironés no es lo que ha escrito en “Aleluya” sino el hecho de que durante más de cuarenta años ha sido catedrático de Teología en Valencia. Me pregunto cuales habrán sido las enseñanzas que durante todos estos años ha estado transmitiendo a sus alumnos una persona que piensa como él que las victimas son culpables de que se las lleve al matadero.
Ahora monseñor García Gasco, Arzobispo de Valencia, lanza balones fuera y hace llegar a los medios notas de prensa demarcándose del artículo firmado por Gonzalo Gironés. Hace unas semanas casi todos los medios informativos atacaron a toda la redacción del diario Avui y a su director por un desgraciado artículo donde se denigraba a las madres de posibles militares golpistas. El Arzobispo de Valencia, tan responsable del “Aleluya” como el director del “Avui” de su periodico, no puede alegar ignorancia ante este artículo denigrante para las mujeres, él conoce muy bien al autor del escrito e incluso ha presentado alguno de sus libros y pronunció la conferencia de clausura del I Congreso Mariano de la Comunidad Valenciana donde Gironés presentó su “Guía Mariana de Valencia”. Al parecer para uno y otro tan sólo existe una mujer digna, la Virgen, porque así lo estipula el dogma mariano, María. A las demás mano dura hasta que se moderen y no provoquen.
Fuente: Rafa Esteve-Casanova/ Diario Siglo XXI