Ya han sonado tambores de guerra que tocan aquellos que creen que deben hacerlo, porque piensan que eso se espera de ellos, para que las huestes de trabajadoras y trabajadores se lancen a la “jornada de lucha” en forma de Huelga. El motivo es el rechazo a los recortes en Educación y, ajenos al estado de ánimo de quienes ven triturados sus derechos básicos en aras de la lógica capitalista, la pompa y el boato de la clase política dirigente de este país, pretenden que en un solo día este desastre que nos aqueja se resuelva.
¡Ilusos! posiblemente de ilusiones se pueda vivir en el país de las maravillas, pero la realidad no tiene nada de fantástico y menos aún de ilusorio. La férrea voluntad de un gobierno, que dice a boca llena ¡que gobierna! “cueste lo que cueste “, no se torcerá con la tímida “escaramuza” de un día de huelga, ni siquiera con un calendario de movilizaciones establecido en las alturas.
¡Ilusos! posiblemente de ilusiones se pueda vivir en el país de las maravillas, pero la realidad no tiene nada de fantástico y menos aún de ilusorio. La férrea voluntad de un gobierno, que dice a boca llena ¡que gobierna! “cueste lo que cueste “, no se torcerá con la tímida “escaramuza” de un día de huelga, ni siquiera con un calendario de movilizaciones establecido en las alturas. Los griegos se olvidaron de las termopilas y desarrollaron la estrategia ineficaz y muy sacrificada de convocar huelgas generales separadas, segmentadas y llevan casi 20 o algunas más, sin conseguir nada en absoluto.
¿Ilusos? No es posible creer que a estas alturas y después de varias experiencias en Huelgas Generales de un solo día, las mentes preclaras de los dirigentes de las grandes empresas sindicales se crean que de esta forma se tuerce la voluntad de un gobierno. Que está para defender los intereses de los poderosos, haciendo que la crisis la pague el pueblo, los de siempre, los pobres. ¿Entonces a qué viene este amagar y nunca dar? Precisamente esta pregunta se hacen muchas personas y no acaban de encontrar una respuesta. ¿Realmente les interesa a los grandes convocantes que se altere el actual entramado de intereses? ¿Quién paga a quien y quien se debe a quien? Ya lo dice el refrán: “Mano que te da de comer no has de morder”. De hecho pecaría de ingratitud aquel que muerda la mano que le alimenta, sumando la incoherencia si una vez mordida se quejara de indigestión.
Por ello no sorprende a propios y extraños estas liturgias de un día de huelga, porque es evidente la ineficacia de la medida para conseguir el fin explicito. Aunque también cabe la posibilidad de que se persigan otros fines no manifestados con este tipo de movilización de salón. Cuando se plantea una lucha es preciso tener alguna confianza en que servirá para algo, de otra forma la desesperanza se instala en los corazones y se va poco a poco, paso a paso, reduciendo el nivel de respuesta ante las agresiones, hasta conseguir la domesticación, la sumisión total. Bien podemos encontrarnos ante este terrible escenario, donde las personas podamos llegar a creer que nada es posible hacer y que hay que conformarse con lo que nos vayan imponiendo. Es importante darnos cuenta de que nos estamos instalando, a fuerza de ser dirigidos, en un estado de sumisión del que las personas adultas, y mucho peor, las jóvenes generaciones, acabemos aceptando como natural y por tanto inevitable. Hoy más que nunca es preciso recuperar la libertad no sólo individual sino colectiva, descargándonos del seguidismo y confiando en la auto-organización de quienes convivimos y padecemos esas injustas medidas. Tiene mucho sentido generar “mareas verdes” en educación, salud, cuidados de nuestros mayores e discapacitados. Porque en definitiva vivimos para cuidarnos unas personas de otras, ¿sino qué sentido tiene vivir en sociedad? El día 22 hay una huelga convocada en la enseñanza, sumemos voluntades críticas, a pesar de todo, y que sea un primer paso en un proceso continuo e irreversible de contestación social que derribe el muro de egoísmo que hoy representa la política seguida por los gobiernos.
Fdo. Rafael Fenoy Rico Comunicación CGT
Fuente: Rafael Fenoy Rico Comunicación CGT