Artículo publicado en Rojo y Negro nº 390 junio.

El pasado día 21 mayo más de la mitad de lxs docentxs madrileñxs seguían la 5ª jornada de huelga del curso 23-24. Un año antes, menos del 5% secundaba una huelga convocada con precipitación para un viernes, a 48 horas de las elecciones autonómicas. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Para responder a esta pregunta y poder valorar el ciclo de protestas en el que lxs docentes están inmersos es necesario hacer un recorrido por la prehistoria de Menos Lectivas.

Los últimos cursos habían supuesto, en el ámbito educativo madrileño, una erosión de los derechos de lxs trabajadorxs. Erosión que se explicaba más por goteo que por un ataque en tromba como el de 2013. Las movilizaciones de lxs interinxs o la supresión de los refuerzos COVID no consiguieron prender la mecha; tampoco las protestas vecinales para responder a cesiones de suelo público, supresión de aulas o inacción de la Administración en la construcción de centros en nuevos barrios. La sensación generalizada era, si no de derrota, al menos de estar contra las cuerdas mientras, sin esa respuesta, la Administración imponía las pruebas externas, la exigencia de nuevos cursos de formación de dudosa calidad y legitimidad, la colaboración en las pruebas de acreditación de inglés, el uso de herramientas digitales ineficientes o procesos de estabilización que obligaban a lxs trabajadorxs en fraude de ley a competir por su estabilización… mientras tanto, la mesa de negociación se centraba en la ‘subida salarial’ consiguiendo amortiguar la subida del IPC, pero al precio de consolidar las pérdidas de salario real. Y así llegamos a las instrucciones de noviembre 22-23: mientras la LOMLOE recomendaba pero no exigía la vuelta a las 18 horas lectivas en secundaria y 23 en infantil y primaria y las Comunidades daban pasos en esa dirección, Madrid contraatacaba al Gobierno habilitando la posibilidad de subir voluntariamente hasta las 25 horas lectivas con un aumento salarial de 100 euros no con el objetivo de elevar las horas lectivas, sino de responder a Sánchez reivindicando la independencia de la acción autonómica y, por el camino, retrasar la vuelta a las 18/23 horas. El error de la Consejería consistió en hacer política nacional con las condiciones laborales autonómicas habilitando, con ello, un campo de batalla laboral para el resurgir de las luchas por la Educación, aunque la mesa sectorial no lo vio.
En esta coyuntura, CCOO y UGT se dejaron arrastrar por el ayusismo y convocaron una huelga para el viernes previo a la jornada de reflexión de las elecciones con las que, a la postre, Ayuso iba a terminar de consolidarse como la oposición al sanchismo. Literalmente, se pasó por los centros de trabajo apresuradamente para difundir la huelga con el objetivo de pedir el voto del domingo 28 de mayo para frenar al PP. El seguimiento de la huelga fue inferior al 5%. La mesa, con el 100% de la representación, carecía de cualquier posibilidad de movilizar al profesorado porque no estaba entendiendo a un adversario que le estaba marcando la estrategia y la agenda.
Un año después, la Educación madrileña ha conseguido más de un 50% de docentes en huelga y ha sacado a más de 30.000 personas a la calle. 29.500 desde Atocha acompañando la asamblea de docentes Menos Lectivas de la que forman parte tres sindicatos, CGT, CNT Y STEM; y 500 desde Neptuno siguiendo a la mesa sectorial. Lo que sigue es una tentativa de explicar este cambio, a pesar del riesgo de encontrarnos en un proceso de lucha aún abierto.
A la cultura asamblearia y la solidaridad de estos tres sindicatos, que han dado la voz a lxs docentes, se suma el llamamiento firme y constante a la unidad de acción, mano a mano, convirtiendo a lxs trabajadorxs en agentes políticos de su propio proceso de lucha, un elemento que quienes aparecen por las asambleas en nombre de otras fuerzas sindicales no han entendido nunca. Son lxs trabajadorxs quienes consiguieron 14.000 firmas en noviembre, quienes han difundido la huelga de febrero visitando en sus horas libres centros cercanos y han escrito a sus excompañerxs con los que comparten redes sociales (la alta rotación de centros, herramienta para la disgregación, ha sido utilizada para aglutinar fuerzas). Mientras tanto, la mesa sectorial sigue creyéndose las palabras del consejero y difunde un preacuerdo de reducción de horas lectivas que excluye a Primaria, mientras utilizan las horas de liberación sindical literalmente para desmovilizar (la peor estrategia sindical posible, dividir por arriba lo que Menos Lectivas estaba uniendo por abajo). Días después de las 3 jornadas de huelga, el consejero se desmarcó del preacuerdo y dejó vendida a la mesa que tuvo que organizar una respuesta rápida convocando dos días de huelga para el 8 y el 21 de mayo. Menos Lectivas decidió entonces apostar por la unidad de acción desde el espacio que le permitían los desplantes de la mesa convocando su propia huelga y manifestación los mismos días y, como no se le permite convocar en Neptuno, convoca a lxs docentes en Atocha finalizando en Neptuno. Lxs docentes acudieron mayoritariamente a Atocha siguiendo a Menos Lectivas.
Hasta ahora, la apuesta decidida de lxs docentes organizadxs por la acción frente a la negociación, por la horizontalidad frente a la representación, por la unidad de acción frente a la unidad de dirección y por la confianza en los y las compañeras en vez de confiar en el consejero, ha tenido ya dos éxitos claros en sendos ciclos de huelga: el primero, el surgimiento de un nuevo actor político que termina con el inmovilismo instalado en los claustros y en la mesa sindical; el segundo, la ocupación de la hegemonía en las luchas por los derechos de lxs trabajadorxs de la Enseñanza Pública en la Comunidad de Madrid. Desde el 28 de mayo de 2023 al 21 de mayo de 2024 se ha recorrido el camino de la organización desde la base, en verano; la articulación de un sujeto político, en otoño; la puesta de largo, en invierno; y la consolidación del proceso, en primavera. Todo un trabajo de arado, sembrado, riego y cosecha hecho con cuidado y con mimo.

David Domínguez Sánchez
Sindicato de Enseñanza de Madrid


Fuente: Rojo y Negro