«Algo en común es la palabra Guerra que resuena implacable en la mayoría de las bocas de las personas con las que hablo. Situación de guerra, estado de sitio, toque de queda.»
Toque de queda por la noche.
Por el día colegios y administraciones cerradas. Moverse de un barrio a otro buscando tiendas abiertas para comprar algún pan y provisiones para volver a encerrarse.
En las casas donde las fuerzas de seguridad no han entrado para detener a gente se respira la presión de una vigilancia militar en cada esquina. Frente a la iglesia, situada en el centro de la ciudad, siete furgonetas de policía y así, en cada calle.
Los aviones con militares no dejan de llegar al aeropuerto que se ha convertido en zona de seguridad, dejando a un lado su actividad civil. Milicias de civiles marroquíes actuando en las calles bajo la atenta mirada de las fuerzas de seguridad.
El ruido constante de los helicópteros que vuelan bajo controlando todos los movimientos y ayudando a coordinar las acciones militares terrestres. En el hospital, desbordados por el número de heridos, la gente se hacina en los pasillos. Otras muchas víctimas no reciben asistencia médica y son atendidos con pocos medios en casas privadas.
Algunos declaran que la noche del ocho fueron rociados con un agua con tinta negra que les dejaba marcados. Después los gases lacrimógenos, las porras, los disparos. Y la búsqueda y detención de los más jóvenes que son buscados casa por casa. Imposible determinar el número de arrestados pero lo que sí se puede confirmar es que seguirán las detenciones por un tiempo.
Piedras y cuchillos contra un ejército y muchas víctimas.
Distintas posiciones más o menos numerosas en representación.
Los colonos marroquíes pidiendo autonomía y desarrollo para la región.
Jóvenes saharauis pidiendo respeto e independencia para el Sáhara Occidental.
Saharauis que no quieren que el conflicto se enquiste, que tienen miedo a la guerra y que piden derechos sociales y de representatividad.
En Marruecos un pesado silencio de un tema tabú para la sociedad.
Sólo las voces por el control de la zona se atreven a alzarse. Mientras muchos otros marroquíes, sobre todo los jóvenes, ven en estas acciones un gasto innecesario y una pérdida de vidas humanas que no lleva a ningún sitio.
El debate social se censura y funciona con la misma eficacia que el cerrojazo informativo.
Algo en común es la palabra Guerra que resuena implacable en la mayoría de las bocas de las personas con las que hablo. Situación de guerra, estado de sitio, toque de queda.
Helena Maleno