La reforma estructural del mercado laboral aprobada autoritariamente por el gobierno de empresarios y banqueros, supone el mayor ataque y la máxima restricción a los derechos sociales y laborales de las clases trabajadoras de la historia reciente. Una reforma que políticamente ha sido favorecida además por el previo entreguismo del sindicalismo del poder, siempre tendente a un pordiosero pactismo a la baja.
Las convocatorias próximas de manifestaciones de este sindicalismo institucional contra la Reforma que ellos mismos han facilitado, no exime al sindicalismo combativo, de base, libertario y anticapitalista de aprovechar la ocasión y llenar las calles con un lema rotundo y claro: Ni Reformas ni Pactos, Huelga General Ya.
Las convocatorias próximas de manifestaciones de este sindicalismo institucional contra la Reforma que ellos mismos han facilitado, no exime al sindicalismo combativo, de base, libertario y anticapitalista de aprovechar la ocasión y llenar las calles con un lema rotundo y claro: Ni Reformas ni Pactos, Huelga General Ya.
Y esto no tanto por apelar a las bases sindicales de esas organizaciones paraestatales, no, si no fundamentalmente para apelar a la conciencia de miles de trabajadores y trabajadoras, que no están organizados ni en sus filas ni en las nuestras, pero sí están hartos de sufrir los desmanes de patronal, bancos y burocracias, hartos de perder derechos y hartos del deterioro de los servicios públicos.
Personas normales y corrientes que no saben, ni les interesa lo más mínimo, de las grandes y abismales diferencias entre los sindicatos del poder y los sindicatos de clase y, mucho menos, de las sutiles o a veces mezquinas diferencias entre camarillas y grupos. Personas que desconocen en su vida cotidiana, desestructurada y explotada, lo que históricamente significó y realmente significa la autoorganización de trabajadores y trabajadoras, es decir, el sindicalismo de clase y combativo, como herramienta de apoyo mutuo y solidaridad para la defensa de derechos y, en última instancia, para la emancipación humana de la explotación y la opresión.
Personas que sí saben, sin embargo, que cobrarán menos por más horas, que no podrán pagar el piso ni la luz, que serán despedidas sin motivos y sin apenas dinero para malvivir pocos meses, antes de entregarse en cuerpo y alma al omnímodo poder de otra empresa o de otros jefes, de la economía oficial o de la economía sumergida.
Por que los sindicatos del poder no representan a las gentes oprimidas y explotadas. Por que es obvio
que no nos representan, por eso tenemos que estar en la calle.
Es necesario estar en la calle para apelar a quien aún está como dormido, a quien perplejo cree que la televisión o la internet son su única realidad, a quienes sufren y sin embargo saben que esto podría ser de otra manera… Para apelar, sensibilizar, llamar a la conciencia íntima de quien padece la tiranía del mercado y del dinero… para eso hay que llenar las calles con nuestros mensajes anticapitalistas y por la autogestión.
Se trata de llenar las calles. Que parados y paradas, asalariados y asalariadas, precarios y precarias, que todas y todos tomemos las calles para mostrar nuestro rotundo y radical rechazo a esta reforma favorecedera del despido rápido y barato, pero también para mostrar el máximo hartazgo que muchas y muchos sentimos de este capitalismo tiránico y descarnado que se nos impone.
Hay que hacer de la calle pedagogía de crítica y libertad. Hay que desbordar previsiones estadísticas, y llamar a la huelga general, a las huelgas por la dignidad. Hay que desbordar al sindicalismo del poder, y hacer de las calles un hervidero de gentes, y una expresión viva de los reales problemas que la gente vive.
Sabemos de antemano que esta es una guerra social, una lucha de clases de largo alcance. Y por eso, no se debe perder ninguna oportunidad de mostrar en la calle no sólo el cabreo general, sin no también que es posible y necesario organizarse para evidenciar el conflicto, para enunciar las verdades, para construir alternativas de autonomía y autogestión.
Que convoquen ellos o nosotros, unos u otros, el 15M o nadie, poco importa ahora mismo. Es hora de que las calles griten y se revuelvan contra todo: contra los sindicatos del poder, contra el capital financiero, contra las élites políticas, contra la injusta “justicia”, contra la Unión Europea de las multinacionales y los bancos, contra las agencias de rating, contra la falsa democracia… pero el grito consciente, el lema primero tiene que ser: Ni Reformas ni Pactos, contra sus crisis…Huelga General.
Antonio J. Carretero
Fuente: Antonio J. Carretero