Naciones Unidas calcula que, en el conflicto en Líbano, Israel ha lanzado unas 157.000 bombas racimo y obuses, de las que entre el 10 y el 20% no han explotado. El suelo de los pueblos a los que los desplazados están regresando está minado de explosivos. Hasta ahora han muerto ocho personas y 50 han resultado heridas al estallar estos artefactos. Muchos de ellos son niños que los toman por un juguete.

Naciones Unidas calcula que, en el conflicto en Líbano, Israel ha lanzado unas 157.000 bombas racimo y obuses, de las que entre el 10 y el 20% no han explotado. El suelo de los pueblos a los que los desplazados están regresando está minado de explosivos. Hasta ahora han muerto ocho personas y 50 han resultado heridas al estallar estos artefactos. Muchos de ellos son niños que los toman por un juguete.

TIRO

Miles de bombas de fragmentación y multitud de obuses y explosivos sin estallar están diseminados por todo el sur de Líbano, informaron ayer fuentes de la ONU y de la organización Human Rights Watch(HRW). Al menos ocho personas han muerto y más de 50 han resultado heridas por el estallido de este tipo de explosivos durante la primera semana de alto el fuego formal que se cumplió ayer, según datos facilitados por el Ejército libanés.

Casi todas esas víctimas eran desplazados que retornaban a sus hogares y sus pueblos bombardeados y que desconocían el peligro oculto entre los escombros. Buena parte de las víctimas que llegan a los hospitales son, además, niños, que tocan o juegan inconscientemente con los artefactos, en muchos casos similares a una pequeña pelota.

Según cálculos de Naciones Unidas, unas 157.000 bombas cayeron sobre Líbano durante el conflicto que libraron durante 33 días el Ejército de Israel y milicianos de Hizbula, de las que entre un 10 y un 20% no han explotado.

HRW, que ha desplegado un equipo de expertos en explosivos sobre el terreno, considera que se trata del comienzo de « una gran crisis humanitaria » de complicada solución, ya que se desconoce la ubicación de los varios miles de bombas de fragmentación arrojadas por el Ejército israelí.

El portavoz de HRW, Marc Garlasco, declaró que en algunas zonas al sur del río Litani, especialmente en torno a la ciudad de Nabatiye, hay muchas más bombas de este tipo que las que su organización encontró en lugares tremendamente devastados por la guerra en Irak. La mayoría de las bombas halladas hasta ahora son de fabricación estadounidense y algunas son muy antiguas, de 1973, iguales a las utilizadas en la guerra de Vietnam, según HRW, que ha solicitado a Israel los mapas con las coordenadas donde sus aviones lanzaron los explosivos para poder localizarlos.

A pesar de que los soldados libaneses y los de la ONU reparten numerosos folletos entre la población del sur en los que aparecen fotografías de las bombas que aún pueden estallar, los hospitales de la zona siguen recibiendo víctimas, a una media de diez personas por día.

Hasan Tahiri y Sukna Marahi son dos pequeños de 10 y 12 años de la localidad de Aita el Shaab a quienes estalló una bomba de fragmentación redonda, parecida a una pelota de tenis, el segundo día de regresar a su pueblo, uno de los más castigados por los bombardeos israelíes.

En la unidad de cuidados intensivos del hospital de Jabal Amel de Tiro ya estaban fuera de peligro, pero en sus ojos asombrados aún quedaban las marcas del horror por el que han pasado. Hasan llegó el pasado jueves con los intestinos fuera del cuerpo al hospital de Bent Jbeil ­en el que impactaron tres obuses israelíes­ y debido a la falta de medios de este centro tuvo que ser trasladado a Tiro, a otras dos horas de viaje, para poder ser atendido en unas mínimas condiciones.

Allí, el cirujano cubano-libanés Abdul Naser consiguió, tras casi cuatro horas en el quirófano, coserle las múltiples perforaciones de intestino, colon, estómago e hígado que sufría. Ahora Hasan tiene dos pedazos menos de intestino delgado y una cicatriz que le recorre el estómago de lado a lado, pero ya es capaz de esbozar una ligera sonrisa en sus labios, heridos por los restos de metralla. « De mayor quiero ser periodista, pero de televisión », comenta animado, aunque se pone de nuevo serio cuando se le pregunta por qué tocó la bomba que había pisado segundos antes entre los cascotes de las calles de su pueblo. Hasan pensó que era una pelota y se la pasó a su amiga Sukna, dos años mayor que él. Pero antes de que llegase a sus manos, la bomba estalló en el aire a mitad de camino entre los dos.

En tres o cuatro días, ambos podrán caminar de nuevo por las calles de Aita el Shaab, como desean, entre los edificios derruidos, porque allí está su familia, dicen, aunque su casa ha desaparecido.

El Ejército israelí reconoció que disparó ayer a dos militantes de Hizbula durante un enfrentamiento en el sur de Líbano, lo que supone otra ruptura del alto el fuego. Israel dijo que los milicianos se aproximaron a sus soldados « de forma amenazante », y reconoció haber herido a dos de los tres militantes.


Fuente: GARA